El sueño del califato ha terminado después de tres años y sus centros de poder son ahora puro escombro
19 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Ha terminado la batalla para liberar Raqa, pero sigue la guerra contra el Estado Islámico (EI) y contra Al Qaida, cuyo brazo sirio controla la provincia de Idlib. El sueño del califato ha terminado después de tres años y sus centros de poder son ahora puro escombro.
Los servicios de información de EE.UU. elevan a más de 60.000 los yihadistas muertos desde junio del 2014, entre ellos la mayor parte de altos cargos, pero es una incógnita el número de seguidores del califa que se han reagrupado en el valle del Éufrates, en la zona desértica que une Irak y Siria, los que se han colado entre los civiles para formar células durmientes, los que han emigrado a Idlib para pasarse a las filas de Al Qaida o los que han regresado a sus países de origen.
«Acabado el califato del EI, vuelve la insurgencia del EI», anunció el analista Hasán Hasán, coautor de ISIS: Inside the army of terror, nada más anunciarse la liberación de Raqa. Expertos en lucha antiterrorista como Patrick Ryan y Patrick Johnston ya alertaron en un artículo publicado en la web especializada War on the Rocks, que el «EI repetirá lo que ya hizo en el pasado y tras la derrota desaparecerán del primer plano. Desactivarán y dispersarán a sus milicias y reforzarán sus aparatos de espionaje, seguridad y finanzas. Por eso hay que reforzar desde ahora el trabajo de inteligencia para poder detectar y destruir posteriormente toda la red de actividades ilegales del grupo». Ha llegado el momento de saber si ese trabajo se ha realizado o no.
Amenaza global
Arranca una nueva etapa para un grupo que ha ido cambiando de nombres y cuyos orígenes se remontan a la invasión estadounidense de Irak en el 2003. En su inició trabajó en la clandestinidad para atacar a las tropas norteamericanas y a la mayoría chií. La historia del actual EI está marcada por atentados, extorsión, secuestros y la capacidad de establecer un gobierno en la sombra que cuando llegó su momento, en junio del 2014, fue capaz de gobernar la vida de millones de personas en Siria e Irak y atraer a yihadistas de todo el mundo.
Terminada la fase militar de la «guerra contra el terror», la lista de tareas es larga y urgente para evitar que el vacío de poder y las complicadas condiciones de vida en estas ciudades destrozadas y sin servicios se conviertan en caldo de cultivo para grupos como el EI. A esto se le añade el rechazo que generan en las zonas liberadas las milicias kurdas y chiíes, que han sido la punta de lanza contra el califato.
Los yihadistas vuelven a la clandestinidad, pero después de tres años dirigiendo un califato con el que han logrado que su nombre desbanque a Al Qaida como amenaza yihadista global. Su bandera ya no está en las plazas centrales de Mosul o Raqa, pero su ideología tiene capacidad de seguir motivando a musulmanes en todo el mundo.