Estupor en Italia por el pacto entre Grillo y Farage

íñigo domínguez ROMA / COLPISA

INTERNACIONAL

20 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Los movimientos de Beppe Grillo en su estreno en el Parlamento europeo, tras ser la segunda fuerza política en Italia en las elecciones, están despertando interés porque no hace ascos a lo mejor de cada casa. Al contrario que en Italia, donde rehúye alianzas con los partidos tradicionales por su desprecio del sistema, en Europa acaba de cerrar un pacto con el UKIP británico de Nigel Farage, euroescéptico, populista y acusado de racismo. Formarán juntos grupo parlamentario.

Grillo y Farage se vieron hace veinte días, con la inevitable pinta de cerveza que acompaña en cada foto al líder inglés, y se cayeron bien. El cómico italiano le sacó la cara: «No es para nada racista y tenemos muchos puntos en común». En realidad, hay muchos otros de desacuerdo (el UKIP está a favor de la energía nuclear, aumentar el gasto en defensa y no quiere el euro), pero el interés prioritario de ambos es ejercer mayor influencia en Estrasburgo.

La base del Movimiento Cinco Estrellas (M5S) reaccionó mal a la idea, que fue recibida con estupor, pero Grillo quiso tranquilizarles y aseguró que la mala fama de Farage es propaganda manipuladora de los medios. Al final hubo votación en Internet y un 78% le dio el visto bueno, aunque participaron 29.000 inscritos al movimiento y en los comicios les votaron 5,7 millones de personas, que tal vez no contaban con esto.

M5S y UKIP, con 17 y 24 escaños, son el núcleo del nuevo grupo EFD, que alcanza la cifra mínima de 48 escaños y la representación obligatoria de siete países gracias a diputados de aquí y allá con un factor en común: son de extrema derecha, hostiles a la inmigración y reacios a Europa. Entre ellos, dos lituanos de Orden y Justicia, admirados por Anders Breivik, el asesino de la masacre de Noruega, y dos suecos de un partido de origen filonazi. Completan la lista una tránsfuga del partido de Marine Le Pen, decisiva y la última en cuadrar las cuentas, una letona prorrusa y un checo ultraliberal.

Grillo es consciente de que una ensalada de tan mala pinta puede tener un efecto negativo en su electorado en Italia, pero espera que los resultados prácticos la hagan digerible. El M5S confía en imponer su agenda al UKIP, entiende que los partidos pequeños no darán guerra y, en cualquier caso, tienen acuerdos de batallas comunes. Lo interesante de este episodio es que muestra por primera vez un Grillo pragmático, no un profeta defensor de la pureza, y que se inclina hacia una orientación ideológica, que diga lo que diga es conservadora y de extrema derecha.