La ultraderecha de Sajonia dispara las alarmas en Berlín

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INTERNACIONAL

OLIVER KILLIG | Efe

Quince peticionarios de asilo sufrieron un fuerte acoso a su llegada a la localidad de Clausnitz, mientras que en Bautzen se provocó un incendio a un centro de acogida

23 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

A Sajonia, considerado hasta hace poco el Estado germanooriental ejemplar, industrialmente próspero y con gran atractivo turístico, se le cae la fachada. Un nuevo fin de semana de violencia xenófoba y neonazi en la región desató las alarmas de la clase política en Berlín y fuertes críticas contra el Gobierno de Dresde, donde la CDU de Merkel ejerce el poder ininterrumpidamente desde la reunificación nacional hace un cuarto de siglo. Primero fue el acoso sufrido por 15 peticionarios de asilo a su llegada en autobús a la localidad de Clausnitz, donde un centenar de energúmenos trató de impedir, con insultos y agresiones, que entraran en un albergue. Y luego el incendio intencionado de un nuevo centro de acogida en la población de Bautzen. Un numeroso grupo de curiosos celebró con aplausos y gritos de júbilo el fuego como si fuera una sanjuanada y obstaculizó el trabajo de los bomberos, que no pudieron impedir que el edificio, recién renovado y a estrenar, quedara inutilizado por las llamas. «Cuán frío de corazón, cuán cobarde hay que ser para plantarse ante un autobús de refugiados y gritar, insultar y meter miedo a la gente en su interior, entre ellos muchas mujeres y niños», dijo ayer Merkel por boca de su portavoz, Steffen Seibert, quien aseguró que los autores no son más que una minoría.

Sin embargo, no parecen ser tan pocos. Sajonia es el hogar del movimiento Pegida, que se manifiesta periódicamente en Dresde, su capital, y el Estado donde mayor representación tiene el neonazi NPD, con presencia en numerosos ayuntamientos. La lluvia de críticas por los últimos acontecimientos, en los que la policía tampoco tuvo una actuación exitosa, se dirigió a su primer ministro, el cristianodemócrata Stanislaw Tillich, al que la oposición acusó de «estar ciego» ante los desmanes de los ultras.