Trump aprovecha el ataque de Nueva York para reafirmar su veto migratorio

adriana rey NUEVA YORK / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

NICHOLAS KAMM | AFP

El terrorista uzbeko planeó el crimen siguiendo instrucciones que el EI publica en redes

02 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Llevaba semanas preparando el ataque, pero no estaba en el radar del FBI. Sayfullo Saipov es el autor del atentado más grave que se ha perpetrado en Nueva York, desde los ataques terroristas del 11S y que, por el momento, se ha saldado con 8 muertos y 12 heridos. Uno de ellos es el propio Saipov, de 29 años de edad y originario de Uzbekistán. Desde su ingreso en el hospital, el terrorista no solo no se ha arrepentido de los hechos, sino que se ha mostrado orgulloso del número de fallecidos provocado tras estrellar su furgoneta contra la multitud en un carril bici del sur de Manhattan, el pasado martes. «Su plan siguió a la perfección las instrucciones que el Estado Islámico (EI) había publicado en sus redes sociales sobre cómo llevar a cabo este tipo de ataques», reveló el jefe de la unidad antiterrorista del Departamento de Policía de Nueva York, John Miller. «Sal antes de que sea muy tarde, aterroriza el 31 de octubre», rezaba uno de los mensajes difundidos por el EI. Así lo hizo Saipov quien para que no quedaran dudas de sus motivaciones dejó una nota en árabe dentro del vehículo con el que sembró el terror en la ciudad de los rascacielos: «El Estado Islámico durará siempre», escribió a mano.

Nacido en febrero de 1988, Saipov trabajaba como conductor de Uber. Vivió en Ohio, más tarde en Florida y en la actualidad en Patterson, un pequeño pueblo de Nueva Jersey, en cuya casa la policía encontró un ordenador con material relacionado con el EI. Fue este uno de los instrumentos que el uzbeko utilizó para radicalizarse en territorio estadounidense, país al que llegó legalmente en el 2010 tras beneficiarse del Diversity Visa Program (conocido como la lotería de green cards, porque se otorga por sorteo). El programa, que ofrece la ciudadanía a unas 55.000 personas al año desde que lo implantara la Administración Obama, tiene ahora los días contados. Desde que salió a la luz que el autor del ataque había conseguido la green card a través de este sistema, Trump lo ha utilizado como arma arrojadiza contra los demócratas y como argumento para, próximamente, limitar la entrada de inmigrantes a Estados Unidos. «Voy a pedir al Congreso que inmediatamente inicie el trabajo para acabar con este programa», anunció el presidente tras vincularlo a los demócratas, concretamente a su líder en el Senado, Chuck Schumer, que, según asegura el magnate, «ayuda a importar los problemas de Europa». 

Un posible envío a Guantánamo

Para reforzar su idea de que «el mal viene de fuera», explicó que «hay que actuar con más dureza e inteligencia» y que, precisamente por eso, considerará la idea de enviar a Guantánamo al terrorista. Horas más tarde, la Casa Blanca añadía que Saipov será tratado como un «combatiente enemigo», abriendo así la puerta a un juicio fuera de la normativa criminal normal. La Fiscalía Federal anunció ayer que acusa de dos cargos por terrorismo al detenido: suministrar apoyo material y recursos a una organización extranjera terrorista, y destrucción de un vehículo.

Las autoridades neoyorquinas acusaron al presidente de querer politizar la tragedia. «No es el momento de infundir un mensaje de miedo, más bien todo lo contrario», dijeron al unísono el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio y el gobernador del estado, Andrew Cuomo. Ambos aseguraron no ver «amenazas adicionales, creíbles o específicas contra la ciudad», aunque pidieron «permanecer en alerta», teniendo en cuenta que el domingo se celebra la maratón de Nueva York, uno de los eventos deportivos más importantes del año. «Será muy segura», insistió de Blasio tras explicar que se incrementarán el número de camiones con arena, además de las unidades de francotiradores y de policía secreta.

