La sentencia del caso Mediaset habla de «particular condición para delinquir»
24 may 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Silvio Berlusconi era primer ministro, en 1994 y del 2001 al 2006, y a la vez gestionaba «una enorme evasión fiscal», «de alcance excepcional», en el sistema de fraude montado en su imperio empresarial «de forma científica y sistemática». Porque pese a entrar en política seguía dirigiendo sus negocios, una obviedad que siempre ha negado y que ahora los tribunales italianos han puesto por escrito por primera vez. «Fue un sistema activo durante muchos años, paralelo a la gestión del grupo [...], proseguido no obstante los puestos públicos asumidos». Para ello mostró una «particular condición para delinquir».
Está probado «oral y documentalmente» que infló costes en la compra de derechos televisivos de películas por valor de 368 millones de euros, aunque los plazos de prescripción solo han dejado en pie el fraude del 2002 y 2003, por 7,3 millones.
Tan graves acusaciones, que para Berlusconi son «surrealistas» y para variar apenas tendrán repercusión en Italia por el momento, figuran en el texto de la condena del caso Mediaset, conocido ayer tras el anuncio de la pena el 8 de mayo. Fue de cuatro años de cárcel, reducidos a tres por uno de esos indultos que caen a veces en Italia. Pero la clave es que conlleva cinco años de inhabilitación en cargos públicos, la gran amenaza para el líder de la derecha italiana. Era el fallo de segunda instancia, que solo será definitivo cuando se pronuncie el Tribunal Supremo, a inicios del 2014.
Es una fecha que puede marcar la caducidad del Gobierno sostenido por Berlusconi. Si se ve en peligro, no se va a quedar sentado. Antes derribaría el Ejecutivo para intentar ganar unas elecciones y desafiar la sentencia desde el poder. Es primero en los sondeos, ante la debacle del Partido Demócrata (PD), de centroizquierda. Es decir, el frágil Ejecutivo de derecha e izquierda de Enrico Letta puede no llegar a Navidad.
Otra crisis de Gobierno
En todo caso, Italia se dirige a una grave crisis, una más, en caso de condena, pues la última palabra correspondería al Senado. Si no ha caído ya el Gobierno, debería aprobar la retirada del escaño de Berlusconi y la izquierda estaría ante la decisión de su vida: echarlo e ir a las urnas o salvarlo y traicionar su historia y a sus votantes.
Hasta la sentencia definitiva rige la presunción de inocencia de Il Cavaliere y conviene esperar, porque en Italia todo puede darse la vuelta. Siempre se ha salvado, a menudo por algún truco legal, la prescripción del delito -en este caso es en junio del 2014 - o la aplicación de atenuantes. Pero es la primera vez que Berlusconi es condenado en segunda instancia y el tribunal le ha negado la concesión de atenuantes genéricas por «la objetiva gravedad del delito». Esta vez le pinta mal.
Los 190 folios de la sentencia no dicen nada nuevo, pero es impactante recordarlo. Berlusconi ya dijo como primer ministro en el 2004 que se sentía «moralmente autorizado» a engañar a Hacienda, porque los impuestos son muy altos. Igual que es conocido que su empresa ideó en los ochenta una red de 64 sociedades en paraísos fiscales para crear fondos ocultos en negro, usados luego, entre otras cosas, para financiar el partido socialista de Craxi o comprar jueces. Ya lo han probado los tribunales, aunque los casos se hayan quedado en nada.
Il Cavaliere se llevó ayer otro palo con un segundo fallo, el del Supremo, que rechazó su petición de trasladar el proceso Mediaset y el de Ruby de Milán a otra ciudad, pues consideraba que los jueces no son imparciales. El Supremo le reprocha que parece que busque retrasar el juicio. Por cierto, la fiscala que lleva el caso Ruby ha recibido una carta con dos balas, que se suma a las amenazas que recibe cada vez con más frecuencia desde el día 13, cuando pidió una condena de seis años de prisión e inhabilitación de por vida para cargo público para Berlusconi.