Londres se echa a la calle para dar su último adiós a la reina Isabel II

Juan Francisco Alonso LONDRES / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

El féretro llegó esta noche al palacio de Buckingham desde Edimburgo. La capilla ardiente se abre este miércoles al pueblo británico en la sede del Parlamento

13 sep 2022 . Actualizado a las 21:22 h.

El féretro con los restos mortales de la reina Isabel II ya está en Londres, en el palacio de Buckingham, y desde allí se trasladará este miércoles a la sede del Parlamento, donde el pueblo británico podrá rendirle tributo hasta el domingo. Las autoridades dan por hecho que la posibilidad de darle el último adiós a quien durante las últimas siete décadas ocupó el trono del Reino Unido atraerá a grandes multitudes, al igual que el funeral de Estado previsto para el lunes. Y, por ello, llevan días preparando medidas para evitar el colapso de la capital y, sobre todo, para garantizar que los actos se celebren sin contratiempos y de manera segura.

Unos 10.000 policías adicionales se desplegarán en la ciudad, en particular en el triángulo conformado por la sede del legislativo, la abadía de Westminster y el palacio de Buckingham, área que este martes ya estaba prácticamente cerrada al tráfico. Los agentes tendrán dos prioridades: velar por la seguridad de las cerca de 750.000 personas que se estima que intentarán visitar la capilla ardiente y de los cerca de 500 dignatarios extranjeros que asistirán el lunes a las exequias reales.

En el Foreign Office (Ministerio de Asuntos Exteriores) han creado un grupo de trabajo especial, integrado por 300 funcionarios, que tiene encomendada la tarea de organizar la llegada de los jefes de Estado, su asistencia al funeral y su posterior regreso a sus país, según informó el diario londinense The Guardian. Desde el ministerio admiten que la tarea es titánica, pues equivale a condensar en 24 horas «cientos de visitas de Estado a la vez»

El prólogo escocés

Los actos celebrados en Edimburgo, donde este fin de semana tuvieron lugar las primeras ceremonias religiosas y militares en honor a la soberana, anticiparon lo que se puede vivir en Londres a partir de este miércoles.

Miles de personas se echaron a las calles de la capital escocesa para ver el cortejo fúnebre de la reina, cuando fue trasladado desde el castillo de Balmoral, donde falleció el pasado jueves, hasta al palacio de Holyrood y luego desde esta residencia real a la catedral de Saint Giles y, por último, desde el templo hasta el aeropuerto de Edimburgo. En la catedral de Saint Giles, unas 26.000 personas pasaron ante al féretro de Isabel II, aseguró la BBC. Sin embargo, miles más sufrieron la decepción de no poder rendirle homenaje, porque las autoridades las dispersaron horas antes de que el féretro emprendiese su último viaje a la capital británica. En Londres se estima que algo similar ocurrirá, porque se calcula que solo 350.000 personas podrán pasar por la capilla ardiente y que algunas deberán esperar hasta 36 horas para hacerlo.

Durante los primeros actos en memoria de la reina, se registraron incidentes menores protagonizados por grupos antimonárquicos, que realizaron protestas tanto en Edimburgo como en Cardiff (Gales). Varias personas fueron detenidas en las últimas horas y al menos dos fueron imputadas por «alteración del orden público». Desde la organización Republic prometen más acciones reivindicativas durante estos días.

Para asegurarse de que las exequias de Isabel II sean otro ejemplo de la famosa y precisa pompa británica, los cientos de soldados que participarán en las paradas y desfiles iniciaron este martes sus ensayos. Miembros de la Guardia Real ataviados con sus tradicionales uniformes rojos y sus largos gorros de piel negra desfilaron esta mañana por el Mall (la avenida que conecta Buckingham con Trafalgar Square y con Westminster).

Primeras polémicas

El diario The Guardian reveló este martes que Carlos III anunció que al menos un centenar de personas que venían trabajando para él en Clarence House, su anterior residencia londinense, serán despedidos. 

«El cambio en el rol de nuestros superiores [por los reyes] también significará un cambio para esta casa [...] y Clarence House se cerrará», se lee en una carta que Clive Alderton, asesor del nuevo monarca, le envió a los afectados, muchos de los cuales esperaban mudarse a Buckingham. Los funcionarios habrían recibido la noticia al mismo tiempo que se celebraba la primera ceremonia religiosa en honor a Isabel II en Edimburgo.