Los narcos de Sinaloa lanzan un pulso a López Obrador

La Voz REDACCIÓN

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JESUS BUSTAMANTE | REUTERS

La ciudad de Culiacán se convirtió en una zona de guerra tras la violencia desatada por los sicarios tras la captura del hijo del Chapo Guzman

18 oct 2019 . Actualizado a las 21:54 h.

La ciudad mexicana de Culiacán se convirtió ayer en una zona de guerra por la captura de Ovidio Guzmán, a uno de los hijos del narcotraficante Joaquín el Chapo Guzmán. Las fuerzas de seguridad se vieron obligados a liberar al vástago del narco encarcelado en EE.UU. para frenar la oleada de violencia desatada por sicarios del cartel de Sinaloa. Las redes sociales mostraron a decenas de personas armadas tomando autobuses del transporte público e incluso liberando a presos de una cárcel. El balance es de al menos ocho muertos, 16 heridos y 49 reos fugados.

Los sucesos han provocado la peor crisis del presidente de México, Andrés Manuel López Obradors. Con un discurso en el que han apelado a la paz, López Obrador y su gabinete de seguridad, en dos ruedas de prensa distintas, han aceptado errores en una fallida operación para capturar a Ovidio Guzmán. Unos hechos que han puesto al Gobierno contra las cuerdas, informa Efe.

«No puede valer más la captura de un delincuente que las vidas de las personas. Ellos [el gabinete de seguridad] tomaron esta decisión [de liberarlo] y yo la respaldé», dijo López Obrador.

Después de horas de un vacío informativo por parte de las autoridades que desató todo tipo de rumores y versiones, López Obrador dio a conocer la «verdad».

Ovidio Guzmán, sobre el que pesa una orden de extradición solicitada desde septiembre por Estados Unidos, fue hallado por un comando de 30 militares y miembros de la Guardia Nacional en un casa en Culiacán, capital del estado de Sinaloa. Para evitar su detención, el hijo del Chapo provocó horas de tiroteos y bloqueos en la ciudad, de unos 800.000 habitantes, desatando el pánico entre la ciudadanía.

Fisuras en la seguridad

Esta crisis ha mostrado el poder de los grupos de la delincuencia organizada, en este caso el cartel de Sinaloa, y ha dejado al descubierto las fisuras que registra el Gobierno de López Obrador en materia de seguridad. «Ante la violencia generalizada que se produjo, este gabinete de seguridad ordenó que se retiraran del domicilio» para acabar con esta operación «precipitada y mal planeada», reconoció el titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), Luis Cresencio Sandoval, en conferencia de prensa. También apuntó que «formalmente no hubo una detención».

Sandoval explicó que el comando entró en una vivienda sobre las 15.45 hora local del jueves (22.45 en España) en la que se identificó al hijo del Chapo y estuvo dentro de la casa hasta aproximadamente las 17.00 hora local. Poco después, comenzaron los disturbios en toda la ciudad, por lo que el gabinete de seguridad tomó «por unanimidad» la decisión de «retirar al personal» del inmueble.

El titular de la Secretaría de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, defendió la política de seguridad del actual Gobierno mexicano y añadió que «no hay ningún pacto, absolutamente ningún pacto, con el crimen organizado».

El episodio de Culiacán se sumó a los dos enfrentamientos registrados esta semana entre miembros del Ejército mexicano y civiles armados en los estados de Michoacán y Guerrero, que dejaron veintiocho muertos.