El Estado Islámico consolida su control un año después de la caída de Mosul
INTERNACIONAL

La rama yihadista en Libia conquistó ayer Sirte, la ciudad natal de Gadafi
10 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Hace hoy un año que Mosul cayó en manos de los yihadistas. En este tiempo sus habitantes han conocido la crueldad de los hombres de Abu Bakr al Bagdadi. Los yazidíes y cristianos que no fueron esclavizados huyeron para salvar sus vidas; muchos de los suníes que decidieron quedarse temen por las suyas. La barba es obligatoria, al igual que asistir a decapitaciones, lapidaciones y crucifixiones públicas. Y han visto destruir y saquear el rico patrimonio de una de las cunas de la civilización. La conquista de Mosul fue el principio de la ofensiva en la que el Estado Islámico ha logrado hacerse en doce meses con el control de un tercio de la superficie de Irak y la mitad de Siria. Su expansión ni cesa ni se circunscribe a Oriente Medio. Ayer, su rama en Libia anunció la conquista de Sirte, la ciudad natal de Gadafi.
Pocas semanas después de la conquista de Mosul, Abu Bakr al Bagdadí proclamó el califato, y el Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL), una grupo originado en Al Qaida, pasó a denominarse Estado Islámico (EI). Con ello dejaban claro sus pretensiones expansionistas y su objetivo de llegar hasta Bagdad para convertirla en su capital.
Expansión
Hoy, los yihadistas se encuentran a cien kilómetros de Bagdad después de la toma en mayo de Ramadi, capital de la provincia suní de Anbar. En Siria, tienen presencia en la mitad del territorio, controlan casi todos los campos de petróleo y gas -de donde obtienen importantes ingresos-, así como la línea fronteriza con Irak. El régimen de Bachar al Asad solo controla el 22 % del territorio, con el avance del EI y otros grupos rebeldes.
Las líneas del frente se van moviendo, pero el Estado Islámico resiste pese a la coalición creada por EE.UU. en septiembre para apoyar por aire a los combatientes locales en tierra. Unos 4.000 bombardeos y 10.000 bajas de islamistas después, el grupo terrorista no parece debilitado.
Las espantadas del Ejército iraquí, el apoyo de ciertas tribus suníes resentidas con el poder chií de Bagdad y la experiencia en combate de exoficiales del Ejército de Sadam han hecho posible el rápido avance de EI por Irak. Su expansión deja tres millones de desplazados y ha modificado el equilibrio demográfico del país.
Sin excesiva resistencia se han movido por las provincias de Nínive y Saladino. El Ejército iraquí solo ha logrado recuperar Tikrit de las manos yihadistas, y gracias al apoyo de las milicias chiíes proiraníes al mando del general Qasem Soleimani. La liberación de Mosul, pospuesta en tres ocasiones y aún improbable, pone en cuestión la operatividad de la lucha que se libra contra el EI. Los bombardeos no parecen una opción en una ciudad donde hay un millón de civiles y el envío de milicias chiíes genera un importante rechazo entre las tribus suníes. En la búsqueda de la fórmula para detenerlos, el Estado Islámico sigue avanzando.