Un reencuentro de amigos argentinos que se tiñó de luto

Esperaban del viaje a Manhattan lo que cualquier turista: anécdotas, la parada obligada en lugares emblemáticos y muchas fotografías. El martes, diez argentinos que volaron a Nueva York para celebrar los 30 años de su graduación en un colegio de Rosario cumplieron con los clichés, pero de la forma más cruel posible. Rebasando las tres de la tarde se cruzaron en el camino de Sayfullo Saipov y cinco de ellos murieron a causa del atropello.

Entre los que perecieron en el ataque se encuentra uno de los promotores del reencuentro, Ariel Erlij. Este hombre, de 48 años, también fue quien tuvo la idea de realizar la fotografía del grupo a su llegada al aeropuerto de Nueva York, que todos los medios reproducían ayer. Además de convencer al resto de sus compañeros para hacer «el viaje de sus vidas», Erlij, empresario en el sector de la siderurgia, ayudó económicamente a algunos de sus amigos para que pudieran disfrutar de esta aventura que ha terminado de manera tan catastrófica.

Otro de los fallecidos, Alejandro Damián Pagnucco, de 49 años, deja una esposa y tres hijas. Más conocido como Picho, trabajaba en una empresa vinculada a la industria de la construcción. Hernán Ferruchi es otra de las víctimas mortales. Este arquitecto de 48 años, que se graduó en la Universidad Nacional de Rosario, una de las más prestigiosas del país ha diseñado importantes edificios de apartamentos de una de las zonas más exclusivas de la ciudad.

Diego Angelini, que perdió la vida a los 48 años, era también arquitecto y trabajaba en un conocido estudio de Rosario. Compartía profesión y edad con Hernán Mendoza, quien además había representado a Argentina en un campeonato sudamericano de atletismo.

Cuatro ataques en menos de un año con la impronta de esta exrepública soviética

El atentado perpetrado el martes en el corazón de Manhattan ha puesto de manifiesto que la exrepública soviética de Uzbekistán es un auténtico nido de yihadistas. En menos de un año, oriundos de este país de Asia Central de 33 millones de habitantes -la mayoría musulmanes- han segado decenas de vidas y sembrado el pánico en todo el mundo. El último golpe lo ha asestado Sayfullo Saipov, pero la historia más reciente está plagada de ejemplos. No hay más que echar la vista atrás y recordar las masacres del pasado 31 de diciembre en una discoteca de Estambul, donde perecieron 39 personas; el ataque en el metro de San Petersburgo en abril, que dejó 14 muertes o el atentado de Estocolmo que conmocionó a toda Europa días más tarde y que dejó un balance de cuatro fallecidos.

Aunque el veto migratorio impulsado por Trump a países con mayoría musulmana no afecta a Uzbekistán, este país laico lleva tiempo en el punto de mira de la Casa Blanca por ser una importante cantera de terroristas. No en balde, el pasado febrero el Departamento de Estado advertía a los ciudadanos estadounidenses residentes en Uzbekistán y a aquellos que tuviesen planeado viajar al país asiático que tomasen precauciones, ya que «simpatizantes de grupos terroristas como el Movimiento Islámico de Uzbekistán han expresado sus sentimientos anti Estados Unidos y han atacado los intereses del Gobierno en el pasado». Otro de los factores que ha impulsado a gran cantidad de jóvenes a radicalizarse es que desde que se independizase de la Unión Soviética, la economía de los uzbekos no ha conseguido despegar. Un hecho que se vincula con el hermetismo y férreo control que Karimov, el líder del país hasta su fallecimiento el pasado año, mantuvo durante casi tres decenios. 

La sombra de Boston

En la última década, otro de los golpes terroristas que ha azotado a Estados Unidos ha llevado la impronta de una exrepública soviética de Asia central. En el atentado de la maratón de Boston en abril del 2013, dos hermanos de origen checheno detonaron varios artefactos explosivos de fabricación casera, provocando así la muerte de tres personas y casi 200 heridos. Como en el caso de Sayfullo Saipov, estos terroristas llevaban años afincados en Estados Unidos.