Trump afirma que «no sabe» si está obligado a defender la Constitución de EE.UU.
INTERNACIONAL

El presidente busca con Ruanda un acuerdo para deportar migrantes
05 may 2025 . Actualizado a las 22:33 h.Donald Trump no sabe si, en calidad de presidente de Estados Unidos, está obligado a respetar y defender la Constitución de su país. El magnate republicano, que encabeza una Administración que prioriza el plan de deportaciones masivas de inmigrantes por encima del respeto a la legislación, también afirmó que no sabía si todas las personas que residen en Estados Unidos tienen derecho a las mismas garantías legales.
La Constitución se coló en la entrevista de Kristen Welker, en el programa Meet the press de la NBC News. La presentadora le preguntó si creía que los ciudadanos con y sin nacionalidad estadounidense debían tener acceso por igual al correspondiente proceso legal, como recoge la Quinta Enmienda. «No soy abogado. No lo sé», respondió Trump, para acto seguido señalar que sus letrados «se encargan de eso». «Y por eso tengo un excelente Departamento de Justicia», remató. Con su pregunta, Welker quiso posicionar al presidente ante los casos de migrantes deportados a los que no se les da la oportunidad de una audiencia judicial .
También respondió con un «no lo sé», a la pregunta de si consideraba que el presidente de la nación debe defender la Carta Magna. «Tengo unos abogados brillantes trabajando para mí y que obviamente seguirán las instrucciones del Tribunal Supremo», señaló desde su residencia de Mar-a-Lago sin, aparentemente, dar importancia a la gravedad de su breve respuesta.
La entrevista ha tenido lugar cuando una retahíla de órdenes de la Casa Blanca se encuentran paralizadas en los juzgados ante las dudas sobre su legalidad. Muchos de los cuestionamientos legales de las acciones del Gobierno han llegado precisamente en el marco de su plan de deportaciones masivas. Un contexto en el que se ha atacado a jueces, pedido su cese y desobedecido la orden del Tribunal Supremo de «facilitar» el retorno desde El Salvador del deportado Kilmar Abrego García.
La Administración Trump, que ha sufrido numerosas críticas por el acuerdo que mantiene con el presidente Nayib Bukele para deportar a la prisión de máxima seguridad de El Salvador, ha mantenido contactos en los últimos días con el Gobierno de Ruanda para explorar un acuerdo similar. Según el ministro de Exteriores de Ruanda, Olivier Nduhungirehe, el acuerdo sería parecido al que su país suscribió con Reino Unido y que buscaba el traslado de simpapeles al país africano. Un pacto que terminó vetado por la Justicia británica.
No es el único Gobierno al que Trump ha acudido para buscar ayuda con sus problemas domésticos. La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha declinado su oferta de enviar tropas estadounidenses a su vecino del sur para combatir el tráfico de drogas. «Si México quisiera ayuda con los carteles, estaríamos honrados de ir y hacerlo. Se lo he dicho», afirmó Trump ante la prensa. Sheinbaum le respondió que su país nunca aceptará la presencia de soldados de EE.UU.: «Le dije: no, presidente Trump, nuestro territorio es inviolable, nuestra soberanía es inviolable, no está a la venta».

Reabrir Alcatraz, la idea para encerrar «a los delincuentes más despiadados»
R. P.
Alcatraz, la cinéfila prisión a prueba de fugas y morada de criminales como Al Capone, podría reabrir sus celdas. Al menos es el deseo de Donald Trump. En un nuevo golpe de efecto populista, el presidente ordenó a la oficina de prisiones, al Departamento de Justicia, al FBI y Seguridad Nacional, «reabrir un Alcatraz sustancialmente ampliado y reconstruido, para albergar a los delincuentes más despiadados y violentos de EE.UU.», según anunció en su plataforma Truth Social.
El inquilino de la Casa Blanca sostiene que «durante demasiado tiempo» el país ha estado «plagado de delincuentes viciosos, violentos y reincidentes» que «nunca aportarán nada más que miseria y sufrimiento». «La reapertura de Alcatraz servirá como símbolo de ley, orden y justicia», escribió. Posteriormente, Trump aclaró a la prensa que se trataba «solo de una idea» contra los «jueces politizados» que quieren garantizar que los inmigrantes deportados tengan su debido proceso.
Situada en la bahía de San Francisco (California), la prisión de Alcatraz fue concebida como una fortificación naval en 1850 y pasó a ser una prisión federal de máxima seguridad en 1934. En un principio se estimó que al estar en una isla rocosa sería prácticamente inexpugnable, pero echó el cierre el 21 de marzo de 1963, un año después del intento de fuga de los presos Frank Morris y los hermanos Clarence y John Anglin. La versión oficial del cierre fue, sin embargo, los altos costes para mantenerla abierta. Actualmente, es una de las atracciones turísticas de San Francisco, englobada en el Golden Gate National Recreation Area y gestionada por el Servicio de Parques Nacionales.
Catorce intentos de fuga
A pesar del aislamiento geográfico, las vallas electrificadas y la férrea vigilancia, durante los 29 años en que la prisión estuvo abierta se registraron 14 intentos de fuga llevados a cabo por 36 presos. Según la versión oficial, ningún recluso consiguió escapar con vida: 23 fueron capturados vivos, seis fueron abatidos por los guardias (fue el caso de una de las más famosas fugas, ocurrida en 1946 y conocida como la batalla de Alcatraz), dos se ahogaron y los cinco restantes fueron considerados «desaparecidos» en aguas de la bahía. Entre estos están Morris y los hermanos Anglin, que se colaron por un conducto de ventilación instalado debajo de los fregaderos de cada celda y crearon una balsa para huir. En sus camas dejaron cabezas falsas esculpidas con cera y jabón. Se les dio por desaparecidos en la aguas de la bahia después de hallarse restos de la balsa, un remo y la billetera de uno de los hermanos Anglin,
Entre los moradores famosos de Alcatraz están el capo de la mafia Al Capone, George Machine Gun Kelly, secuestrador y ladrón de bancos; el asesino Robert Stroud, conocido como el pajarero de Alcatraz por su a afición a los canarios, o Alvin Karpis, uno de los líderes de una de despiadada banda de secuestradores, ladrones de bancos que mataban sin reparo alguno y que se hizo quitar las huellas dactilares para no ser identificado. El propio director del FBI, John Edgar Hoover, estuvo al frente de su detención.