Donald Trump advierte al mundo de que se propone ser aún «más duro»

ADRIANA REY NUEVA YORK / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Elijah Nouvelage | afp

Colgó el teléfono al primer ministro australiano y amenazó al presidente mexicano

03 feb 2017 . Actualizado a las 18:53 h.

«No se preocupen con las llamadas tensas con los aliados... Tenemos que ser más duros. El mundo tiene problemas, pero vamos a arreglarlos». Así se refirió Donald Trump ayer a la nueva crisis que protagonizó el pasado fin de semana después de hablar con los líderes de Japón, Alemania, Rusia y Francia. Era el turno de Australia y de su primer ministro, Malcolm Turnbull. Debería de haber sido una de las llamadas más cómodas para el comandante en jefe: una conversación con un firme aliado de EE.UU. con el que comparte inteligencia y con el que ha luchado en las guerras de Irak y Afganistán. Nada más lejos de la realidad. «Fue una llamada hostil», revelaron varios funcionarios de la Casa Blanca.

La conversación terminó de manera abrupta después de que Trump «se jactase de su victoria en el Colegio Electoral» y se burlase de un «acuerdo estúpido» firmado entre Barack Obama y Turnbull según el cual, EE.UU. acogería a 1.250 refugiados de centros australianos. «La peor llamada es la suya», le espetó Trump antes de acusarlo de buscar exportar «al próximo terrorista de Boston».

«Estaba decepcionado», trató de justificar el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer. Pero el bochorno se extendió en las filas republicanas y algunos como el senador John McCain trataron de apagar el fuego transmitiendo su apoyo públicamente a la alianza entre Estados Unidos y Australia.

Amenaza a Irán

El conocido estilo populista de Trump fue puesto a prueba ayer desde Teherán: «No es la primera vez que alguien sin experiencia amenaza a Irán», dijo el gobierno iraní. Su burla llegó después del ultimátum del presidente de EE.UU. tras la última prueba de un misil balístico: «Irán está en sobre aviso», advirtió Trump.

Por si esto no fuera suficiente, otra de las crisis abiertas desde EE.UU. sumó ayer un nuevo capítulo después de que varios medios asegurasen que el republicano había amenazado a Enrique Peña Nieto con enviar al ejército a México: «Fue en tono jocoso», matizó una fuente de la nueva administración y tras el desmentido del Gobierno mexicano. Ayer por cierto, el nuevo jefe de Seguridad Nacional, John Kelly, puso plazo al muro fronterizo: «Espero tenerlo listo en dos años», anunció en televisión.

Las quejas contra la estrategia de seguridad de Trump sigue generando críticas en el bando demócrata. La exsecretaria de Estado demócrata Condoleezza Rice se unió a Madeleine Albright y cargó contra el decreto antiimigrantes. «Es desconsiderado y atenta contra nuestros valores», dijo antes de recordar que «el país no se mantiene unido por razones de raza o religión».

El magnate pide rezar por las audiencias de Schwarzenegger

Donald Trump sigue sin dejarse encorsetar por las tradiciones. Ayer lo reiteró durante el Desayuno de Oración Nacional, donde prefirió, otra vez, vestirse con el traje de showman televisivo. «Recemos por Arnold Schwarzenegger y por sus audiencias», se mofó ante la visible incomodidad de algunos presentes que esperaban un arranque de discurso con asuntos de mayor trascendencia espiritual. No fue así. Trump comenzó con esta alusión al actor y tras haber sido presentado por Mark Burnett, productor de The Apprentice. El hombre que dio vida a Terminator respondió raudo. «Tengo una idea, ¿por qué no hacemos un intercambio? Ya que eres un experto en audiencias, tú vuelves a la televisión y yo ocupo tu trabajo. Así la gente volverá a dormir tranquila», le espetó Schwarzenegger.

La reunión bipartidista a la que desde hace décadas asisten todos los presidentes sirvió para que Trump le declarase la guerra a la Enmienda Johnson, una ley que prohíbe a las iglesias y otras organizaciones exentas de pagar impuestos, hacer campaña o apoyar abiertamente a candidatos políticos: «La destruiré completamente», prometió en otro guiño a sus seguidores más ultras.

Más comedido, Rex Tillerson afrontó su primer día como secretario de Estado: «No podemos dejar que nuestras convicciones políticas obstruyan nuestra habilidad de trabajar en equipo», pidió tratando de tender puentes y marcando distancias con las críticas de Donald Trump.

Gorsuch fundó en el instituto un club llamado «Fascism Forever»

Al rechazo de los demócratas a la designación de Neil Gorsuch como nuevo juez del Tribunal Supremo estadounidense se han sumado en las últimas horas las de muchos ciudadanos que desconocían que, además de ser un ultaconservador de manual, el elegido de Donald Trump presidió un club en su instituto autodenominado Fascism Forever, (Fascismo para Siempre).

Las pruebas aportadas por el diario británico Daily Mail recogen el anuario del Instituto de Georgetown, un centro educativo regido por la comunidad jesuita y que pasa por ser uno de los exclusivos y exigentes del país, en las que se recoge la presencia de Gorsuch y algunos de sus cargos durante su etapa estudiantil.

El nuevo juez del Supremo fundó también un periódico, The Federalist, donde coincidió con Andrea Ley, su coeditor y hoy uno de los comentaristas políticos con mayor tirón en la cadena Fox News, también de ideología ultraconservadora.

En el primer número de la publicación, que aún hoy sale a la calle como revista de opinión, Gorsuch y Levy aseguran que su periódico «será diferente y desafiaremos la tradición liberal de Columbia informando a los chicos llorones -en referencia a los izquierdistas del campus- sobre la tolerancia».

Gorsuch, cuya madre fue directora de la Agencia de Protección del Medio Ambiente, también utilizó su publicación para burlarse de los nombramientos del demócrata Joe Biden.