El papa no podrá leer las pintadas de los refugiados de Moria

LETICIA ÁLVAREZ LA VOZ EN LESBOS

INTERNACIONAL

ARIS MESSINIS | AFP

Las autoridades de Lesbos remozan el centro de detención y trasladan a mujeres y niños a otros lugares para evitar protestas

16 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Sol, playa y demandantes de asilo detenidos en centros. El papa Francisco llega hoy a Lesbos pero se encontrará una isla distinta, remozada y reluciente. Los muros de Moria han sido pintados de un blanco inmaculado y muchas familias con problemas, trasladadas a otros lugares para evitar incidentes. Menos de cinco horas estará el santo padre en la isla. Comerá con los refugiados y rezará por los que han muerto en el Egeo intentando llegar al paraíso europeo, pero no podrá leer en las paredes las demandas de los más de 3.500 migrantes que están enjaulados allí: «Libertad de movimiento» y «Abrid las fronteras».

El alcalde de Lesbos, Spyros Galinos, lleva días intentando adecentar la ciudad, colocando baldosas nuevas aquí y allá, podando los árboles. «Para nosotros es una visita sorprendente. Es increíble que el papa venga a apoyarnos en una crisis humanitaria como esta». Miembro de Griegos Independientes, ANEL, un partido de derechas, Spyros siempre ha sido un gran apoyo para los refugiados y muy crítico con Bruselas. Se siente orgulloso de sus vecinos, nominados al Nobel de la Paz. «Europa debe recordar su pasado y escoger el camino de la solidaridad», proclama.

La visita de Bergoglio puede ser una bofetada al acuerdo firmado por la UE y Turquía. A Francisco le dolió desde el principio la decisión de deportar a los refugiados al país turco. En Moria firmará junto al Patriarca de Constantinopla Bartolomé y al Arzobispo griego Jerónimo una declaración conjunta sobre la crisis. En el centro de detención, convertido en la cárcel más grande de las islas griegas, están recluidos sirios, iraquíes, afganos que huyen de la guerra pero también pakistaníes, bengalíes y eritreos. La situación es explosiva y las autoridades no quieren sorpresas: llevan una semana trasladando a mujeres y niños al centro de Karetepé, donde pueden moverse con más libertad.

«Espero de la visita de Francisco que interceda por nosotros y que podamos ir a un país en paz. Nosotros no queremos ir a Alemania, solo queremos vivir en paz», relata Haja junto a su madre, con problemas psicológicos después de que el Estado Islámico matara a uno de sus hijos pequeños. «Francisco es una persona importante. Quizá el resto de políticos católicos le hagan caso», sueña.

Pero no todos están contentos con el viaje. Nur, recluida en Moria, asegura que el centro se ha reformado, está limpio y han quitado muchas de las tiendas de campaña. «Va a venir a hacerse una foto con nosotros y nada va a cambiar», recela. Denuncia que los tienen más controlados que nunca para evitar protestas espontáneas. Durante las últimas semanas sirios y afganos han protestado por la falta de información y las condiciones inhumanas en las que viven.

El papa será recibido por el primer ministro Alexis Tsipras. Poco después irá directo al centro de la «vergüenza como lo denominan las organizaciones internacionales. Nur, Haja y otros 5.000 demandantes de asilo esperarán bajo el sol que esta visita cambie su suerte y puedan empezar una vida lejos de la guerra.