El kirchnerismo cumple diez años en el poder

La Voz CECILIA CAMINOS / DPA / BUENOS AIRES

INTERNACIONAL

Leo La Valle

Cristina Fernández presume de este período de crecimiento en Argentina, que hoy atraviesa un momento crítico, como «una década ganada»

23 may 2013 . Actualizado a las 22:47 h.

El kirchnerismo cumplirá este sábado diez años de gobierno ininterrumpido en la Argentina, «una década ganada», según resume la presidenta Cristina Fernández este período de enorme crecimiento económico con mejoras sociales que atraviesa hoy un momento crítico.

Con un estilo épico y desafiante, Néstor Kirchner y su esposa y sucesora Cristina Fernández de Kirchner llevaron adelante el proceso de reconstrucción de Argentina luego de que el país sudamericano tocara fondo al caer en la crisis social, política y económica más profunda de su historia reciente.

Gestionaron un «modelo» que fueron creando con la agenda del día y un sistema de gobierno verticalista y ultracentralizado en la figura presidencial, con un «relato» que llevó a que la sociedad esté hoy polarizada a un nivel en el que no existen los grises.

El peronista Néstor Kirchner llegó a la presidencia el 25 de mayo del 2003 con sólo el 22,24 por ciento de los votos, luego de que su rival en segunda ronda, el también peronista Carlos Menem, desistiera. Llegó desde la austral Santa Cruz, una provincia rica en petróleo y con muy pocos habitantes que gobernó durante tres mandatos consecutivos.

Recibió un país que había comenzado a crecer durante la presidencia interina del peronista Eduardo Duhalde (2002-2003). La economía argentina, impulsada por el boom de los commodities agrarios, registró desde entonces el período de expansión sostenida más largo de la historia reciente, a tasas chinas, que sufrió una frenada en el 2009, con la crisis internacional, y luego en 2012, donde la combinación del escenario externo con factores domésticos desaceleraron el crecimiento y desataron la alarma.

Con una inflación real superior al 20 por ciento desde el 2007, no reconocida oficialmente hasta este año cuando se la intentó domar con un congelamiento de precios, la ausencia de reglas de juego claras, el cierre unilateral de las fronteras comerciales y severas restricciones en el mercado de cambios desalentaron la inversión y generaron fricciones con otras naciones.

«Lo más importante del kirchnerismo es la reconstrución de la autoridad presidencial, el rol del Estado y las políticas sociales y los derechos humanos», destacó a dpa el analista político Hugo Haime.

La asignación universal por hijo, la asistencia estatal establecida por Cristina Fernández en el 2009 para los menores de familias desocupadas o con trabajo informal, es en tanto la medida gubernamental más valorada por toda la sociedad.

El analista advirtió que sin embargo «falta el cambio estructural de la Argentina». «Argentina termina siendo un país que depende de la soja. Hubo un proceso de redistribución del ingreso interesante pero una vez que se ocupó la capacidad ociosa se necesita inversión.

No se ocupó del tema seguridad debidamente, el tema de la inflación no lo puede resolver, demanda políticas estructurales. Está como detenido el proceso de cambio y crecimiento», alertó.

Néstor Kirchner llegó con un proyecto de transversalidad. La política de derechos humanos, simbolizada ya desde 2004 con la orden de Kirchner de retirar el cuadro del ex dictador Jorge Rafael Videla del Colegio Militar, conquistó a parte de la centroizquierda. Sumó una alianza fuerte con los sindicatos, que en los últimos años se rompió, y convocó a sectores juveniles con la agrupación La Cámpora creada por su hijo Máximo que evoca la lucha juvenil de los años 70.

Llevó adelante en 2005 la histórica reestructuración de la deuda soberana en moratoria desde fines de 2001 y luego se desvinculó de la supervisión del Fondo Monetario Internacional (FMI) con el pago de una vez de lo que le adeudaba el país. Apostó al consumo interno para sostener el crecimiento. Pero cuando se comenzó a recalentar la inflación, prefirió intervenir a principios de 2007 el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), que comenzó a manipular sus índices.

En el plano internacional, decretó junto a Hugo Chávez y Luiz Inacio da Silva la muerte del ALCA e impulsó la integración sudamericana. Forjó una fuerte relación política y económica con Venezuela, que asistió con fondos y petróleo cuando Buenos Aires no pudo acceder a los mercados, fortaleció la alianza con Brasil y abonó el eje bolivariano.

Kirchner no quiso su reelección y en cambio nominó a su esposa como sucesora. Cristina Fernández ganó por el Frente para la Victoria (FPV) con amplitud las elecciones del 2007, pero a los pocos meses de gobierno se topó con lo que sería la crisis más grave del kirchnerismo: el conflicto con el sector rural.

La disputa por el aumento de las retenciones (derechos de exportación) de la soja paralizó el país. Se zanjó con el voto «no positivo» del entonces vicepresidente Julio Cobos que hizo fracasar el proyecto oficialista, que hizo aflorar una polarización que ya estaba latente.

Al año siguiente, el gobierno sufrió un fuerte revés electoral en los comicios legislativos de medio término en los que perdió las mayorías propias en ambas cámaras del Congreso.

La muerte de Néstor Kirchner en octubre del 2010 fue un momento de inflexión. Tras la conmoción inicial y las dudas sobre su capacidad de gobernar al perder a su «hombre fuerte», Cristina Fernández demostró su fortaleza aunque sin abandonar jamás el luto y repuntó notablemente en las encuestas, para obtener luego en el 2011 la reelección con el 54 por ciento de los votos.

Al cabo de un año la nueva luna de miel se rompió y comenzaron los cacerolazos de protesta. El humor social cambió, más aun con las tragedias del accidente ferroviario en el barrio porteño de Once y las inundaciones en La Plata, y las nuevas denuncias sobre corrupción, que volvieron a poner el ojo sobre las sospechas de enriquecimiento ilícito de los Kirchner, pese a que la Justicia cerró las causas en su contra.

El kirchnerismo se encuentra hoy frente a un escenario político y económico complejo, con una desaceleración económica e inflación que comenzaron a destruir puestos de trabajo y unas elecciones legislativas en octubre que podrían ser definitorias de cara a la sucesión en el 2015, si Fernández de Kirchner sostiene su compromiso de no reformar la Constitución para habilitar su re-reelección.