De nada sirvieron las llamadas del líder socialdemócrata Pittella a cerrar filas junto a conservadores y liberales. Los socialistas españoles se negaron por tercera vez a votar conjuntamente con sus colegas europeos. Primero lo hicieron cuando se aupó a Juncker a la presidencia de la Comisión en julio. Hace dos semanas lo hicieron cuando se sometió a votación la candidatura del popular Arias Cañete a la cartera de Clima y Energía y ayer repitieron la jugada, absteniéndose para no tener que dar su aval a un equipo que sigue incluyendo al exministro español.
La presidenta de los socialistas españoles en la Eurocámara, Iratxe García, evitó hablar de consignas de partido o de órdenes directas de Madrid y reclamó a Juncker que asumiese «la responsabilidad histórica de dirigir un proyecto que cambie las cosas». Reconoció que no podrían prestarle su apoyo hasta que «no se gane la confianza y devuelva la Europa social a sus ciudadanos».
El líder de los populares españoles en el Parlamento Europeo, Esteban González Pons, no desaprovechó el cisma socialista para hurgar en la herida y acusar a sus compatriotas de «venir a Europa a hacer política nacional», postura que calificó de «ridícula».
Aunque el distanciamiento de los socialistas españoles con sus socios europeos haya sido la nota discordante en la votación, también salieron a relucir las divergencias en otros partidos. Dentro de UPyD, el eurodiputado Fernando Maura se desmarcó de sus compañeras y votó al unísono con sus colegas liberales europeos a favor del equipo de Juncker. Atribuyó esta decisión a su convencimiento de que la nueva Comisión «es la única que puede sacar adelante el proyecto de Europa encallado después de la Comisión Barroso». Sin embargo, siguen creciendo las sospechas de ruptura interna con la dirección del partido, especialmente después de que Sosa Wagner abandonase sus filas hace cinco días.