El atentado contra Uribe resucita la peor época de la violencia política en Colombia

INTERNACIONAL
Gustavo Petro y otros mandatarios ven su vida en peligro por la lucha antimafia
10 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.El 18 de agosto de 1989 el político liberal Luis Carlos Galán se subió a una tarima, sin saberlo, por última vez. Era el favorito para la contienda electoral del año siguiente y había hecho campaña contra la infiltración del narcotráfico en política y a favor de la extradición de los criminales.
El jefe de los narcos, Pablo Escobar, no lo perdonó y ordenó su asesinato. Un sicario le disparó cinco tiros cuando saludaba desde el estrado al gentío que se había agolpado para escucharle en la Plaza de Soacha, una localidad al sur de la capital, Bogotá.
El atentado de este sábado contra el senador derechista Miguel Uribe, también precandidato presidencial, ha revivido para los colombianos imágenes como la del asesinato de Galán, de una época que muchos consideraban superada, la era en la que narcotraficantes, guerrillas y paramilitares asesinaban a políticos en las calles de las principales ciudades, porque la violencia nunca se ha detenido en las zonas rurales.
Los 80 y la primera mitad de los 90 fueron los años más duros, cuando a la actividad usual de los grupos guerrilleros se le sumaron los poderosos carteles de Medellín y Cali. En ese periodo fueron asesinados políticos como el ministro de Justicia liberal Rodrigo Lara Bonilla, los candidatos presidenciales progresistas Carlos Pizarro y Bernardo Jaramillo, el líder de derecha Álvaro Gómez Hurtado y el líder izquierdista Jaime Pardo Leal. También a Uribe le tocó esa violencia de cerca. Nieto del ex presidente Julio César Turbay, vivió con tan solo cinco años el asesinato de su madre, Diana, después de ser secuestrada por Escobar.
Ahora el candidato derechista a la presidencia lucha por su vida tras haber recibido dos disparos en la cabeza y uno en su rodilla el sábado, durante un mitin en Bogotá. Continúa en «estado crítico» con «pronóstico reservado», según un comunicado emitido este lunes por los doctores que lo atienden. Ha tenido «escasa respuesta a las intervenciones y manejos médicos realizados».
Su familia denunció este lunes a la Unidad Nacional de Protección (UNP), la institución pública que administraba el servicio de escoltas del político derechista, asegurando que durante el 2025 hicieron «más de 23 solicitudes de reforzamiento de protección», después de que los agentes desplegados en el mitin no lograsen detener el atentado.
Se ha filtrado también que los más de 180 investigadores, entre policías, fiscales y agentes de inteligencia, asignados al caso, tienen abierta una línea de investigación sobre la actuación de los escoltas.
Problemas de seguridad
Ya en 1989 se descubrió que la infiltración del narcotráfico en el sistema de seguridad de Galán fue clave para su asesinato y los agentes ahora no quieren descartar, por ahora, ninguna línea de investigación. Fuertemente custodiado, en una clínica del occidente de Bogotá, se encuentra el pistolero de 14 años que atentó el sábado contra la vida de Galán. Ya ha sido interrogado y, según el diario El Tiempo, habría señalado al líder de la «olla» de su barrio [así se conoce en Colombia a los lugares donde venden drogas] como la persona que lo contrató, al que los investigadores buscan ahora frenéticamente. Se supo también este martes que la Glock utilizada por el sicario, muy inusual en Colombia, fue vendida en Arizona en el 2020 a un ciudadano estadounidense.
El expresidente Álvaro Uribe denunció ayer un «atentado» panificado en su contra y Gustavo Petro, su sucesor, aseguró: «Quieren disparar misiles a mi avión. No uno, sino dos, porque estamos tras las grandes mafias».