Starmer maniobra para impedir la que podría ser la mayor rebelión interna de su mandato

juan francisco alonso LONDRES / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

El primer ministro británico, Keir Starmer, durante una sesión en la Cámara de los Comunes
El primer ministro británico, Keir Starmer, durante una sesión en la Cámara de los Comunes © House of Commons | REUTERS

El premier ha calificado el sistema de asistencia social de «injusto» e «indefendible» y ha pedido a sus diputados que respalden su reforma

12 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

En el 2021, Keir Starmer, entonces líder de la oposición británica, visitó un gimnasio y se dejó fotografiar portando unos guantes de boxeo, que dijo que llevaría al Parlamento en alguna sesión. De esta experiencia parece que le quedó grabado aquello de que el que pega primero, pega dos veces. Así, ante las versiones periodísticas que aseguran que sectores de su propio partido estaban orquestando una revuelta para frenar los planes de su Gobierno de reformar el sistema de asistencia social, este lunes tomó la iniciativa y reunió a sus diputados para convencerlos de que respaldaran los cambios.

«[El sistema de ayudas] es insostenible, es indefendible y es injusto (…) Por lo tanto, nuestra oferta para el país debe ser: si pueden trabajar, haremos que trabajar sea rentable; si necesitan ayuda, esa red de seguridad estará allí para ustedes», les dijo el mandatario a los legisladores laboristas, según informó la BBC.

Necesidad de reformas

Starmer defendió la necesidad de modificar las ayudas por invalidez y discapacidad, alegando que, tal como están en la actualidad, «es el peor de los dos mundos». ¿La razón? «Las ayudas disuaden a la gente de trabajar, mientras que la factura que pagan los contribuyentes se dispara», afirmó, tras recordar que actualmente uno de cada ocho jóvenes británicos ni estudia ni trabaja.

La ministra del Trabajo, Liz Kendall, se prepara para presentar una serie de reformas al actual sistema de asistencia social, con el fin de forzar a parte de los 9 millones de británicos, de entre 18 y 64 años, que actualmente no trabajan, a que busquen un empleo y así reducir la factura de 65.000 millones de libras (77.000 millones de euros) que supone para el Estado las ayudas por desempleo, invalidez o discapacidad.

Los planes de endurecer las condiciones para conseguir subsidios han disparado las alarmas entre organizaciones de asistencia social y algunos sectores del Partido Laborista, que temen un aumento de la pobreza. El diario The Telegraph aseguraba que hasta unos 80 legisladores oficialistas podrían votar en contra de las propuestas, por temor a que estas «puedan dañar a los más vulnerables».