Ding Ziling: «Están esperando a que los padres y las madres se mueran»

Esperanza Calvo PEKÍN / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Familiares de las víctimas de la masacre denuncian que el presidente chino impulsa el retorno a la ortodoxia maoísta

01 jun 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Las 123 mujeres que forman la asociación Madres de Tiananmen han enviado una carta el presidente chino, Xi Jinping, en las vísperas del 24 aniversario de la matanza, en la que reafirman sus demandas y critican la falta de reformas en el país. «Los principales líderes de China nunca han sido reformistas políticos reales. Jiang Zemin no lo era, Hu Jintao tampoco y no lo será Xi Jinping», asegura la misiva, en la que le acusan de volver a la ortodoxia maoísta.

Desde 1995, la asociación pide al gobierno chino que reabra la investigación sobre la masacre del 4 de junio de 1989, que se publique una lista definitiva de víctimas (ellas han documentado ya 200 pero calculan que podrían ser hasta 2.000), que se de una explicación oficial y una compensación a las familias y que se investigue y procese a los responsables. Pero nunca han obtenido respuesta.

«Hemos escrito ya más de 30 cartas y nunca nos han hecho caso. Están esperando a que los padres y madres de Tiananmen se mueran, es claramente una estrategia. Desde 1989 hasta ahora ya se han muerto 33 madres», explica Ding Ziling, fundadora de la asociación y candidata al Premio Nobel de La Paz en 2003. Recibe a los periodistas en su apartamento cercano a la Universidad del Pueblo de Pekín, donde esta profesora de Filosofía daba clases hasta que se lo prohibieron. Ocurrió dos años después de la masacre de Tiananmen, donde su hijo de 17 años, Jiang Jielian, murió por los disparos del ejército.

Dos años le costó a la señora Ding levantarse de la cama y asimilar que su hijo había muerto. Pero en 1991 decidió denunciar el silencio oficial y fundar la asociación. «En 1991, cuando se iban a cumplir dos años de la muerte de mi hijo, rompí el silencio. Condené la matanza del 4 de junio y condené a sus responsables, a Li Peng y a Deng Xiaoping. Revelé a todo el mundo cómo era mi hijo, cómo había muerto y cuáles eran mis reivindicaciones. Desde ese momento comenzaron a hacerme daño y a controlarme. He pagado un precio muy alto en mi libertad, un precio político, económico y de salud. Desde entonces han pasado más de 20 años y deberían comprender que no voy a parar, que no puedo parar» explica.

Ding Ziling tiene el teléfono intervenido y, al faltar pocos días para que se cumpla el aniversario de la masacre, varios guardias de seguridad la vigilan constantemente. Desde el año 2008 no le permiten salir a poner flores en memoria de su hijo la noche del 3 al 4 de junio. Frecuentemente impiden el paso de los periodistas a su apartamento y es realmente complicado entrevistarla.