Rusia responde con una amenaza al posible envío de misiles Tomahawk a Ucrania

C. Conejero, A. Bustos NUEVA YORK, MOSCÚ / COLPISA

INTERNACIONAL

Soldados ucranianos intentan avanzar en una carretera embarrada en el frente de Bajmut.
Soldados ucranianos intentan avanzar en una carretera embarrada en el frente de Bajmut. Yan Dobronosov | REUTERS

Donald Trump afirma haber «tomado una decisión» sobre el envío de esos misiles de crucero, tras insistir en que está muy decepcionado con Putin. Desde Moscú se señala por su parte que el ímpetu hacia el acuerdo de paz tras la cumbre de Alaska se ha desvanecido

08 oct 2025 . Actualizado a las 22:46 h.

El presidente Donald Trump afirma haber «tomado una decisión» sobre el envío de misiles de crucero Tomahawk a Ucrania, un movimiento que podría marcar una escalada en la participación de Washington en la guerra. Aunque no desveló cuál es su decisión, todo apunta a que podría aprobar finalmente el envío de unos misiles que Kiev lleva tiempo pidiendo. Al fin y al cabo, Trump insistió el martes en que está «muy decepcionado» con Putin y aseguró que es más difícil de lidiar con él que Oriente Medio.

El Kremlin sigue muy de cerca el plan de enviar misiles Tomahawk a Ucrania. Estos serían un auténtico dolor de cabeza para Rusia, pues aumentarían el alcance de la balística ucraniana. Por ello Rusia advirtió este miércoles desde su agencia de noticias estatal RIA, que cita a fuentes del Gobierno que «la respuesta será dura y asimétrica» si se confirma. El viceministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Riabkov, señaló que ese tipo de sistema ofensivo solo se podría usar «con la participación directa del personal estadounidense». Espera que sus colegas estadounidenses entiendan «la gravedad y el alcance de las consecuencias que ello acarrearía».

Si se confirmara el despliegue de estos proyectiles, Ucrania podría golpear sin dificultades con misiles posiciones rusas en el Ártico y en los Urales, donde se encuentran algunas de las bases militares rusas y otras instalaciones estratégicas.

Un cambio de curso de la guerra

La decisión de Washington respondería a las presiones de la Administración de Kiev, que necesita aumentar su capacidad ofensiva de largo alcance en el interior de Rusia y asestar un cambio en el curso de la guerra a fin de poder aumentar el presidente Volodímir Zelenski su capacidad de negociación con Putin. El cambio de tornas que Ucrania busca, implicaría extender su capacidad de penetración en objetivos distantes del territorio ruso, que permita presionar la logística y complicar la postura de la defensa aérea del país euroasiático.

Washington, que ya proporciona apoyo de Inteligencia a Ucrania, añadiría un nuevo nivel sobre objetivos de infraestructura energética que incrementará la capacidad de Kiev de configurar el mapa de defensas aéreas rusas, reforzando la efectividad de sus drones y misiles de largo alcance que ya tiene.

Los Tomahawk de precisión guiada, tienen un alcance de 2.500 kilómetros, un radio que incluiría a Moscú, y requieren inteligencia militar avanzada para ser operados, lo que implica un involucramiento más directo estadounidense. Pero aún más importante, este armamento tiene capacidad de portar ojivas nucleares, lo que eleva dramáticamente los riesgos de una transferencia de este tipo de tecnología a un país con un elevado nivel de corrupción en el ámbito del Ejército.

En una rueda de prensa posterior, el portavoz de la presidencia rusa, Dmitri Peskov, apuntó al riesgo señalando que «si resumimos los matices, estamos hablando de misiles que también podrían tener capacidad nuclear. Entendemos que debemos esperar, probablemente, a tener declaraciones más claras, si alguna viene», dijo.

La decisión, según la Casa Blanca, reside en «el círculo interno de Trump». El vicepresidente, JD Vance, declaró que el presidente tomará la decisión final considerando los aspectos de su sensibilidad y los riesgos de escalada. En un programa político en Fox News el domingo, Vance habló del alcance de los Tomahawks, que podrían «causar estragos en Rusia, incluido Moscú». «Estamos estudiando una serie de solicitudes de los europeos», dijo.

Trump, que en el pasado ha negado las solicitudes de Ucrania de misiles de largo alcance, se ha sentido frustrado con Vladimir Putin en las últimas semanas por su incapacidad de resolver de forma rápida los requisitos rusos para el alcance de un acuerdo de paz. En un giro drástico de su posición sobre la guerra en Ucrania, el magnate ha expresado su confianza en que Kiev pudiera retomar el territorio ocupado por Moscú, a cuyo Ejército llegó a calificar recientemente de «tigre de papel».

«Escalada completa»

La semana pasada, el Kremlin señaló que el suministro de Tomahawk a Ucrania desencadenaría una nueva ronda de peligrosa escalada entre Rusia y Occidente. El presidente ruso señaló el domingo que el paso constituiría una «fase de escalada completa y cualitativamente nueva». Enfatizó que el hecho de que Kiev no pueda operar los misiles sin la implicación directa de Washington, sitúa a EE.UU. y al país euroasiático en confrontación directa y destruye todo avance positivo en las relaciones entre ambos. Asimismo, el jefe del Kremlin agregó que los Tomahawk no tendrán un impacto en el curso de la guerra.

Washington y los aliados europeos han desarrollado, entretanto, un nuevo mecanismo financiero, la Lista de Requisitos de Ucrania priorizados (PURL), para canalizar el suministro de nuevas armas a Kiev y la utilización de los fondos de los países de la OTAN. Con todo, antes de enviar los Tomahawk, Washington desea garantías sobre su capacidad de control, sobre cómo las tropas de Zelenski utilizarán los misiles una vez efectuada la compra y pago por parte de los miembros de la Alianza.

A todo ello se añade la preocupación entre funcionarios del Pentágono de que el bajo nivel de inventario de los Tomahawk, reservado para la propia defensa estadounidense, hiciera inviable su envío a Ucrania. Aunque se ha enfatizado que no hay escasez, se ha sugerido también la posibilidad de ofrecer a los aliados la compra de otras armas de largo alcance para Kiev, señalando que los Tomahawk serían poco probables.

Según los documentos presupuestarios del Pentágono, la Marina estadounidense, el principal cliente de los Tomahawk, -que hasta ahora ha comprado 8.959-, planea comprar 57 misiles en 2026, a un precio promedio de 1,3 millones cada uno. El misil Tomahawk ha estado en producción desde mediados de la década de 1980. En los últimos años la fabricación ha variado de 55 a 90 por año.

Para el analista de defensa del Grupo de Reconocimiento del Ejército, Teoman Nicanci, el verdadero problema es que Ucrania carece de lanzadores navales verticales MK-41 para Tomahawk, y su modernización, sería técnicamente compleja y políticamente delicada. En un artículo en la revista Army Recognition, Nicanci señala que la alternativa de lanzamiento desde buques o submarinos aliados de la OTAN «es teóricamente posible, pero políticamente remota dados los riesgos de escalada y las limitaciones legales en el régimen del Mar Negro bajo la Convención de Montreux».