Dos luchadores contra el heredero del chavismo

La Voz

INTERNACIONAL

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El presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, ha vuelto a salir a las calles. A sus filas ha incorporado al líder opositor Leopoldo López. Ambos se enfrentan de nuevo a Maduro, un exconductor de autobús que se aferra al palacio de Miraflores y no queire escuchar a su pueblo

01 may 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El chófer chavista que teme al pueblo

 

Washington promete que Nicolás Maduro no será procesado ni perseguido
Washington promete que Nicolás Maduro no será procesado ni perseguido PALACIO DE MIRAFLORES | EFE

F. ESPIÑEIRA

A Nicolás Maduro Moros (Caracas, 1962), la vida le sonrió ante el lecho del dolor del convaleciente comandante Hugo Chávez. En el 2012, en plena agonía de este, fue elegido vicepresidente plenipotenciario para neutralizar los enfrentamientos entre las distintas familias revolucionarias que pugnaban por repartirse la herencia del moribundo líder.

Maduro aprovechó los pocos meses que duró la agonía para hacerse con los resortes del poder, apoyado por los todopoderosos Diosdado Cabello y Vladimir Padrino, representantes del ala más dura del chavismo y muy señalados por sus turbios negocios por parte de la comunidad internacional.

Para entonces, el ahora presidente no tenía más que su probada lealtad al régimen como aval de presentación. Hijo de una colombiana y de un dirigente social de origen sefardí, fue un estudiante rebelde que no fue a la universidad y que trabajó de casi todo. Incluso fue guardaespaldas y, entre 1991 y 1998, conductor del transporte público. Verde, como fue apodado en la clandestinidad, entró en contacto con Chávez en 1993, conoció a la que es su esposa ahora, Cilia Flores, y le ayudó al golpista a tejer la red legal de su partido. A la sombra de Chávez, el matrimonio Maduro-Flores progresó de forma notable y amasó una gran fortuna. Acostumbrado al lujo del palacio de Miraflores desde el 2013, ha maniobrado de todas las formas posibles para aferrarse al poder y se niega a escuchar a sus paisanos y a la comunidad internacional, que le exigen democracia.

La esperanza de un cambio pacífico

Juan Guaidó, durante su intervención este jueves en Caracas
Juan Guaidó, durante su intervención este jueves en Caracas IVAN ALVARADO | Reuters

F. Espiñeira

El pasado 5 de enero nadie sabía quién era Juan Gerardo Antonio Guaidó Márquez (La Guaira, 1983). Hasta esa víspera de Reyes del 2019, era un discreto ingeniero que había sido elegido diputado por la región de Vargas bajo las siglas del partido Voluntad Popular de Leopoldo López, uno de los líderes opositores con más reputación del país. Aquel día, el joven Juan Guaidó se subió a una tarima en el centro de Caracas y sorprendió al mundo autoproclamándose presidente encargado de Venezuela, negando la legitimidad de Nicolás Maduro y exigiendo a todas las autoridades locales que no reconocieran al heredero del chavismo.

Lo que parecía una osada maniobra que podría haber dado con sus huesos en la cárcel resultó ser un movimiento de ajedrez planificado por las potencias del mundo democrático. Automáticamente fue reconocido como el interlocutor legal por casi un centenar de países de todo el mundo. Estados Unidos fue el primero, pero hubo otros muchos, entre ellos los de la Unión Europea, excepto Italia.

Guaidó, cuyo padre vive en Tenerife y tiene antepasados en Pontevedra, era la esperanza de los opositores para protagonizar una transición tranquila. Sabía que desafiando al régimen de Maduro se arriesgaba a la cárcel y ha visto cómo su mujer y su hija han sido intimidados por la policía política chavista. Pero su atrevimiento no ha cesado y desafía con pequeños gestos a la maquinaria del Gobierno que ha empobrecido al país más rico de Sudamérica todos estos años.

El luchador por la libertad que estuvo preso

 

Leopoldo López saluda a sus seguidores tras ser liberado en Caracas
Leopoldo López saluda a sus seguidores tras ser liberado en Caracas

F. e.

Pocos le habían visto personalmente desde aquellos primeros días de julio del 2017, cuando el Gobierno venezolano, tras incesantes presiones de la comunidad internacional, le permitió cambiar su condena de cárcel por incitar a disturbios callejeros por un arresto domiciliario. Compareció en un vídeo junto a su inseparable pareja, Lilian Tintori, para anunciar que iban a ser padres de nuevo y para alentar la revuelta contra un Maduro que ya entonces mostraba símbolos de debilidad. Leopoldo López, que el lunes celebró su 48.º cumpleaños (Caracas, 1971), reapareció ayer junto a Juan Guaidó para intentar movilizar a los venezolanos y dar por finiquitado de una vez el régimen chavista.

Leopoldo López pertenece a una de las familias más pudientes de Venezuela. Estudió en Estados Unidos, donde destacó como nadador. Allí fundó su primer movimiento, Primero Justicia, que acabó siendo su plataforma electoral en Chacao, cuando fue elegido alcalde en el 2000. Durante ocho años gobernó con notable éxito, para desesperación del régimen de Chávez, que intentó aniquilar su prestigio con denuncias de todo tipo y lo inhabilitó en el 2008.

Creó Voluntad Popular, el partido al que también pertenece Guaidó, para concurrir a las presidenciales e intentó unir, sin éxito, a toda la oposición, y acabó cediendo el testigo a Henrique Capriles. Fue encarcelado en el 2015, tras un juicio en el que la huida fiscala general Luisa Ortega admitió después haber manipulado pruebas y testimonios.