El incorregible pecado de la izquierda italiana

La Voz

INTERNACIONAL

15 feb 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

el Partido Democrático ha nacido con mal fario, como no podía ser de otra manera si en el mismo grupo confluyen antiguos comunistas, democratacristianos y socialistas de Bettino Craxi. La mezcla está resultando mortal para la izquierda italiana, que tiene a su peor enemigo dentro de su propia casa. Desde su nacimiento en el 2007, las guerras intestinas han caracterizado la vida del partido, que vivió uno de los peores momentos en el 2008 cuando el segundo Gobierno de Prodi cayó por culpa de las rencillas internas.

Dentro del PD se habla de «diversas almas» para describir las numerosas corrientes consecuencia del origen variopinto de sus líderes. Al excomunista Pierluigi Bersani se ha opuesto el exdemocristiano Matteo Renzi, como un reflejo del antiguo duelo comunista-democristiano que también protagonizaron Romano Prodi y Massimo D?Alema hace unos años.

Desde que en 1994 Silvio Berlusconi decidió entrar en política, en pocas ocasiones la izquierda italiana ha conseguido la victoria. La unión frente al «enemigo común» no ha sido posible y las traiciones han sido habituales. En 1998, el primer Gobierno de Prodi perdió el apoyo parlamentario y todos culparon de ello a Massimo D?Alema, que hoy niega los hechos. Las crónicas recuerdan cómo el entonces líder de Democráticos de Izquierda (DS) presionó para que Refundación Comunista retirase el apoyo parlamentario a Prodi. El Gobierno de D?Alema tuvo una vida breve, apenas un año y medio, y a sustituirlo hasta el fin de la legislatura fue su ministro del Tesoro, Giuliano Amato. Las elecciones del 2001 llevarían de nuevo al Gobierno a Berlusconi, que ganó sin problemas a una izquierda dividida.

Matteo Renzi se presenta hoy con un partido en apariencia compacto que lo apoya sin fisuras, aunque en la militancia de la calle haya mucho descontento con el sistema empleado por el florentino para hacerse con el Gobierno. El tiempo dirá si es capaz de ganar también las elecciones que se celebrarán tras la aprobación de la ley electoral o si este Gobierno de coalición acabará quemando al joven líder de la izquierda italiana.