Los rebeldes sirios toman el centro de Alepo sin resistencia del Ejército

Mikel Ayestaran ESTAMBUL / COLPISA

INTERNACIONAL

Varios combatientes rebeldes sirios rezan en Alepo, después de los combates.
Varios combatientes rebeldes sirios rezan en Alepo, después de los combates. Mohammed Al-Rifai | EFE

Los insurgentes logran conquistas con las que no soñaban desde hace años y agitan un avispero con múltiples intereses en la región

30 nov 2024 . Actualizado a las 23:15 h.

El siguiente capítulo de la guerra en el Líbano se escribe en Siria, donde los grupos armados de la oposición tomaron este sábado Alepo, toda la provincia de Idlib y avanzaron sobre Hama. Los enemigos de Bachar al Asad han aprovechado que sus dos grandes aliados, Rusia y Hezbolá, están ocupados en otros frentes y han asestado un golpe sorpresa.

Miles y miles de civiles —algunos cálculos los sitúan por encima de los 14.000— escapan de la segunda ciudad de Siria, que los milicianos han tomado sin apenas resistencia de un Ejército que ha colapsado. Rusia realizó este sábado algunos bombardeos aéreos, pero Al Asad necesitará mucho más para recuperar el territorio perdido. De momento contará con el apoyo diplomático de Irán, que envía a su ministro de Exteriores de gira a Damasco y Ankara para analizar la situación. El Ejército emitió un comunicado para informar de su «repliegue temporal» de Alepo y de la muerte de «decenas de soldados a manos de los grupos terroristas».

Localidad a localidad, en la zona agrícola, y barrio a barrio, dentro del casco urbano, los militares abandonaron sus posiciones y esto permitió al enemigo llegar al corazón de Alepo. Los dos millones de habitantes de la ciudad se acostaron el viernes bajo el control del régimen de Bachar al Asad y despertaron con la bandera negra, blanca y verde de la oposición ondeando en la fortaleza.

En la operación militar participan unas diez facciones opositoras y la principal fuerza la componen los islamistas de Hayat Tahrir al Sham, antes Frente Al Nusra, el brazo sirio de Al Qaeda. Operan bajo el paraguas de un organismo llamado Administración de Operaciones Militares y en apenas 48 horas han logrado avances con los que no podían ni soñar en los últimos cuatro años.

El líder de Hayat Tahrir al Sham es Abu Mohammad al Golani, dirigente salafista nacionalista, partidario de imponer la sharía (ley musulmana) en el país y por cuya captura Estados Unidos ofrece una recompensa de diez millones de dólares. En Idlib también hay presencia del grupo yihadista Estado Islámico.

El periodista sirio Okba Mohammad destacó que las zonas donde actualmente se llevan a cabo las operaciones estaban bajo un acuerdo de «desescalada» firmado en el 2019 entre Rusia, Irán y Turquía, un pacto que ha sufrido reiteradas violaciones con bombardeos de aviación y artillería.

El avispero sirio se reactiva después de cinco años de calma tensa en los que estas facciones rebeldes han permanecido en la provincia de Idlib, zona bajo influencia de la vecina Turquía. El conflicto se había convertido en una guerra de baja intensidad, pero la herida seguía abierta.

El factor kurdo

El nordeste sirio, habitado por el pueblo kurdo, es una de las partes más complicadas de la región por la presencia de fuerzas regulares turcas, estadounidenses, rusas e iraníes. Cada una de estas potencias tiene su agenda. Rusos e iraníes han blindado hasta ahora a Al Asad, Washington trabaja mano a mano con los kurdos y los turcos son el respaldo principal de los islamistas árabes sirios.

Una de las primeras consecuencias de esta operación relámpago ha sido la alianza entre el Ejército gubernamental y las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS, la coalición liderada por el brazo local del PKK kurdo), que han enviado refuerzos para proteger Sheikh Maqsoud, barrio kurdo de Alepo. Estas unidades han ocupado el aeropuerto internacional y toman posiciones para frenar el avance de los insurgentes hacia Rojava (el Kurdistán sirio).

A diferencia del 2012, cuando países como Catar, Arabia Saudí o los Emiratos Árabes Unidos jugaban un papel clave en la oposición, 12 años después la mayoría han normalizado relaciones con Al Asad y el gran apoyo de los grupos opositores es Ankara. La analista Gönül Tol, autora de Erdogan’s war: a strongman’s struggle at home and in Syria (La guerra de Erdogan: la lucha de un hombre fuerte en casa y en Siria), opina que el líder turco «ha estado intentando mejorar los lazos con Al Asad para repatriar a millones de sirios que viven en Turquía.

Al Asad ha rechazado el esfuerzo de Erdogan y este cree que necesita un Al Asad más vulnerable para lograr el regreso de los sirios y un PKK debilitado, particularmente en Siria. La caída de Alepo y los ataques a las Fuerzas Democráticas Sirias podrían darle eso», reflexiona en su perfil de X. En este aspecto, Okba Mohammad considera que «Rusia podría estar permitiendo estos avances para presionar al régimen sirio y forzarlo a aceptar la normalización con Turquía y alejarse de Irán».

La expectación de Israel

Los movimientos en el tablero sirio se siguen muy de cerca desde Israel, que acusa a Al Asad de permitir el uso del país como puerta de entrada de armas y municiones para Hezbolá. Desde el ataque de Hamás del 7 de octubre del 2023, los sirios han permanecido al margen del conflicto, pero los israelíes han bombardeado y matado a responsables de Irán y Hezbolá en el país. Estos golpes llevaron a los iraníes a mover su centro de operaciones a Alepo, lejos de la frontera con Israel, y allí concentraron a las milicias chiíes llegadas desde Afganistán e Irak.

Benjamin Netanyahu reunió el viernes al gabinete de seguridad para monitorear la situación y fuentes cercanas a esa reunión declararon al Canal 12 de la televisión que lo que ocurre en Siria «no nos tiene que afectar directamente, sobre todo a corto plazo, pero cualquier problema de estabilidad en un país vecino podría tener consecuencias».

La caída de Alepo en manos de los grupos bajo la esfera de control turco debilitaría la capacidad de Irán de reforzar a Hezbolá y asestaría un golpe más al conocido como Eje de la Resistencia, ya que las milicias chiíes han sido incapaces de frenar al enemigo.