Trump sigue fuera del alcance de los participantes del tercer debate republicano

Miguel Palacio NUEVA YORK / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Donald Trump en un mitin en Florida
Donald Trump en un mitin en Florida OCTAVIO JONES | REUTERS

El magnate volvió a optar por contraprogramar con un mitin: «Nadie los está viendo, todo el mundo nos mira a nosotros»

10 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El elefante se volvió a quedar fuera de la habitación. De nuevo, cinco precandidatos se veían las caras en el tercer debate de las primarias republicanas y, de nuevo, faltaba uno: el principal, el omnipotente, Donald Trump. Otra vez optó por contraprogramar con un mitin y, otra vez, lo que sucedió sobre el escenario del Centro de Artes Escénicas Adrienne Arsht del Condado de Miami-Dade, pareció incapaz de alcanzarle.

Sobre dicho escenario estuvieron Chris Christie, exgobernador de Nueva Jersey; Ron DeSantis, gobernador de Florida; Nikki Haley, exembajadora ante la ONU; Tim Scott, senador por Carolina del Sur; y el millonario Vivek Ramaswamy. Los ausentes, Asa Hutchinson, exgobernador de Arkansas, y Doug Burgum, gobernador de Dakota del Norte, no tenían los apoyos necesarios para participar. El noveno candidato, Mike Pence, retiró su candidatura hace dos semanas.

Si bien Trump no estuvo presente —optó por dar un mitin en Hialeah, a menos de 15 kilómetros—, su influencia se hizo notar. Los moderadores lo invocaron ya en la primera pregunta: «¿Por qué debe ser candidato uno de ustedes y no él?». Una pregunta que, dada la ventaja que el expresidente tiene sobre sus rivales internos, era la pregunta, y que casi podría haber copado la totalidad de la velada.

Las dos horas de debate, organizado por la NBC, llegaban a escasos días de que los republicanos recibieran un correctivo importante en las elecciones estatales. Un hecho que solo DeSantis utilizó en su primera respuesta para atizar a Trump: «Nos dijo que nos íbamos a cansar de ganar, y yo estoy cansado de perder» afirmó. En cambio, dijo, en Florida él sí que ha conseguido «demostrar cómo se hace».

Las respuestas de los presentes a la pregunta dieron más cuenta de sus posicionamientos pretendidos que de lo que les preguntaban, casi como si su victoria no pasara por derrotar al magnate neoyorquino. Haley optó por enumerar los problemas que atacaría como presidenta, y solo afirmó de Trump que «fue el presidente correcto en el momento correcto» y que ya no lo era. Ramaswamy respondió con una mezcla de teorías conspirativas y ataques a la prensa, marca de la casa, que sazonó con una mención a la tríada mediática favorita de la derecha radical estadounidense: Tucker Carlson, Elon Musk y Joe Rogan, preferibles, según él, a los moderadores del debate. Christie afirmó que alguien dedicado a tiempo completo a mantenerse fuera de la cárcel no puede liderar un partido, y mucho menos los Estados Unidos. Y Scott, olvidándose de Trump, respondió que su causa era la de devolver el país a la fe «judeocristiana».

Tuvo algo de brillo la participación de Nikki Haley, apalancada en una mejoría en las encuestas que data de las últimas semanas, y que estuvo muy cómoda en un debate que tenía lugar cuando la política internacional está patas arriba. Había hablado con Benjamin Netanyahu, afirmó, y le había dicho que «acabase» con Hamás.

Por su parte, Trump, cuyo mitin contó con una nutrida multitud, se burló del debate de sus rivales. «Nadie los está viendo. Todo el mundo nos está mirando a nosotros», dijo, intocable, mientras continuaba fuera de la habitación.