Crisis en Holanda por colocar al radical Wilders lejos del rey

Iñaki Castro / Colpisa CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Dimite el jefe del Senado por relegar al líder islamófobo en la ceremonia de acceso al trono de Guillermo-Alejandro

15 jun 2013 . Actualizado a las 00:47 h.

La gran influencia de Geert Wilders en la política holandesa no se apaga. Pese a que en las últimas elecciones sufrió un severo varapalo, el líder islamófobo forzó ayer la dimisión del presidente del Senado tras una avalancha de críticas por su papel en la reciente ceremonia de entronización del rey Guillermo-Alejandro. El jefe de la Cámara alta, el liberal Fred de Graaf, apartó al dirigente antimusulmán de la comitiva de parlamentarios que acompañó al monarca hasta la Iglesia Nueva de Ámsterdam, templo en el que fue coronado. De Graaf tomó la decisión para que las cámaras no se fijaran en exceso en Wilders, que en varias ocasiones había criticado a la reina Beatriz por su multiculturalismo.

La polémica estalló tras unas declaraciones del presidente del Senado al diario De Volkskrant. En ellas, admitió que había seleccionado con mucho mimo a los representantes políticos que conformaron la escolta de Guillermo-Alejandro durante su entronización el pasado 30 de abril.

Este grupo de parlamentarios arroparon al rey antes de que jurara su fidelidad a la Constitución. Dado el claro protagonismo que se les había reservado en un ceremonia retransmitida por televisión en toda Europa, De Graaf pensó que era mejor arrinconar a Wilders para evitar suspicacias.

Siguiendo el protocolo marcado, el líder islamófobo se sentó con el grueso de los diputados en una iglesia repleta de invitados.

«Solución correcta»

La decisión del responsable del Senado, sin embargo, fue mucho más que una cuestión de ubicación. La comitiva que acompañó al rey se organizó con los parlamentarios más veteranos, un grupo en el que Wilders debía figurar por su larga trayectoria política. Tras confirmarse esta fórmula de selección, las críticas contra De Graaf empezaron a arreciar.

Representantes de casi todas las formaciones cargaron contra el jefe de la Cámara Alta porque había vulnerado su obligación de ser imparcial en todo momento. Ante la reacción general, presentó su dimisión en lo que supone un duro golpe para el VVD, la formación del primer ministro Mark Rutte.

Wilders jaleó de inmediato la renuncia e insistió en que se trataba de «la única solución correcta». Apenas unas horas antes, el líder islamófobo se había mostrado mucho más crítico tras un breve encuentro con el rey.

«Afortunadamente, el presidente del Senado y maestro manipulador no lo ha podido impedir», martilleó en Twitter al término de su reunión del jueves con Guillermo-Alejandro. Pese a que las formaciones holandesas censuran habitualmente el radicalismo del dirigente antimusulmán, también tienen claro que deben protegerse sin miramientos sus derechos políticos.

Por ello, los partidos reaccionan unidos cuando se limita su libertad de expresión o se le prohíbe la entrada en un país.

A la espera de cómo evoluciona su relación con el nuevo monarca, el líder ultra chocó en varias ocasiones con su madre, la reina Beatriz.

El episodio más sonado ocurrió a principios del año pasado. Entonces, Wilders criticó abiertamente que la soberana portara velo durante un viaje a Omán y Emiratos Árabes en el que visitó varias mezquitas. Beatriz, que abdicó en su hijo para dar paso a una nueva generación, tachó la recriminación de «absurda». Pese a estos roces, el dirigente antimusulmán varió recientemente su estrategia para apuntarse a las filas del euroescepticismo. El viraje le salió caro y en las elecciones de 2012 perdió nueve escaños, un resultado que debilitó mucho su peso parlamentario.