Ola de saqueos y centenares de detenidos en México por el alza de los combustibles
06 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Dos fenómenos desconectados entre sí pero coincidentes en el tiempo están haciendo temblar el suelo que pisa el presidente de México, Enrique Peña Nieto. De un lado, el problema de fondo, la relación con el poderoso vecino del norte, enturbiada por los primeros gestos proteccionistas de Donald Trump, que amenaza con estrangular el crecimiento mexicano con su propuesta de subir impuestos a las multinacionales que sigan deslocalizando producción. Por otra parte, una cuestión puntual no menos preocupante: el estallido de vandalismo que desató en las últimas horas el «gasolinazo», como se denomina en México al incremento de precios de los combustibles.
Varias zonas del país se hacían acreedoras ayer al título de Paisaje después de una batalla con el que bautizó el escritor Juan Goytisolo una de sus novelas. Los disturbios en la capital, en Estado de México, Hidalgo (centro), Michoacán (oeste), o en Veracruz, Tabasco y Quintana Roo (este), dejaron un balance de un policía muerto, otro en estado crítico, saqueos en unos 250 establecimientos comerciales, decenas de ellos gasolineras, y al menos 500 detenidos. Los incidentes más violentos y el mayor número de detenciones, 430, se produjeron en Estado de México, donde según AFP la situación estuvo fuera de control, con un ambiente de psicosis agudizado por los rumores de violencia que inundaron las redes sociales.
La vida normal se desintegró en cuestión de horas, cuando los negocios de barrios populares, de clase media o acomodados, desde pequeños comercios hasta centros comerciales, cerraron sus puertas mientras que las calles se vaciaban y, por la noche, los helicópteros de la policía recorrían las zonas cercanas a la estatal Petróleos Mexicanos. En Veracruz, otro foco conflictivo, el caos obligó a efectivos de la Armada a emplear sus armas, con disparos al aire, para disuadir a los manifestantes.
Las protestas, que comenzaron en Año Nuevo con bloqueos de calles y carreteras o impidiendo el paso de camiones de combustible, corren principalmente a cargo de organizaciones de transportistas indignados por un aumento de precios que es el mayor en años y que encarece el 20,1 % las gasolinas y el 16,5 % el diésel. Se les han unido, sin embargo, otros sectores sociales porque la subida se añade a otros incrementos en productos de primera necesidad como la luz, el pan o las tortillas de maíz, alimento básico de millones de mexicanos.
Si no causara un temblor político por sí mismo, el «gasolinazo» coincide en el tiempo con los mensajes proteccionistas del presidente electo de EE.UU., Donald Trump, quien amenazó con cargar de impuestos a multinacionales con presencia en mercados globales, como Ford, General Motors y ahora la nipona Toyota, en el caso de que sigan invirtiendo en México para deslocalizar su producción. El gesto, que proyecta una sombra de incertidumbre sobre la economía del país, obligó a Peña Nieto a acometer una controvertida remodelación, rescatando para el puesto de canciller a Luis Videgaray solo unos meses después de haberlo expulsado de la cartera de Hacienda precisamente por ser el artífice de la visita a México del magnate.
Analistas citados por Efe sostienen que el nombramiento pretende «suavizar» la siguiente arremetida de Trump, que ya anunció que renegociará o cancelará el Tratado de Libre Comercio que une a Canadá, EE.UU. y México (TLCAN), lo que colocaría a este país al borde del precipicio. Pero este objetivo exterior tiene un coste doméstico muy alto para Peña Nieto. Videgaray se fue quemado del Gobierno porque dejó la hacienda pública con niveles históricos de endeudamiento y una reforma fiscal inviable por el lado de los ingresos. No se puede olvidar, además, que es el rostro de la subida de carburantes ya que la política de liberalización de precios que está incendiando el país lleva su firma.
El tuit que señala a Toyota: «Construye la planta en EE.UU. o paga un gran arancel aduanero»
Tras doblegar a las multinacionales de su país, Ford y General Motors, Donald Trump puso ayer en el punto de mira a otro gran fabricante automovilístico, aunque en este caso es japonés. Lo hizo, como ya empieza a ser habitual en su comunicación, a través de su cuenta en Twitter y con un lenguaje expeditivo que no contiene el menor rasgo de diplomacia: «Toyota Motor dice que construirá una nueva planta en Baja, México, para producir automóviles Corolla para los EE.UU. ¡DE NINGUNA MANERA! Construye la planta en EE.UU. o paga un gran arancel aduanero», amenazó el presidente electo.
Según Efe, la empresa nipona anunció en abril de 2015 su intención de invertir 1.000 millones de dólares en México para construir una nueva planta que montaría la berlina Corolla. Pero la planta que está construyendo Toyota en México desde noviembre para producir el Corolla se encuentra en el estado de Guanajuato. En Baja California, el fabricante japonés tiene ya una planta de montaje, que está ampliando, donde se produce la camioneta Tacoma. Toyota fabrica en la actualidad el Corolla, modelo que es el segundo de más ventas en Estados Unidos en el segmento de berlinas compactas, en las plantas de Misisipi (EE.UU.) y de Cambridge (Canadá).
Las amenazas de Trump contra la compañía japonesa se producen pocas horas después de que el presidente de la firma, Akio Toyoda, declarase en Tokio que mantiene una buena relación con el presidente electo y que no tiene planes inmediatos para reducir su producción en México. Toyota afirmó a los medios de comunicación, antes de que Trump publicase su tuit, que «consideraremos nuestras opciones a medida que vemos qué políticas adopta el presidente electo». Está por ver qué hace.