Más de 20.000 muertos en Libia tras el huracán: «El mar arroja cadáveres constantemente»

m. salgado REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

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El ciclón crea lagos en pleno desierto, hay 30.000 desplazados por las inundaciones y Unicef tacha de «negligencia grave» la rotura de las dos viejas presas que arrasaron la ciudad de Derna

14 sep 2023 . Actualizado a las 16:10 h.

«El mar arroja cadáveres constantemente», se lamenta Hichem Abu Chkiouat, ministro de Aviación Civil del este de Libia, tres días después del paso del huracán Daniel. Fuentes hospitalarias del país elevaron ayer a 20.000 la cifra de víctimas mortales, aunque transcurrirá mucho tiempo hasta que se confirme un número definitivo de fallecidos, reconocieron. De hecho, las personas desaparecidas en las inundaciones ascienden a 10.000, según la Media Luna Roja.

Patrullas marítimas rescatan sin descanso cuerpos a lo largo de la franja costera libia y los depositan en calles y plazas. Allí, tapados con sábanas y mantas, forman interminables hileras fúnebres, a la espera de que alguien los reconozca. En Derna, la zona cero del huracán, dos hospitales se han convertido en morgues improvisadas, según informa The Guardian, pero son insuficientes. La necesidad de enterrar los cadáveres esparcidos por la ciudad para prevenir el riesgo de epidemias ha obligado a los equipos de rescate y voluntarios a cavar fosas comunes, como la del cementerio de Martouba.

 La falta de agua potable, la contaminación de las redes de suministro, la escasez de alimentos y la avalancha de cadáveres han puesto en alerta a la Organización Mundial de la Salud, que advirtió sobre el peligro de epidemias, «especialmente entre los niños», y confesó que «las posibilidades de encontrar supervivientes están disminuyendo», informa la agencia Colpisa.

Los más vulnerables del país

Los más vulnerables de la ya de por sí vulnerable Libia —los migrantes que estaban en Derna de paso para intentar cruzar el Mediterráneo y llegar a Europa— han sido los más castigados. Se alojaban en casas muy precarias en las zonas del puerto y el valle, totalmente arrasadas. En esta ciudad hay, al menos, 30 kilómetros de carreteras colapsadas, 90 hectáreas inundadas y cinco puentes destruidos. A esta urbe, casi inaccesible por carretera, solo se puede llegar en helicóptero o por dos entradas desde el sur, lo que está ralentizando la ayuda humanitaria. «No tenemos nada pasa salvar a la gente, ni máquinas», se quejaba el sanitario de una ambulancia.

Una devastación a gran escala que revelan las imágenes de satélite tomadas antes y después de que Daniel tocara tierra libia y que muestran la creación de nuevos lagos en pleno desierto. También preocupa el número de desplazados: unos 30.000, solo en Derna, según la Organización Internacional de las Migraciones, a los que habría que sumar 6.000 en Bengasi, Al Baida y Al Mjelei.

Aunque militares libios pidieron que no se busquen culpables y achacaron la tragedia a que era «el destino de dios», Unicef tachó de «grave negligencia» el estado de abandono de las dos viejas presas que reventaron durante las lluvias torrenciales. «El aliviadero descuidado de la presa, que no había sido limpiado durante mucho tiempo, no logró drenar el agua. Como resultado, la presa se derrumbó y el agua arrasó la ciudad», concluyó.

La ayuda internacional llega lentamente de vecinos como Egipto, Turquía y Emiratos Árabes, y de Estados europeos como Francia, Italia, Alemania, Finlandia y Rumanía, tres días después de un huracán que ha borrado medio país.