El presidente del país africano, Abdal Fatá Al Sisi, encabezó un evento, al que François Hollande asistió como invitado de honor
06 ago 2015 . Actualizado a las 23:15 h.Egipto ha inaugurado este jueves una segunda vía en el canal de Suez, un ambicioso proyecto para relanzar su economía, con una ceremonia faraónica que ha incluido un desfile aéreo y otro naval conducido por el presidente Abdal Fatá Al Sisi.
Vestido con uniforme de mariscal, Sisi lanzó oficialmente la inauguración en Ismailía (noreste), al borde del Canal. Entre los asistentes, destacó la presencia del presidente francés François Hollande, invitado de honor, y de otros jefes de Estado y de gobierno como el emir de Kuwait, el rey de Bahréin, los primeros ministros ruso y griego (Dmitri Medvedev y Alexis Tsipras), así como del presidente palestino y el de Yemen.
El canal de Suez, inaugurado en 1869, une el mar Rojo con el Mediterráneo y es una de las principales rutas del comercio mundial, sobre todo para el transporte de petróleo. Además, supone una fuente de ingresos muy importante para Egipto, que quiere reactivar su economía, debilitada desde que en 2011 una revuelta expulsó a Hosni Mubarak del poder. En 2007 el tráfico del canal de Suez representaba un 7,5% del comercio marítimo mundial.
La reforma del canal es el proyecto estrella de Sisi, el exjefe del ejército que en el 2013 derrocó al presidente islamista Mohamed Mursi democráticamente elegido y luego se convirtió en presidente.
La nueva vía, de 72 kilómetros, permitirá doblar progresivamente el tráfico hasta 2023. Ese año podrán circular por el canal 97 navíos, frente a los 49 actuales. Además el nuevo cauce permitirá la circulación en ambos sentidos, con lo que la travesía podrá hacerse en sólo 11 horas frente a las 18 actuales. Además se prevé que los ingresos del canal pasen de los 5.300 millones de dólares previstos en el 2015 a 13.200 millones de dólares en el 2023.
En la ceremonia, Sisi pronunció un discurso y condujo el desfile naval a bordo del mismo buque que llevó a la emperatriz francesa Eugenia, esposa de Napoleón III, en la inauguración del canal en 1869. También se celebró un desfile aéreo con tres aviones de combate Rafale y ocho F-16, comprados recientemente a Francia y Estados Unidos. «El pueblo egipcio construyó el canal de Suez en una situación económica y de seguridad muy complicada. Los grupos terroristas y extremistas, los que llamo hijos del mal, pretendían hacer daño a los egipcios y frenar su avance hacia la modernidad», aseguró el presidente tras la rúbrica del documento.
Grandes medidas de seguridad
Durante las celebraciones, se movilizaron cerca de 10.000 policías en todo el país, que vive una ola de atentados yihadistas, entre ellos de la rama egipcia del grupo yihadista Estado Islámico (EI). El miércoles, este grupo amenazó con ejecutar en las próximas 48 horas a un croata que trabajaba para una compañía francesa y fue secuestrado el 22 de julio en las afueras de El Cairo.
Las obras, que empezaron el 5 de agosto de 2014 y han terminado en tan sólo un año, como quería el presidente egipcio, costaron cerca de 9.000 millones de dólares, costeados en parte por participaciones del canal que el Estado vendió a los egipcios.
Las autoridades también quiere convertir la zona que bordea el canal en una plataforma industrial y comercial con varios puertos y un centro de servicios para las flotas comerciales, un proyecto que podría crear más de un millón de puestos de trabajo en los próximos 15 años. «Hay muchísimos inversores que quiere invertir en este proyecto», dijo Mohab Mamish, director de la autoridad que gestiona el canal.
La inauguración de hoy es una muestra de la voluntad de Egipto de convertirse en un actor clave en la región. Al mismo tiempo los países occidentales han moderado sus críticas a la represión de la oposición, que hasta ahora ha dejado al menos 1.400 muertos y ha llevado a la cárcel a decenas de miles de personas en juicios sumarios denunciados por la ONU. «El nuevo régimen ha lanzado una lucha política para asentar su legitimidad en el interior del país pero también en el extranjero», explica Adly, un experto del centro Carnegie para Oriente Medio.