Cacerolada contra Dilma Rousseff por la corrupción en Petrobras

marcela valente COLPISA

INTERNACIONAL

UESLEI MARCELINO | REUTERS

Miles de personas piden en las calles la marcha de la presidenta de Brasil

10 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Indignados por la corrupción en Petrobras, que este fin de semana desnudó el capítulo de los políticos implicados, miles de brasileños salieron a la calle en barrios de clase media y alta e intentaron impedir que se oyera un discurso de la presidenta por televisión con una sonora cacerolada, silbidos, bocinas y gritos .

Dilma Rousseff habló por el Día Internacional de la Mujer en una alocución de 15 minutos radiotelevisada en la que aludió al «esfuerzo fiscal» y la «paciencia y comprensión» que pide a los ciudadanos. La mandataria reconoció que la población «tiene derecho a irritarse», pero aseguró que será algo «pasajero».

No obstante, la irritación popular hoy no pasa tanto por el ajuste, que busca preservar el empleo y los beneficios sociales, sino por el millonario desvío de fondos de la petrolera, al que apenas hizo alusión. Dilma se comprometió a un «fortalecimiento moral y ético» y anticipó que se aplicará «duramente la mano de la Justicia contra los corruptos». «Es eso lo que viene ocurriendo en una investigación libre y rigurosa», se defendió.

Pero muchos ni siquiera escuchaban. Desde la tarde, en las redes sociales se había convocado a impedir que se oyera el mensaje con la cacerolada y el encendido y apagado de luces. Cuando hablaba, algunos desde las ventanas clamaban «¡Fuera Dilma!». La protesta se sintió en 12 estados, pero sobre todo en São Paulo, Río de Janeiro, Minas Gerais, Belo Horizonte, Porto Alegre, Curitiba y Brasilia, en barrios de sectores medios y altos. Para los medios más críticos con el Gobierno, como Veja, el estallido fue «un aperitivo» de la manifestación opositora que se prepara para el próximo domingo. Ese día, grupos pro-impeachment, que reclaman el juicio político contra la jefa de Estado, llamaron a manifestarse en las calles. Tras el discurso de Dilma, el senador Aècio Neves, que fue su rival en las elecciones, denunció que hay «un abismo entre la realidad que transmite el Gobierno y la que se vive en las calles». Entre tanto, el Partido de los Trabajadores consideró que la cacerolada fue un acto con «sesgo golpista» que «parte principalmente de los sectores de la burguesía y de la clase media alta».