Italia entra en territorio desconocido

María Signo ROMA / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

MIGUEL MEDINA / AFP

La Liga Norte y Movimiento 5 Estrellas reclaman su derecho a gobernar pese a no tener mayoría

05 mar 2018 . Actualizado a las 23:29 h.

Luigi Di Maio, del Movimiento 5 Estrellas (M5E), y Matteo Salvini, de la Liga Norte, reclamaron este lunes su derecho a formar Gobierno en Italia, pese a no tener mayoría. Ambos se consideran los ganadores de unos comicios que han revolucionado el sistema político italiano mandando a casa a muchos de los que hasta hace poco eran sus protagonistas. Las dos formaciones populistas y eurófobas han conseguido atraer a los desencantados que rechazan la política tradicional. Es una Italia dividida entre un norte que elige a la ultraderecha xenófoba de Salvini y un sur que prefiere el antisistema Di Maio. Un bipolarismo que deja al país en territorio desconocido, sin un partido o coalición capaz de gobernar en solitario ya que nadie logra el 40 % que da la mayoría absoluta, con la nueva ley electoral.

Los resultados colocaron al M5E como el partido más votado, con el 32, 6 % de los sufragios en el Congreso y el 32,54 % en el Senado, por los cuales su candidato a primer ministro, Luigi di Maio, se presentó como el «vencedor absoluto» y reivindicó su derecho a formar un Ejecutivo. «Sentimos la responsabilidad de gobernar», dijo antes de proclamar el inicio de una nueva era, la de la «Tercera República», es decir, la «república de los ciudadanos», y anunciar que está abierto a negociar con otras fuerzas. Una novedad ya que hasta ahora el M5E rechazaba pactar con los partidos tradicionales.

También Matteo Salvini estaba exultante tras consumar el sorpasso a su aliado Silvio Berlusconi, que pierde el liderazgo de la derecha después de 25 años

La Liga superó con el 17,48 % de votos en la Cámara y el 17,76 % en el Senado a Forza Italia del ex-Cavaliere, que solo logro el 15 %. Como líder de la coalición más votada, Salvini también reclamó el cargo de primer ministro. «Tenemos el deber y el derecho de gobernar», anunció, aunque se mostró fiel a la alianza forjada con Berlusconi porque «no me gusta cambiar de equipo en la mitad del partido». También excluyó pactos «extravagantes» disipando las dudas sobre una posible acuerdo con el M5E. Para el antieuropeísta y xenófobo Salvini, su triunfo demuestra que «los italianos han decidido recuperar su país y liberarlo de la precariedad y la inseguridad de Renzi, de Bruselas, de la prima de riesgo y de las pateras». Los esfuerzos de Berlusconi para ofrecer la imagen de una derecha moderada y europeísta no han servido ante el discurso populista de Salvini que no solo se ha hecho fuerte en el norte, sino que ha atraído a muchos votantes del centro y del sur.

La formación de Gobierno será una tarea ardua para el presidente de la República, Sergio Mattarella, que solo dará el encargo a quien se asegure el apoyo en el Parlamento. Será hacia finales de mes, tras la sesión constitutiva del Parlamento del 23 de marzo, cuando inicie los trámites. Descartada la posibilidad de un ejecutivo Forza Italia- Partido Democrático (PD), las otras alternativas pasan siempre por Liga y el M5E.

Al centro derecha no le salen las cuentas para tener el apoyo del Parlamento y además está la incógnita de si Berlusconi cederá el liderazgo a Salvini. Di Maio representa el partido más votado y podría conseguir el apoyo del PD y del izquierdista Libres e Iguales (LeU). Tampoco se puede descartar la peor de las posibilidades, una alianza M5E y la Liga que los mercados y Europa no acogerían bien.

La Bolsa de Milán reaccionó con relativa tranquilidad y la prima de riesgo se situaba en los 136 puntos básicos. El grupo Mediaset de Berlusconi fue el que sufrió mayores pérdidas.

 

Matteo Renzi dimite ante la debacle de su partido, pero pospone su marcha

M. S.

El gran perdedor de los comicios ha sido el Partido Democrático (PD) de Matteo Renzi que ha sufrido la mayor debacle de su historia al obtener tan solo 19,5 % de los votos. El terremoto electoral se ha llevado por delante a muchos de los pesos pesados del partido que esta legislatura no se sentarán en el Parlamento. El mal humor y la tensión era evidentes en las filas del centroizquierda en espera del anuncio de dimisión de su secretario general. Una renuncia que al final se produjo, pero que no será inmediata. «Dejo el partido, pero después de la formación del Gobierno», anunció Renzi.

El florentino opta por seguir al frente del PD durante el período de consultas para la formación del nuevo Ejecutivo y hacer cumplir así su máxima de que el partido no sellará ninguna alianza y pasará a la oposición. «No vamos a ser la muleta de fuerzas antisistema», dijo. Y dejó constancia de que «de Di Maio y de Salvini nos separan tres elementos: su antieuropeísmo, su antipolítica y la utilización del odio verbal».

La decisión de posponer la dimisión no ha gustado a una parte del PD. El portavoz en el Senado, Luigi Zanda, dijo que «las dimisiones se dan o no se dan, Y si se decide, se dan sin condiciones». Se abre ahora un período difícil hasta la elección de un nuevo secretario por primarias en un congreso.

La formación italiana se suma a la debacle de la socialdemocracia en la Unión Europea. En su peor debacle, el PD pierde hasta en la región más roja, la Romaña. Tan solo se mantiene fuerte en las grandes ciudades como Roma, Milán o Turín. Malos resultados que se extienden también a Libres e Iguales (LeU), los socialistas de Pietro Grasso escindidos del PD y que apenas alcanza el 3,5 % de los votos pero que le permite entrar en el Parlamento.

Los malos resultados también hipotecan el fututo político del actual jefe del Gobierno, Paolo Gentiloni. Su figura es apreciada por la opinión pública, pero no podrá presidir el gobierno de unidad nacional al que el presidente Sergio Mattarella podría recurrir si ninguna formación consigue formar un Ejecutivo y la solución pasa por ir de nuevo a las urnas.

El partido de Renzi paga las consecuencias de cinco años de gobierno difícil con un país sumido en una crisis económica que aún no ha superado. Las medidas impuestas por Bruselas a Roma fueron interpretadas como una conspiración del rico norte alemán contra el sur. Además, Italia se ha sentido abandonada en la crisis migratoria y la intransigencia de muchos países de la UE.