Justo un lustro después del terremoto que segó 220.000 vidas, el país agoniza, con miles de personas en campos de acogida, y el Gobierno está atrincherado
12 ene 2015 . Actualizado a las 05:00 h.La tierra tembló como nunca antes lo había hecho bajo uno de los países ya entonces más deprimidos del planeta, Haití. Era la media tarde del 12 de enero del 2010. Tembló con extrema violencia -7,3 grados en la escala Richter-, y dejó el lugar convertido en una gigantesca fosa común. Las organizaciones humanitarias calculan que, en un país de apenas 10 millones de habitantes, hubo unos 220.000 muertos (casi como toda la ciudad de A Coruña), más de 300.000 heridos y un millón y medio de desplazados. Los daños se estimaron entonces en unos 10.000 millones de dólares (8.400, en euros).
«Van a pasar varias generaciones antes de que se pueda recuperar ese país», resume Miguel Pazos, un bombero gallego que llegó el país el 2010 unas semanas después del terremoto para ayudar en el traslado de heridos. «Lo que vimos era lo más parecido a una guerra, a lo que ves en algunas películas», recuerda ahora. «Nunca habíamos visto nada parecido», apuntaba Santiago López, técnico de proyectos de Cruz Roja, a Europa Press.
Y cinco años después ¿qué? La situación en Haití sigue anclada en ese enero del 2010, en un momento de auténtica desesperación, según constatan organizaciones humanitarias como Amnistía Internacional, Oxfam, Cruz Roja o Médicos Sin Fronteras. Hay carencias de infraestructuras básicas, de servicios, de agua potable, y se están reproduciendo los casos de cólera. Se cuentan más de 120 campos para desplazados, en los que malviven aún 85.000 personas. Se estima que aún 22.000 familias siguen sin tener una vivienda en condiciones. Además, las condiciones en muchos de esos campos de refugiados «son terribles», según se lee en un reciente informe de Amnistía Internacional. Un tercio de las personas que viven en ellos «no tienen ni acceso a una letrina».
Por si fuera poco todo esto, a las caóticas condiciones de vida se suma ahora una convulsa situación política. En los últimos días se han sucedido las protestas contra un Gobierno, el de Michel Martelly, que se ha atrincherado en el poder. Muchos de los manifestantes han portado fotografías del expresidente haitiano Aristide, quien se enfrenta a un juicio por supuesta corrupción.
Hoy, coincidiendo con el quinto aniversario, vence el plazo establecido para alcanzar un acuerdo que permita la gobernabilidad del país, tras la dimisión en diciembre de Laurent Lamothe como primer ministro. De no prosperar ese acuerdo, Martelly pasará a gobernar por decreto. Y ello provocará que los opositores vuelvan a salir a la calle. Ni una señal positiva a la vista.
«Aquello era como una guerra», rememora el bombero gallego Miguel Pazos