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El mandatario logra el 60 % de los votos y evita concurrir a una segunda vuelta
18 feb 2013 . Actualizado a las 10:09 h.El triunfo obtenido hoy por el presidente de Ecuador, Rafael Correa, es el más importante que ha registrado con su agrupación política Alianza País (AP), fundada por él mismo en el 2005, ya que le permitirá continuar con sus inéditas transformaciones en la vida política, económica y social del país andino. Así lo planteó el propio Correa, quien al reconocer su victoria dijo que su principal desafío ahora será hacer «irreversibles» esas transformaciones.
Los ecuatorianos han dado un triunfo holgado a su presidente, con lo que el economista de izquierda se ha garantizado una década en el poder, el mandato ininterrumpido más largo en la historia del país andino. Al igual que ocurrió en el 2009, Correa sacó más de la mitad del voto válido (descontados sufragios nulos y blancos), según datos preliminares, y por tanto evitó concurrir a una segunda vuelta, aunque esta vez superó incluso los resultados de la anterior elección, lo que muestra un nulo desgaste en el poder.
Sus cambios, cobijados bajo el quehacer de una «revolución ciudadana», como designa a su gobierno, han estado caracterizados por un ejercicio apegado a las necesidades de una población mayoritariamente pobre, que nunca antes vio beneficios de educación y salud gratuitas, programas sociales para sectores olvidados y una obra pública visible en hospitales, carreteras y escuelas, sumado a una política económica que logró superar la crisis mundial y regional.
Sus iniciativas han sido inéditas en la historia de Ecuador, como la nueva relación que impuso a compañías petroleras, a las que planteó contratos de servicios de extracción de crudo sin posibilidad de comercializarlo o que dejen el país; o su planificación de un exigente cobro de impuestos, que antes se evadían, logrando que la recaudación tributaria llegue a ser el principal ingreso del país tras las ventas petroleras.
Planteó la excelencia educativa para las universidades y cerró una treintena de centros de educación superior que no se ajustaban a los requisitos, dando inicio a la conformación de nuevos núcleos de estudio de alto nivel a la par de las más acreditadas universidades del mundo. Y también confrontó con los sectores políticos, a quienes minimizó con sus continuas victorias electorales, y emplazó a los medios de comunicación a que no se escuden en su supuesta independencia y se muestren como actores políticos y mercantilistas, en la más dura pugna entre el Ejecutivo y la prensa que se haya vivido en Ecuador, quedando en una situación algo frágil la libertad de expresión.
En lo interno, inició una profunda transformación en la función judicial ecuatoriana, que hoy ostenta cambios de gestión e infraestructura y modernizó sectores de servicios como correos, registro civil, aduanas, telefonía.
Una hábil política de captación le ha llevado a que las instituciones de importantes organismos del Estado y de otras funciones estén manejadas por personas cercanas a su gobierno o coidearios.
Duro con los opositores, se presenta en cambio sonriente y cercano ante los públicos masivos que lo acompañan constantemente en su continua presencia en las ciudades ecuatorianas. En sus actividades públicas tampoco evita cantar. Come en mercados y pedalea en su bicicleta por calles o carreteras. De esta forma cimentó una imagen de nuevo líder con la que cosechó el favor popular. Imagen que empezó a conseguir notoriedad internacional al enfilarse en el movimiento bolivariano junto a los gobiernos de Venezuela, Bolivia, Argentina y Nicaragua, que en conjunto impulsaron nuevos organismos políticos en la región como la UNASUR, ALBA y CELAC, que son contrapesos de las históricas organizaciones hemisféricas.
En lo internacional, expulsó del país a la embajadora de Estados Unidos, Haeter Hodges después de que unos cables difundidos en la plataforma Wikileaks revelaran que la embajadora se había referido a supuestos actos de corrupción de la policía ecuatoriana y en reciprocidad Estados Unidos expulsó al embajador ecuatoriano en Washington. En tanto, concedió el año pasado asilo diplomático al creador de la plataforma de denuncias Wikileaks, Julian Assange, tensando sus relaciones con Reino Unido y Suecia.
Cortó asimismo las relaciones con Colombia por el bombardeo colombiano en territorio ecuatoriano en el que falleció alias Raúl Reyes, alto jefe de las FARC, en 2008, que fueron reanudadas dos años después. Fue firme en reclamar la soberanía de las Malvinas para Argentina y la presencia de Cuba en la OEA.
Amplió sus relaciones internacionales con países asiáticos y africanos y puso una embajada en la república de Irán, país sancionado por estadounidenses y europeos.
Según dijo el politólogo y ex presidente de la CNE Omar Simon a dpa, Correa es «un fenómeno» en la política de Ecuador y su gestión es «absolutamente nueva en el país».
Para Simon, el resultado electoral es «una evaluación alta de su mandato» frente a sus competidores que no tuvieron reconocimiento de imagen.
El director de la empresa de investigaciones sociales Informe Confidencial, Santiago Nieto, comentó por su parte que con el triunfo, Correa «va a seguir cambiando ciertas estructuras del Estado» e incorporará otras instituciones que apoyen sus cambios. Su gestión le dotará de «mayor autenticidad a su gobierno», dijo Nieto a dpa.
Rafael Correa ostentará por los siguientes cuatro años la banda presidencial, y aunque dijo que este será su último periodo de gobierno, tras el cual iría a vivir en Europa, todo puede pasar en la variable y sorpresiva política ecuatoriana.