Holanda rejuvenece su monarquía

Mercedes Lodeiro REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

La entronización de Guillermo abre la etapa de relevos en las coronas europeas

28 abr 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El que será rey de Holanda a partir de las dos de la tarde del martes, Guillermo Alejandro Nicolás Jorge Fernando de Orange-Nassau, tras la abdicación, cuatro horas antes, de la actual reina Beatriz, será el primer monarca de su generación. Su entronización romperá el matriarcado real de 123 años en su país y abre la etapa de relevos en las monarquías europeas.

A sus 46 años y consciente de la crisis monárquica que recorre Europa, pretende conjugar sus derechos y obligaciones con el «quiero seguir siendo yo mismo» que le aporta naturalidad y proximidad al pueblo. Y es que de gestos beben y viven las casas reales. Por eso quiere seguir siendo Guillermo-Alejandro y no Guillermo IV de Orange. «No soy un número», dijo hace unos días.

En su entronización, eso sí, lucirá, pese a las críticas del Partido de los Animales (dos diputados), el tradicional manto de armiño que ya llevó su madre hace 33 años. Aunque la casa real se comprometió a que cuando necesite ser modificado se usarán pieles antiguas. Eso no contentó a los protectores de animales, que tienen un sitio reservado para llevar a cabo su protesta el martes. Todo muy organizado y civilizado.

En su época, la reina Juliana, abuela de Guillermo, se hizo llamar madame; la reina Beatriz sacó lustre a la monarquía y se puso su majestad. La que será reina consorte, la plebeya argentina Máxima Zorreguieta, sin embargo, al ser preguntada por cómo le gustaría que se dirigieran a ella, dijo, con su habitual espontaneidad: «Da igual majestad que alteza real. En mi caso, todo el mundo me llama Máxima».

Con la subida al trono de Guillermo y Máxima, su primogénita Amalia, de 9 años, será la princesa heredera.

En el gran evento tomarán nota muchos miembros de la realeza de su misma generación, incluidos los príncipes de Asturias. También asistirán representantes de gobiernos del todo el mundo. Los grandes ausentes serán los Zorreguieta, pues el Parlamento holandés les ha prohibido participar en actos oficiales por su relación con la última dictadura argentina. Ya no asistieron a la boda de su hija. Y tampoco lo hará Friso, hermano de Guillermo, que continúa en coma tras un accidente practicando esquí en febrero del 2012.

En cambio, la invitada más sorprendente en el país de los tulipanes puede ser la princesa Masako. No sale de Japón desde hace siete años, ya que cayó en una fuerte depresión por no lograr darle a Naruhito el heredero varón que exige el trono del crisantemo.

Entre 9.000 y 10.000 agentes velarán por la seguridad en Ámsterdam, donde se prevé la llegada de hasta un millón de turistas, lo que supera el número de habitantes de la ciudad, unos 800.000. Y se esperan protestas de los republicanos.

En el palacio real (antiguo ayuntamiento en el que todas sus esculturas tienen un giño al Estado republicano), se firmará el acta de abdicación. En la Iglesia Nueva (sin campanario) será investido el futuro rey ante 2.000 invitados. Ambos edificios están en la céntrica plaza Dam, donde se han tomado medidas especiales. Los residentes no podrán salir a los balcones ni ventanas y las habitaciones de un hotel que dan a ese enclave no podrán ser ocupadas.

Con el país teñido de naranja (el color de los Orange), se espera que todo transcurra en un ambiente de alegría y tranquilidad y no se repitan los disturbios que en la entronización de la reina Beatriz protagonizacon los ocupas.

Los comercios han hecho su agosto con la venta de camisetas, tazas, cojines y todo producto que lleve la imagen de los nuevos reyes. En las calles habrá multiples eventos festivos y, en honor a Máxima, los holandeses han sido llamados a bailar tangos en las calles. Lo que se limitará por orden municipal es la venta de cerveza en los supermercados: seis latas por cabeza. Otras bebidas con alcohol no están incluidas. Es inevitable recordar el apodo del joven Guillermo, el príncipe pils (cerveza), por su afición a degustarla.