Treinta años de paz rota entre israelíes y palestinos tras los Acuerdos de Oslo

Pablo Medina MADRID / LA VOZ

INTERNACIONAL

Bill Clinton con Isaac Rabin y Yaser Arafat, el 13 de septiembre de 1993 en la firma de los Acuerdos de Oslo en la Casa Blanca.
Bill Clinton con Isaac Rabin y Yaser Arafat, el 13 de septiembre de 1993 en la firma de los Acuerdos de Oslo en la Casa Blanca. Europa Press / Contacto / Mark Reins | EUROPAPRESS

La política de represión a Palestina se ha acentuado bajo el Gobierno de Benjamín Netanyahu. Lejos de reconocer a Palestina como Estado, los colonos que ocupan Cisjordania ya han aumentado en 700.000 según recoge la ONU. Además, las incursiones israelíes en ciudades como Yenín o Hebrón, violando los acuerdos, han acabado con 174 civiles, muchos de ellos menores

15 oct 2023 . Actualizado a las 22:36 h.

El apretón de manos de Isaac Rabin y Yaser Arafat —las máximas autoridades de Israel y Palestina en 1993 respectivamente— tras rubricar los Acuerdos de Oslo frente al entonces presidente estadounidense Bill Clinton no ha persistido en la memoria de Oriente Medio. Los documentos acabaron siendo papel mojado y, ahora, los palestinos siguen sin Estado, Israel ha aumentado su influencia internacional y su economía considerablemente y los muertos siguen sembrando un campo que pasa poco a poco a manos de colonos ultraderechistas.

Yaser Arafat, desde el exilio en Túnez, e Isaac Rabin, con Simón Peres de ministro de Exteriores, negociaron esencialmente el reconocimiento de Israel como Estado con derecho a «vivir en paz» y a la Autoridad Nacional de Palestina (ANP) como organismo de autogobierno de Cisjordania, además de un reparto mixto de la seguridad en dicho territorio. Además, se mantendría un «diálogo permanente» para la cuestión de los refugiados, las fronteras y el estatus de Jerusalén, que ambas partes reivindican como su capital.

El sueño de Oslo desaparecería en 1995. Delante de 100.000 personas, el ultraortodoxo Yigal Amir mataría a Rabin durante un discurso por la paz. A partir de ahí, correría la sangre. Ariel Sharon, tras alcanzar el puesto de primer ministro, despertaría la segunda intifada (2000-2005) tras visitar la explanada de las mezquitas de Jerusalén, causando más de 1.000 muertos israelíes y más de 5.000 entre los palestinos.

Desde entonces, la política de represión a Palestina se ha acentuado bajo el Gobierno de Benjamín Netanyahu. Lejos de reconocer a Palestina como Estado, los colonos que ocupan Cisjordania ya han aumentado en 700.000 según recoge la ONU. Además, las incursiones israelíes en ciudades como Yenín o Hebrón, violando los acuerdos, han acabado con 174 civiles, muchos de ellos menores. Además, los ataques en la Franja de Gaza por las acciones de Hamás y Yihad Islámica resultan siempre en carnicerías.

También el estatus de Jerusalén ha sido violentado, especialmente por su reconocimiento como capital de Jerusalén por el expresidente estadounidense Donald Trump. Amnistía Internacional ha documentado que un 35 % de las propiedades de árabes, musulmanes y cristianos, han sido expropiadas por el Estado.

Todo con la connivencia de un ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir: «Tenemos que colonizar la tierra de Israel y al mismo tiempo lanzar una campaña militar, volar edificios y asesinar terroristas», aseguró en una visita a un asentamiento colono.