Unas municipales marcadas por el récord de abstención confirman a los ecologistas como alternativa en Francia y el ascenso del primer ministro Édourd Phillippe
29 jun 2020 . Actualizado a las 18:39 h.Lyon, Estrasburgo, Grenoble, Tours, Poitiers, Burdeos... una ola verde sumergió este domingo a numerosos ayuntamientos franceses, confirmando la tendencia que ya pudo observarse en las europeas del año pasado: los ecologistas se han consolidado como una opción de alternancia en Francia. Incluso en la capital, los parisinos han querido premiar el programa verde de la actual alcaldesa socialista, Anne Hidalgo, que revalida el puesto para los próximos seis años. Los votantes, sin embargo, ignoraron en gran medida al partido del presidente Emmanuel Macron y, en general, a las urnas. Este lunes, el inquilino del Elíseo se reúne con su primer ministro, Édouard Philippe, que cobra una dimensión particular con su triunfo en Le Havre, en medio de rumores de una amplia remodelación gubernamental para darle un giro más social y ecológico con el que pretende afrontar los dos años que le quedan en la presidencia.
Seis de cada diez votantes franceses tenía algo mejor que hacer que elegir a su alcalde. La participación cayó hasta el 40-41%, según las diferentes proyecciones, unos 20 puntos menos que en la última cita municipal, debido en gran medida al miedo al contagio, al agotamiento y la desidia.
Con los socialistas en horas bajas salvo en feudos como París, y tras el giro a la derecha del macronismo, los ecologistas han sabido recoger el guante de la izquierda y rentabilizarlo, como ya ocurrió en las elecciones europeas del 2019.
«Lo que ha ganado es la voluntad de una ecología concreta, de una ecología en acción», señaló anoche el eurodiputado Yannick Jadot, de Europa Ecología Los Verdes (EELV). En Marsella forman parte de la coalición de izquierdas que ha conseguido desbancar a los conservadores, y en la capital han sido claves para la holgada victoria de Hidalgo.
Colegios vacíos
La hispanofrancesa mantendrá el bastón de mando de la ciudad tras el acuerdo al que llegó con EELV para esta segunda vuelta. Sus rivales, la conservadora Rachida Dati, que aspiraba a reconquistar la capital tras 19 años de gobierno socialista, y la macronista Agnès Buzyn, debilitada por la accidentada campaña de su partido en la capital, no han logrado moverle la silla.
Aunque la verdadera vencedora en París y en algunos municipios de su periferia ha sido la abstención. Tres horas antes del cierre de las urnas no había votado ni uno de cada cuatro electores. En el colegio de infantil de La Grange Batelière, en el distrito nueve de la capital, Laurent, que se encargaba de revisar las cartillas de votante, explicaba que la jornada estaba siendo incluso más tranquila que en la primera vuelta. «Todo el que llega conoce bien el protocolo sanitario, viene con su mascarilla y sabe que debe guardar la distancia de seguridad, pero con este panorama -Laurent señalaba el aula completamente vacía- tampoco es que sea necesario».
Muy debilitados en el plano nacional, el Partido Socialista y la derecha de Los Republicanos han podido curarse en salud al menos en el terreno local. El partido de la rosa suspiró aliviado al mantener Lille, donde gobierna desde hace 20 años la exministra Martine Aubrey, aunque tan solo por un puñado de votos.
Algo más amarga fue la noche para los conservadores, que perdieron Marsella, su feudo durante dos décadas. Los Republicanos siguen siendo, sin embargo, el partido con más implantación local.
Ascenso de Philippe
El primer ministro Édouard Philippe consiguió salvar el honor de La República en Marcha (LREM), con cuyo respaldo contaba para el ayuntamiento de Le Havre, que el jefe del Ejecutivo ganó cómodamente. Philippe, sin embargo, no dio pistas sobre si ocupará el sillón de alcalde la semana que viene -tal vez esté incluido en los cambios en el Gobierno que prepara Macron- o si esperará unos meses como ha apuntado en otras ocasiones.
Perpiñan, en manos de la ultraderecha para disgusto de Puigdemont
El frente republicano no ha sido suficiente para frenar el impulso de la ultraderecha en Perpiñán, donde por primera vez se sentará un alcalde de la Reagrupación Nacional (RN), Louis Aliot. El enclave de la Cataluña francesa es la primera ciudad de más de 100.000 habitantes que el partido de Marine Le Pen consigue gobernar desde los años 90, y da esperanzas a la candidata ultra, que en el 2022 aspira a retar a Emmanuel Macron en las presidenciales. Para los independentistas catalanes es un duro golpe, como reconoció el expresidente catalán Carles Puigdemont, que pierde el apoyo de un territorio gobernado por un amigo, Jean-Marc Pujol.
En Perpiñán, el discurso pragmático de Aliot, centrado en acabar con la política clientelar y no tanto en los temas fetiche de su partido, como la inmigración o el islam, le ha dado sus frutos. Pese a ser diputado de la RN, el antiguo compañero sentimental de Marine Le Pen se presentaba a las municipales sin etiqueta.
«Estamos ante un sistema que se derrumba. Hemos tenido en Perpiñán el mismo personal político a los mandos desde 1959», se felicitó ayer Aliot, que obtuvo el 53% de los votos. Tras la primera vuelta ya quedó ampliamente en cabeza, con el doble de sufragios que el actual alcalde, el conservador Jean-Marc Pujol. Con el viento a su favor, ni siquiera los abandonos del candidato macronista y de la postulante de los ecologistas para crear un frente republicano contra la ultraderecha han conseguido frenarle los pies. La última gran alcaldía que había ocupado la ultraderecha en Francia fue la de Tolón en 1995.