Trump se resiste a entregar los Tomahawk a Kiev y apuesta por poner fin a la guerra
 
			INTERNACIONAL
 
	
											Zelenski responde que Putin no desea la paz y que esa arma sería una medida de presión
18 oct 2025 . Actualizado a las 10:59 h.Es su tercera reunión en la Casa Blanca y su sexto cara a cara este año. Volodímir Zelenski parece haber cogido la medida a Donald Trump, y la comparecencia de ambos ante la prensa —eso sí rodeados por un nutrido séquito de asesores— transcurrió en un ambiente cordial —el anfitrión incluso elogió el «estiloso» traje de su invitado—. Otra cosa es el éxito de la principal misión con la que llegaba el presidente de Ucrania a Washington: conseguir los misiles de largo alcance Tomahawk. El republicano se mostró reticente a suministrar ese armamento. Su apuesta pasa por cerrar un acuerdo que ponga fin a un conflicto que se alarga más de tres años.
El plan del republicano es avanzar hacía ese objetivo en la reunión anunciada con Vladimir Putin en Budapest, de la que sigue sin concretarse ni fecha ni sede, aunque se habla ya de retrasarla unas dos semanas. No obstante, Trump no quiso descartar por completo la entrega de los misiles de largo alcance a Kiev —que, reiteró, pagarían sus aliados europeos— y remarcó que abordarán esa posibilidad en la reunión a puerta cerrada con Zelenski.
«Vamos a hablar de Tomahawk y preferiríamos que no los necesitaran. Para ser sinceros, preferiríamos que la guerra terminara». Recordó que a Putin «no le ha gustado la idea» del suministro de esos misiles, antes de apuntar que Estados Unidos necesita los Tomahawk. «Tengo la obligación de asegurarme de que como país estamos completamente abastecidos», insistió. Zelenski le propuso intercambiar los misiles estadounidenses por drones ucranianos.
¿Reunión doble?
Trump adelantó que imaginaba la posible cumbre en Hungría como una «reunión doble» en la que se reuniría con Putin y con Zelenski por separado. «Estos dos líderes no se caen bien y queremos que todos se sientan cómodos», dijo.
En principio, el ofrecimiento a Kiev de los Tomahawk, capaces de impactar en objetivos del interior de Rusia, es más una medida de presión a Putin para que se siente a la mesa de negociaciones, que un deseo de ayudar a los ucranianos a ganar la guerra. Pero todo depende del jefe del Kremlin, y si va a dar de nuevo largas a su par estadounidense. Una situación que Zelenski ya ha vivido antes con Trump, quien repetidamente ha postergado la entrega de más apoyo militar a Kiev mientras daba a Putin la oportunidad de negociar, pero sin lograr ningún progreso. Zelenski, a su vez, advirtió que el presidente ruso no desea la paz, y los Tomahawk serían un importante elemento de presión.
Donald Trump se siente fuerte tras cerrar el acuerdo de Gaza: «Soy el presidente mediador». «Me encanta resolver guerras» dijo, antes de quejarse de que a pesar de «poner fin a ocho conflictos» no le han dado el Premio Nobel de la Paz. «No me importa todo eso. Solo me importa salvar vidas», concluyó.
Vía libre a Putin
Muchas son las incógnitas que envuelven el encuentro entre Trump y Putin que se celebrará en Budapest. La Comisión Europea resolvió este viernes uno de ellas, quizás el más importante: ¿qué pasará cuando Putin pise territorio europeo? ¿Será detenido? El Ejecutivo comunitario ha explicado que si bien el dirigente ruso y su ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, tienen sus activos congelados en territorio comunitario, ninguno de los dos tiene prohibida su entrada en la Unión Europea, informa Colpisa.
Por el momento, ningún líder europeo ha sido convocado para participar en la reunión entre los dirigentes ruso y estadounidense.
 
	
				Los Tomahawk, el misil de crucero más avanzado
Fueron claves en operaciones como la Tormenta del Desierto en Irak y, ante el estancamiento de los frentes en Ucrania, darían al Ejército de Kiev unas capacidades que cambiarían el curso de la guerra. Los misiles Tomahawk, nombre del hacha de guerra de los indios norteamericanos, miden 6,25 metros, pesan alrededor de 1.400 kilos y cuestan cada uno aproximadamente 2,5 millones de dólares (2,1 millones de euros).
Fabricados por la empresa estadounidense Raytheon, son misiles de crucero de gran precisión que pueden ser lanzados desde submarinos, buques, superbombarderos y plataformas terrestres. Estados Unidos los ha usado en más de 2.000 ocasiones en conflictos como los de Irak y Afganistán, así como en la intervención de la OTAN en la antigua Yugoslavia y Libia.
Los Tomahawk pesan alrededor de 1.400 kilogramos y fueron diseñados en los años 70. Su alcance máximo, dependiendo del modelo (existen cinco), es de más de dos mil kilómetros y su velocidad, subsónica, es de 880 kilómetros por hora a una altura baja para no ser detectado por los radares. En sus ojivas, la parte delantera de los cohetes en las que se aloja el explosivo, suelen llevar hasta media tonelada de detonante.
Existen varias modalidades operativas, incluyendo las convencionales con carga explosiva, las de fragmentación, las antibúnker y las tácticas con capacidad de reprogramación en vuelo mediante comunicaciones satelitales, lo que permite cambiar objetivos o recibir información en tiempo real durante el ataque.
El sistema Tomahawk se conforma de varias componentes: el misil propiamente dicho, el centro de planificación y el sistema de control de navegación. Su mecanismo de navegación está dotado de un receptor de GPS para ser guiado hasta su objetivo.
Guerra del Golfo
Desde la guerra del Golfo, al principio de los años 90, han sido mejorados en cada versión y, según su fabricante, es el misil de crucero más avanzado del mundo. Tuvieron un papel esencial en las dos guerras libradas por Estados Unidos contra Sadam Huseín, o en operaciones militares de la OTAN contra el libio Moamar Gadafi en el 2011. En abril del 2017, durante su primera presidencia, el presidente Trump ordenó atacar la base aérea siria de Al Shayrat en respuesta al supuesto uso de armas químicas por parte del Gobierno de Bachar al Asad.