Mursi clama en su juicio que es el presidente legítimo de Egipto

S. Al Atrush / E. Rubio EL CAIRO / AFP, EFE

INTERNACIONAL

Desafiante no reconoció al tribunal y se negó a vestir la ropa de preso

05 nov 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

«Soy el doctor Mohamed Mursi, el presidente legítimo de Egipto y pido al tribunal que ponga fin a esta farsa». El derrocado presidente egipcio se presentó ayer desafiante y combativo ante el tribunal que lo juzga por presunta incitación al asesinato de manifestantes, junto con otros 14 dirigentes de los Hermanos Musulmanes.

Era su primera aparición pública desde el golpe militar del 3 de julio. En buena forma y vestido de civil con traje y corbata, negándose a llevar el mono blanco prescrito para los presos, Mursi no desaprovechó la oportunidad de lanzar su mensaje, después de permanecer incomunicado y detenido durante cuatro meses en un lugar desconocido.

Y no decepcionó a sus seguidores. El primer mandatario egipcio elegido democráticamente comenzó por no reconocer al tribunal que lo juzga y reivindicó que quienes debían sentarse en el banquillo eran los «líderes» del «golpe militar». «El golpe es una traición y un crimen», proclamó.

«Está muy animoso, muy activo. Y tan tozudo como siempre...», dijo el abogado y pensador islamista Mohamed Selim al Awa, quien tuvo la rara oportunidad de departir con el expresidente durante media hora en uno de los recesos. Awa intentó sin éxito convertirse en su abogado defensor.

Al iniciarse la audiencia, otros dos importantes dirigentes de los Hermanos Musulmanes, Esam al Erian y Mohamed al Beltagui, aplaudieron la entrada de Mursi en la sala, la misma donde se juzga a Mubarak, y corearon «¡Abajo la ley militar!». El marasmo en que se convirtió la vista se enredó aún más con los gritos de «¡pena de muerte!» que profirieron algunos periodistas egipcios presentes.

La caótica audiencia duró alrededor de tres horas, el tribunal presidido por el juez Ahmed Sabri decidió aplazar la siguiente vista hasta el 8 de enero.

Al salir del tribunal, el presidente derrocado fue llevado en helicóptero a la cárcel de Borg al Arab, en las afueras de Alejandría. Mursi podría enfrentarse a la pena de muerte si es hallado culpable.

Manifestaciones islamistas

Fuera del tribunal, ubicado en a la Academia de Policía, cientos de manifestantes proMursi denunciaron un proceso que consideran amañado y una farsa, ante una fuerte vigilancia policial y militar. Las masivas marchas convocadas por los Hermanos Musulmanes en contra del proceso se celebraron en un ambiente crispado, pero no derivaron en sangrientos enfrentamientos como se temía. Pese a alguna escaramuza con piedras, contestada con gases lacrimógenos por la policía, la situación no derivó en un nuevo brote de violencia, algo frecuente en Egipto desde el golpe militar.

Protestas similares tuvieron lugar en otros puntos de El Cairo, como ante el Tribunal Constitucional, y en diferentes ciudades como Alejandría, donde hubo 18 detenidos.