Presenta sus diez condiciones para formar gobierno
10 sep 2013 . Actualizado a las 07:00 h.El partido Die Linke ya no es un tabú en Alemania. Aunque sigue siendo la más fea, con la que nadie quiere bailar, los herederos del «partido socialista unificado» de la extinta República Democrática Alemana ganan en aceptación popular. La Izquierda dio ayer el pistoletazo de salida de la «fase caliente» de la campaña electoral con un minicongreso en Berlín en el que presentaron sus «diez condiciones» para formar gobierno.
Y eso que nadie les ha invitado a ello. Tanto socialdemócratas como verdes descartan categóricamente una alianza con los poscomunistas por temor al descrédito moral. No obstante, sus programas tienen mucho en común. Reinvindican un salario mínimo interprofesional, buscan subir los impuestos para los ingresos más altos, castigar a banqueros y accionistas en vez de a los contribuyentes y perseguir la evasión fiscal.
Su líder, Gregor Gysi, de 65 años, elocuente como pocos, y presente en todos los debates, dejaba claro ayer que no cederán sin embargo en política exterior, el controvertido capítulo que hace a este partido, que podría cosechar nuevamente más de un 10 % de los escaños, inaceptable para gobernar. Rechazan cualquier intervención militar en el extranjero, retirarían inmediatamente las tropas de Afganistán y saldrían de la OTAN.
¿Son estas las únicas razones que llevan a Peer Steinbrück a repetir una y otra vez que no gobernarán con Die Linke? Desde la salida de Oskar Lafontaine del partido, el ex ministro de Gerhard Schröder, considerado un traidor al SPD, La Izquierda ha dejado de ser un escaparate de luchas fratricidas.
El pragmático Gysi recuerda una y otra vez que pueden desbancar a Merkel si los otros partidos no se niegan a dialogar. De hecho ya gobiernan en coalición con el SPD en los estados de Berlín y Brandeburgo.
Los analistas coinciden en que 2013 quizás sea pronto para que Die Linke llegue al poder. Pero ¿por qué no en el 2017? La canciller Angela Merkel, líder indiscutible con un 40 % de la intención de voto, pero que teme la abstención en sus filas, intenta movilizar a sus votantes en todos los mítines con la advertencia de que si no van a las urnas, «pueden despertarse el 23 de septiembre con la ingrata sorpresa de un gobierno formado por socialdemócratas, verdes y la Izquierda». Para estos últimos, todo un éxito que se hable en estos términos.