Netanyahu, aislado en la Asamblea de la ONU, desafía al mundo: «Acabaremos el trabajo en Gaza»

Pablo Medina MADRID / LA VOZ

INTERNACIONAL

El primer ministro israelí negó las acusaciones de que la campaña contra Hamás constituya un «genocidio»

26 sep 2025 . Actualizado a las 19:40 h.

En un auditorio casi vacío, recibido con abucheos y sin ninguna muestra de autocrítica por su ofensiva militar en la Franja de Gaza. Así reivindicó Benjamin Netanyahu su guerra contra Hamás en su intervención en la Asamblea General de la ONU. Un discurso en el que trató de homologar los ataques del 7 de octubre del 2023 con el 11S en busca de mantener el apoyo de Washington y en el que acusó a los «líderes débiles» que han reconocido al Estado palestino de desatar una ola de «antisemitismo» en Occidente. Y sobre dicho Estado, expresó que nunca existirá porque «ese es el deseo del pueblo de Israel» y no de su Gobierno.

A lo largo de 40 minutos, Netanyahu volvió a insistir en que «aún no hemos acabado» con Hamás y que Israel debe hacerlo «lo más rápido posible» para liberar a unos rehenes a los que se dirigió en hebreo y que llevó representados en un pin en la solapa de la chaqueta. «Hemos llenado Gaza de altavoces para que me escuchen», dijo, antes de enunciar las palabras que Moisés le refirió al faraón Ramsés: «Dejad que mi gente se vaya», solicitó a Hamás antes de pedir que «depongan las armas» y se rindan. Y de paso, negó estar cometiendo un genocidio para vencerles. «¿Acaso los nazis pedían a los judíos que se fueran de sus ciudades?», citó antes de añadir que es «una broma» comparar lo que hace Israel con la Alemania de Hitler.

SARAH YENESEL | EFE

Para Netanyahu, la crisis actual que vive Oriente Medio es responsabilidad de Irán. Recordó los asesinatos de Yahya Sinwar (líder de Hamás), Hasán Nasralá (Hezbolá) y los líderes de la Guardia Revolucionaria de Irán para advertir que «han captado el mensaje» de lo que supone atacar a Israel. Se armó de carteles con mapas de las ofensivas israelíes en la región para «tachar» a los países que han salido de la órbita de la república de los ayatolás —salvo Irak, al que lanzó una advertencia si decidía movilizar a sus milicias— e hizo un «examen» a los presentes para remarcar la naturaleza antioccidental de los partidos-milicia.

Y también se dirigió a los países que reconocieron el Estado palestino estos días para reprocharles que pedirle a Israel lo mismo «sería igual que darle un Estado a Al Qaida después del 11S». «No se puede hacer la paz con la yihad», concretó, a la par que citó que Israel combate la «plaga» iraní para que ataques como el del 7 de octubre «nunca vuelvan a pasar», recordando la cita como referencia a la guerra contra el terror que inició George W. Bush en el 2001.

El jefe del Gobierno israelí se dejó en el tintero la cuestión de la anexión de Cisjordania, que la prensa israelí señala pretende anunciar la próxima semana. No obstante, el valedor de Bibi, Donald Trump, respondió por él el jueves: «No, eso no va a ocurrir. Ya es suficiente, es hora de parar». A lo que sí se refirió el dirigente israelí fue al futuro de Gaza, y volvió a remarcar que pasará por un «Gobierno civil desmilitarizado en el que no tendrá cabida la Autoridad Palestina, a la que considera simpatiza con los ataques de Hamás, aunque su presidente, Mahmud Abás, reiteró una vez más su condena un día antes en su discurso por videoconferencia ante la Asamblea.

El papel de Blair

La Casa Blanca apoya que sea el ex primer ministro británico Tony Blair quien lidere un gobierno de transición en la Franja, apoyado por la ONU y los reinos del Golfo y Egipto.

El presidente Trump aseguró esto después de asegurar que «tenemos un acuerdo en Gaza» que «traerá la paz». El plan constaría de cinco años de gobernanza de un cuerpo designado por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Este plan contaría con un paso previo para un acuerdo de alto el fuego que hasta ahora Netanyahu ha rechazado: liberar a los rehenes y retirar al Ejército israelí de Gaza

El discurso de Netanyahu también planeó sobre los Acuerdos de Abraham para normalizar relaciones con Israel. En ese sentido, habló por primera vez del Líbano y prometió que «si Hezbolá se desmilitariza, estará garantizada un paz duradera». Una marcha desde Times Square hasta las inmediaciones de la sede de la ONU e en favor de Palestina tuvo lugar al mismo tiempo que su discurso que contó con 2.000 asistentes.