Cristina deja el luto y echa ministros

Agustín Bottinelli BUENOS AIRES / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

La presidenta argentina adopta un mensaje más moderado y dialogante

03 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Cristina Fernández sigue acometiendo cambios en su gabinete. Ayer pidió la renuncia del ministro de Seguridad Arturo Puricelli, que llevaba solo seis meses en el cargo, para nombrar en su lugar a María Cecilia Rodríguez, hasta el momento secretaria de Coordinación Militar de Asistencia en Emergencias Su nombramiento llega poco después de los de Jorge Capitanich como jefe de Gabinete y Axel Kicillof como ministro de Economía, los dos hombres en quienes la presidenta depositó su confianza para marcar el rumbo del Gobierno.

La jefa de Estado ha dado muestras de un cambio en su actitud personal desde que volvió a la actividad política. Abandonó el luto que vestía desde la muerte de su esposo Néstor Kirchner en octubre de 2010 y decidió modificar su actitud belicista y combativa por un mensaje más moderado y abierto al diálogo.

En lo que se refiere a su propia sustitución, Cristina cuenta con dos listas: una con los peronistas ortodoxos que han apoyado la gestión kirchnerista desde el 2003, año que el matrimonio llegó al poder, y otra con los militantes de La Cámpora, el movimiento ideado por Máximo, el hijo mayor de la presidenta, formado por jóvenes adeptos. La viuda evita enfrentamientos colocando en los puestos claves a uno de cada lista. Capitanich de la primera y Kicillof de la segunda, son clara muestra de la estrategia; uno en la conducción política y el otro en el rumbo económico. En apariencia, Capitanich es el delfín elegido por Cristina para las presidenciales de 2015 aunque aún quedan dos años y la lucha entre los clanes será tremenda.

Aunque algunos observadores hablan de un giro a la derecha, por ahora solo han cambiado las formas pero no el fondo. De hecho, en su único discurso público desde que fue dada de alta, Cristina volvió a pedir «profundizar el modelo». Lo que está haciendo se trata, para otros, de una clásica operación de gatopardismo. Los cambios consisten en que el jefe de Gabinete da ruedas de prensa diarias, cosa que jamás ocurrió en el gobierno K, y se convoca a la oposición para tratar los temas más urgentes como la inflación y la inseguridad.