El jefe del Kremlin, el nuevo ídolo de los populismos

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INTERNACIONAL

SERGEI KARPUKHIN

Si hay algo que tengan en común populistas como Trump, Orbán, Le Pen o Farage es la admiración que todo ellos han manifestado hacia Vladimir Putin

15 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Si hay algo que tengan en común populistas como Donald Trump, el húngaro Víktor Orbán, la francesa Marine Le Pen o el británico Nigel Farage es la admiración que todo ellos han manifestado hacia Vladimir Putin. También le aprecia el griego Alexis Tsipras. El jefe del Kremlin se ha convertido en un ídolo para los rupturistas de toda laya.

Con el objetivo no declarado aunque evidente de desestabilizar a quienes discrepan con él y castigan la economía rusa con sanciones, Putin intenta crear un eje prorruso en el mundo. Emplea para ello la propaganda a través de sus medios de comunicación y financia think-tanks y partidos políticos de corte radical, populista, nacionalista e independentista. Sobre todo en Europa.

Se sospecha incluso que utiliza hackers para piratear información y usarla contra sus antagonistas. Así lo denunció el Partido Demócrata. Según reconoció esta semana el viceministro de Exteriores ruso, Serguéi Riabkov, «hubo contactos» entre Moscú y el equipo de campaña de Trump. El miércoles, cuando se supo que había ganado los comicios, la Duma (Cámara baja) estalló en aplausos, el único Parlamento del mundo que lo hizo como gesto de felicitación al nuevo presidente de EE.UU. Y es que, según el portavoz del Kremlin, Putin y Trump «tienen un enfoque muy próximo en política exterior».

El presidente ruso sigue abrigando la esperanza de llegar a un acuerdo con EE.UU. para repartirse el mundo en zonas de influencia porque cree que, si tal pacto hubiera existido, la crisis ucraniana nunca hubiese estallado. Putin considera Ucrania más que un patio trasero, ya que allí surgió la Rus de Kiev, el primer Estado ruso, y recrimina a Estados Unidos y a Europa por habérsela arrebatado. Su lógica es la misma que empleó Stalin cuando propició la firma con la Alemania nazi, en agosto de 1939, del acuerdo Mólotov-Ribbentrop, convenio que permitió a la URSS anexionarse Estonia, Letonia, Lituania y Besarabia, además de ocupar el este de Polonia.

Mientras, Rusia utiliza a los populistas de todo el planeta como caballos de Troya, como arietes contra las actuales élites dirigentes. Ha influido en las elecciones en Montenegro, Moldavia y Bulgaria. Hasta Angela Merkel teme que Putin se inmiscuya en las legislativas alemanas del año que viene. Igual que la Unión Soviética capitaneó o inspiró durante la guerra fría los movimientos de izquierda contra el capitalismo en el mundo, la Rusia de Putin pretende ahora aglutinar a los descontentos con el actual orden mundial para articular una internacional rupturista.