El Ejército español dispone de 108 Leopard, aunque unos 50 están fuera de servicio

Mateo Balín MADRID / COLPISA

INTERNACIONAL

Pep Morell | EFE

El Leopard 2A4 es un carro alemán alquilado hace 25 años, la mitad de su dotación lleva una década aparcada en Zaragoza y el resto se usan para maniobras puntuales

24 ene 2023 . Actualizado a las 22:06 h.

El Ejército español dispone de 108 carros de combate Leopard 2A4, el modelo que reclama Ucrania para detener el avance ruso y preparar una contraofensiva en la próxima primavera. Se trata de unas unidades que se alquilaron a Alemania en 1995, llegaron tres años más tarde y finalmente se compraron en el 2005 por unos 15 millones de euros. De esta cantidad, 53 están fuera de servicio desde hace una década, cuando fueron aparcados en el centro logístico de Casetas (Zaragoza), dentro de un almacén de larga estancia.

En un primer momento, estos carros de combate fueron distribuidos entre las brigadas mecanizadas en Córdoba y Badajoz y en la unidad de instrucción de Zaragoza. También se mandaron unidades a Vitoria, Valladolid y Madrid. Pero con la llegada del moderno Leopard 2E a partir del 2003, fabricado por la firma española Santa Bárbara (hoy General Dynamics), se enviaron los veteranos 2A4 alemanes en activo a las regimientos de caballería de Ceuta y Melilla, además de mantenerse en las anteriores unidades. 

La previsión respecto a los blindados pesados que están en Casetas era aprovechar el material acorazado excedente de plantilla en determinadas unidades. Para ello, se diseñó un programa de transformación del modelo alemán en vehículos especiales de carro de zapadores y en vehículos lanzapuentes para darles una salida.

En una visita de la ministra de Defensa en verano pasado a la Agrupación de Apoyo Logístico número 41 (AALOG 41) de Zaragoza apuntó a que su estado era «absolutamente lamentable». «Están en unas condiciones que no se pueden utilizar y no los podemos dar porque serían un riesgo para las personas», afirmó Margarita Robles.

Pero la realidad de la guerra ha cambiado medio año después y en caso de ceder a la presión de los aliados (UE y OTAN), y colaborar con este material de destrucción, habría que desmontar los tanques, ver las piezas que sirven y volver a ensamblarlos, rescatando así el mayor número posible de carros de combate.

Otro proceso posible es lo que en el argot militar se denomina «canibalizar», es decir, reponer con piezas de otros vehículos que sean compatibles, al igual que se hace con los aviones, en busca de su operatividad.

El Leopard es uno de los carros de combate clave de las unidades acorazadas del continente europeo. Tras Alemania y Grecia, España es el país con mayor dotación. Son más rápidos que los T-72 rusos, alcanzan 68 kilómetros por hora y son menos pesados, casi diez toneladas menos (55), y con la misma autonomía (unos 500 kilómetros) que los Abrams estadounidenses.

En su armamento dispone de un cañón de 120 mm con capacidad para lanzar hasta 42 proyectiles a más de dos kilómetros de distancia y dos ametralladoras de calibre 7,62 mm. Entran cuatro tripulantes (conductor, artillero, jefe de carro y cargador) y su blindaje va de los 13 a los 110 mm de chapa de acero.

El hermano aventajado del 2A4 es el Leopard 2E, cuyas 219 unidades del Ejército español fueron fabricadas entre el 2003 y el 2008 tras lograr la patente alemana. El coste por unidad supera los 11 millones de euros. Este es el carro de combate, por ejemplo, que Tierra despliega en la misión de la OTAN en Letonia para prevenir la amenaza rusa, que está en marcha desde finales del 2017.

Un salto cualitativo 

Para el coronel retirado Manuel Morato, perfecto conocer de este sistema de armas tras su paso por la División de Asuntos Políticos del Cuartel General de la OTAN, la disposición del Leopard 2A4 es un «salto cualitativo de consecuencias muy graves», más allá de las económicas, que no va a tener «especial repercusión» en el cambio de los designios de la guerra, vaticina.

La razón es que Rusia «no ha puesto toda la carne en el asador» y si entran tanques aliados a Ucrania la escalada tendría mayores repercusiones. «Falta debate y es muy peligroso que la UE se deje arrastrar por las inercias de los centros de decisión, que ya tienen una postura tomada», avisa Morato, presidente del Instituto de Debate y Análisis de Políticas de Seguridad (IDAPS).

«Qué se puede perder y qué se está perdiendo, esta es la cuestión. España debería ser más prudente y velar por nuestro intereses a futuro», recomienda el coronel retirado, ex agregado militar de la OTAN en Moscú.