Carlos III hereda un país sacudido por la grave crisis energética y de precios
INTERNACIONAL
![Carlos III, este lunes, junto a la reina consorte Camila, durante su intervención ante las dos Cámaras del Parlamento británico en el palacio de Westminster](https://img.lavdg.com/sc/KKhbc6K-hhnHDjMxxbjQq03pQVQ=/480x/2022/09/12/00121662993498231292225/Foto/reu_20220912_112548640.jpg)
El rey renueva su compromiso de «servicio» ante el Parlamento británico
13 sep 2022 . Actualizado a las 11:31 h.El estado de conmoción y parálisis en el que está la política británica desde que el pasado jueves se anunció la muerte de la reina Isabel II terminará apenas unas horas después de que el féretro con los restos mortales de la monarca sea depositado, el lunes 19, en la cripta de la capilla de San Jorge del castillo de Windsor.
El Gobierno de la primera ministra Liz Truss desea enfrentarse cuanto antes a la acuciante crisis inflacionaria y, por ello, tiene previsto convocar al Parlamento para el próximo día 22, para así presentar su «audaz» plan de recorte de impuestos y de reformas, según anunciaron este lunes desde el 10 de Downing Street.
Durante su campaña para suceder a Boris Johnson al frente del Partido Conservador, Truss prometió que eliminaría el nuevo impuesto establecido por su antecesor para financiar la sanidad pública y, además, que aplicaría un «tijeretazo» al impuesto de sociedades y al de las grandes rentas, para así tratar de frenar el alza de los precios y reactivar la economía.
En julio, el Reino Unido registró una inflación del 10 %, una cifra no vista en décadas y que muchos atribuyen a la subida del precio de la energía. Nada más tomar posesión del cargo el pasado día 6, Truss anunció que dejaba sin efecto la subida del 80 % en las facturas de la luz y la calefacción, que iba a entrar en vigor el próximo octubre y, además, anunció la congelación de estos recibos durante dos años. El plan costará unos 130.000 millones de libras (aproximadamente 170.000 millones de euros).
Creciente malestar
El deterioro del poder adquisitivo que vienen padeciendo los británicos ha provocado un creciente malestar, que se ha traducido en una ola de huelgas, que esta semana estaba previsto que paralizasen el servicio de Correos y la circulación de trenes. Sin embargo, el fallecimiento de la monarca dejó en suspenso estas acciones reivindicativas, aunque no ha logrado silenciar el enojo de un sector importante de la población.
El anuncio de que el Parlamento volverá a trabajar tan pronto como sea enterrada Isabel II se dio a conocer el mismo día en que su heredero, Carlos III, acudió al palacio de Westminster para recibir las condolencias de las Cámaras de los Lores y de los Comunes y para renovar su compromiso con la legalidad constitucional ante la institución donde reside la soberanía popular.
«Al estar hoy ante ustedes, no puedo dejar de sentir el peso de la historia que nos rodea y que nos recuerda las tradiciones parlamentarias vitales a las que se dedican los miembros de ambas Cámaras, con un compromiso tan personal para el bienestar de todos», dijo el nuevo rey británico, quien no dudó en calificar al Parlamento como «el instrumento vivo de nuestra democracia».
Como hizo en su primer discurso a la nación y en el que pronunció tras ser proclamado, Carlos III se comprometió ante los cerca de 900 representantes (entre diputados y lores) a seguir el ejemplo de «servicio y dedicación» de su difunta madre para «mantener los preciosos principios del Gobierno constitucional que se encuentran en el corazón de nuestra nación».
Recibidos con fanfarrias
El acto se celebró en el salón central del Parlamento, el magnífico edificio neogótico edificado en el siglo XIX, en tiempos de la reina Victoria. La llegada de Carlos III y la reina consorte Camila fue anunciada por una estruendosa fanfarria, según se pudo apreciar en la retransmisión de la BBC.
El primero en tomar la palabra fue John Francis McFall, presidente de la Cámara de los Lores, quien calificó a la fallecida soberana de «líder y servidora de su pueblo a la vez» y aseguró que la nación echará de menos su «alegre e incansable presencia tranquilizadora».
Por su parte, Lindsay Hoyle, presidente de la Cámara de los Comunes, aseguró que Isabel II «entendió el valor de una monarquía constitucional para asegurar las libertades de nuestros ciudadanos y la unidad fundamental de este reino y la Commonwealth» e instó al nuevo soberano a seguir su ejemplo.