Juncker toma las riendas de la Comisión, obligado a dejar atrás la crisis, recuperar la confianza ciudadana y reconciliar a una Unión fragmentada
01 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.Es la última oportunidad para Europa. Lo tiene claro el nuevo presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, que hoy se estrena en Bruselas al frente del Ejecutivo. Durao Barroso ya es historia pero nadie olvida su legado, plagado de aciertos y sobre todo errores. El mayor de ellos: ajustar las cuentas y olvidar por el camino a los ciudadanos.
La tarea del luxemburgués será titánica. La prioridad es «recuperar la AAA social», como reconoció ante la Eurocámara. Tras años de rescates y dolorosos sacrificios, la confianza y la paciencia de los ciudadanos se han esfumado y solo un cambio de rumbo puede evitar que la UE naufrague. El primer aviso llegó en las elecciones europeas de mayo, cuando el electorado castigó de forma contundente al bipartidismo cómplice de la gestión de la crisis. Parte de los votos socialdemócratas y conservadores fueron a engrosar las listas de la ultraderecha, la izquierda radical y los eurófobos. Juncker quiere evitar un escenario peor en los próximos años y por eso conformó un equipo en el que las dos grandes fuerzas tradicionales y los liberales deben remar juntos para reactivar la economía y reducir las escandalosas cifras de desempleo.
En esta nueva travesía recuperar la cohesión será fundamental ya que todavía persiste una enorme brecha económica, social y cultural entre el norte y el sur, entre el este y el oeste. ¿Y qué ha ideado Juncker para reconciliar a los socios? Solo hay que echar un vistazo a su equipo. Cuatro de las cinco vicepresidencias están en manos de comisarios procedentes de países del centro y este de Europa y la cartera económica ha caído en manos de Pierre Moscovici, el exministro francés de Economía que pide más «flexibilidad» y menos rigor. No parece que Juncker tenga miedo de plantar cara a capitales como Berlín o Londres, que venían marcando la agenda de la Comisión en los últimos años.
Precisamente en Londres arde uno de los fuegos que tendrá que apagar la nueva Comisión. El primer ministro, David Cameron, amenaza con un referendo de permanencia en la UE en el 2017 si no se les devuelven competencias. Aunque Bruselas le ha señalado la puerta de salida, Juncker teme que el proyecto europeo se desmorone así que deberá hacer malabares para contentar al electorado británico, cada vez más euroescéptico.