Liberan en Egipto al fotoperiodista Shawkan, tras cinco años encarcelado

Redacción LA VOZ

INTERNACIONAL

El reportero Mahmud Abu Zeid juega con su sobrina en su casa en El Cairo tras ser liberado
El reportero Mahmud Abu Zeid juega con su sobrina en su casa en El Cairo tras ser liberado KHALED DESOUKI | AFP

Su único delito fue plasmar con su cámara la represión de una manifestación islamista que acabó en una masacre

05 mar 2019 . Actualizado a las 08:06 h.

Cinco años y medio han tenido que transcurrir para que el fotoperiodista egipcio Mahmud Abdelshakur abu Zeid, más conocido como Shawkan, pudiera sostener de nuevo una cámara en su hogar. A primera hora de este lunes ha sido puesto en libertad tras haber cumplido la condena impuesta en la macrocausa por la matanza de la plaza de Rabaa al Adauiya en agosto de 2013. Su único delito fue plasmar con su cámara la represión de la manifestación islamista, que protestaban contra el derrocamiento militar del presidente Mohamed Mursi, y que terminó en una masacre.

Shawkan salió de la comisaría de Policía de Al Haram, situada en Guiza, en El Cairo. Una imagen difundida por la campaña para liberarlo lo confirmaba: «¡Bienvenido, asfalto!... Shawkan es libre», decía el mensaje en Twitter en el que aparecían su padre y hermano del fotógrafo, cuya detención produjo una oleada de críticas contra Egipto. Una vez en su austero hogar en Guiza, a las afueras de El Cairo, el fotógrafo pudo sentarse y abrazar a la familia en sus primeras horas de libertad.

«Soy una persona a la que no le gusta pensar en lo que ha dejado atrás. Lo que pasó, se acabó, no puedo pensar en ello ni vivir con ello y no poder salir de ahí. Al revés, tengo que mirar hacia delante y continuar mi camino», indicó el fotógrafo en su domicilio de Guiza, en El Cairo.

«Lamentablemente cuando estudiamos periodismo nos enseñaron que uno no debe ser una parte del suceso sino transmitir el suceso», aseguró Shawkan en su domicilio de Guiza, en El Cairo, según recoge Efe. «Agarraron las cámaras y nos llevaron al estadio. Mis colegas fueron liberados dos horas después y yo estaba esperando mi turno para salir», dijo, al recordar cómo fue arrestado junto a dos periodistas extranjeros que fueron liberados y él no.

El desalojo acabó con una masacre de entre 600 personas (según fuentes oficiales) y 800 (de acuerdo con diversas ONG) y llevó a una macrocausa en la que fueron condenadas 75 personas a muerte y cientos a penas de prisión, ninguna de ellas miembro de las fuerzas de seguridad. Tras la represión de estas protestas, se produjeron durante meses numerosos enfrentamientos con la policía, que causaron cientos de muertos. Mohamed Mursi, elegido en el 2012 tras las revueltas del 2011 que pusieron fin al régimen de Hosni Mubarak, fue derrocado por el Ejército. El arquitecto del golpe y actual presidente, Abdel Fatah al Sisi,  ha instaurado un régimen autoritario.

Shawkan fue incluido en la macrocausa junto a dirigentes islamistas y participantes y sentenciado el 8 de septiembre pasado a cinco años por concentración, terrorismo, obstrucción de transporte público, uso de la fuerza contra la Policía y posesión de armas blancas. «Cuando oí la sentencia fue una sensación contradictoria, porque recibí una sentencia y a la vez iba a salir porque ya la había cumplido. Fue una sensación rara», aseveró sentado en el sofá mientras acariciaba la mano de su sobrina. Su puesta en libertad se pospuso seis meses porque el fotógrafo no pagó una multa por «destruir propiedades públicas y privadas» que le impuso un tribunal egipcio.

Shawkan devino en un símbolo de la represión existente contra los medios de comunicación en Egipto, país que ocupa el puesto 161, de entre 180 países, en la clasificación de 2018 que elabora anualmente Reporteros Sin Fronteras (RSF) sobre la libertad de prensa. RSF y Amnistía Internacional (AI) denunciaron su caso y hasta la Unesco le reconoció con un premio en la defensa de la libertad de expresión en su país.

«Soy una persona a la que no le gusta pensar en lo que ha dejado atrás. Lo que pasó, se acabó, no puedo pensar en ello ni vivir con ello y no poder salir de ahí, al revés, tengo que mirar hacia delante y continuar mi camino», decía  el fotógrafo. Shawkan está fuera pero aún deberá estar otros 5 años «bajo vigilancia», lo que significa que durante ese periodo debe quedarse doce horas y pernoctar en la comisaría.

Aquejado por la anemia del Mediterráneo y hepatitis C, contraída en prisión, Shawkan siempre realizaba un gesto con sus manos detrás de la celda que hay presente en las salas de juicios en Egipto en el que simulaba sostener una cámara. Este lunes, finalmente ha podido coger una de verdad.