Diseño japonés, lujo, ansiolíticos y un búnker; el palacio de Al Assad abre sus puertas
INTERNACIONAL
La opulencia y la vanidad que revelan el interior del edificio, ahora saqueado, son el mejor reflejo del poder que llegó a tener el presidente sirio
13 dic 2024 . Actualizado a las 12:06 h.La residencia presidencial de Bashar Al Assad ha sido totalmente saqueada tras la caída de su régimen. El 8 de diciembre, día en el que la era de la familia puso fin en Siria, el dictador abandonó el país, dejando todo atrás. Los rebeldes que lo derrocaron lo celebraron por todo el territorio, incluido el barrio de al-Maliki, en Damasco, lugar donde se encuentra el gran palacio de Al Assad. Consta de tres edificios de seis pisos y un gran espacio para jardines conservados a la perfección. El interior, hasta hace unos pocos días, transmitía la vanidad, la opulencia y el poder que representaba la figura de Al Assad.
En el palacio quedaron el pasado fin de semana vestigios del nerviosismo creciente que atenazó a sus inquilinos hasta el momento de la huida. En algunas habitaciones están tirados por el suelo estuches de joyas y relojes de lujo que los asistentes del matrimonio Al Assad, Bashar y Asma, vaciaron apresuradamente antes de la huida. El presidente y la primera dama tuvieron también que deshacerse de trajes y calzado de primerísimas marcas o confeccionados a medida.
En otra estancia se localizó una mesa con tazas de café, un cenicero lleno de colillas secas y un mando a distancia justo delante de un enorme hueco en la pared donde antes de que llegasen los rebeldes había un televisor. Quedan vajillas, teteras, fotografías, libros, muebles y otros objetos que no pudieron llevarse, muchos de ellos ya astillados por la multitud. Veinticuatro años de régimen dan para acumular muchas cosas, demasiadas como para guardarlas en un avión en medio de una apresurada huida.
Los insurgentes llevan a los sirios a visitar el palacio fortaleza en lo alto del monte Mezzeh que hasta este domingo pasado significaba el símbolo del poder absoluto y la tiranía en el país. Se han ocupado de que no fuera pasto de la ira del pueblo, aunque ha sido inevitable que los civiles se llevasen muebles, televisores, lámparas, cerámica de lujo y otras pequeñas propiedades que nadie va a reclamar. No han destruido los jardines ni hecho arder el palacio, al revés de lo sucedido con el mausoleo del anterior presidente, padre de Bashar, al que un grupo de milicianos prendió fuego este miércoles.
El edificio no es únicamente un símbolo de opresión. Desde el punto de vista arquitectónico es un ejemplo magnífico de estructuralismo, diseñado en la década de los 70 por el premio Pritzker y legendaria figura a la que se atribuye la construcción del Japón moderno Kensz Tange. El también destacado urbanista hizo los planos pero, sin embargo, renunció a la construcción del palacio. Tange, autor de grandiosos proyectos en Japón, como la reconstrucción moderna de Hirosima, fue muy demandado en los años de gran esplendor económico en Asia y Oriente Próximo.
Hospital privado
El palacio, de forma cúbica, consta de numerosas habitaciones revestidas de mármol de Carrara. Dispone de un hospital privado que usaba la familia presidencial y un búnker subterráneo, que es posible que Al Assad utilizara con sus jefes militares durante el avance de los insurgentes esta semana pasada. Pero también resulta muy probable que pasara largas horas en su despacho, donde los rebeldes encontraron fármacos ansiolíticos y un mapa detallado del noreste de Siria.
También quedan indicios de que el presidente tenía un gran culto a Rusia y a sí mismo. En su despacho, tirados por el suelo, se encontraban numerosos libros, algunos en ruso, y una historia sobre el ejército de ese país. Entre tanto desorden apareció un volumen con su propia biografía, numerosos retratos y placas de bronce subrayando sus logros y un antigua portada de la revista Time destacando el liderazgo de su padre. Los visitantes han roto las fotografías de la mujer de Bashar y machacado las gruesas alfombras rojas de tanto pisarlas.
El mandatario podía pasar días encerrado en este enorme complejo bien custodiado de miles de metros cuadrados. A su residencia se le unían las oficinas clave del Gobierno, la base central de la Guardia Republicana y un centro de recepciones para líderes internacionales, cuyo funcionamiento se dirigía según una guía de protocolo del Gobierno de Estados Unidos.
«Es hermoso, pero todo era para Bashar», dice Abu Oweis, uno de los rebeldes que ahora custodian la residencia, para The New York Times, medio que ha podido visitar la mansión tras la huida de Al Assad. «Está destruido ahora, pero queremos arreglarlo», dice. Y es que actualmente, el palacio está totalmente saqueado. La mayoría de los objetos que podían albergar un gran valor material han desaparecido.
El recorrido por la mansión hace escala en un gran almacén que contenía todo tipo de regalos que había recibido el dictador durante su mandato. Objetos curiosos como un castillo dorado de Arabia Saudí en una gran caja verde o una foto de la reina Isabel II de Gran Bretaña y su esposo, el príncipe Felipe, fechada en el 2002.
La residencia también tenía túneles de escape fortificados para que Al Assad escapara, tal y como han difundido varios usuarios en las redes sociales. El espacio bajo la vivienda es inmenso.
En estos momentos, son muchos los ciudadanos sirios que se han acercado con el permiso de los rebeldes para visitar el palacio. Las imágenes que llegan desde el mismo muestran los interiores de algunas habitaciones destrozadas y saqueadas, desordenadas totalmente con cientos de papeles desperdigados por la estancia.