Psicosis por la plaga de fugas en cárceles francesas: la última solo necesitó sábanas y una sierra
INTERNACIONAL
La huida de dos reclusos en Dijon y otro en Rennes alertan sobre la falta de protección en las cárceles ante las entregas a través de drones y su sobrepoblación
14 dic 2025 . Actualizado a las 13:21 h.La cárcel de Dijon fue a finales de noviembre el escenario de una evasión digna de la serie 'Prison Break'. Durante la noche del 26 al 27, dos presos se escaparon de ese vetusto centro penitenciario tras romper los barrotes de sus respectivas celdas con la lama de una sierra. Uno de ellos, de 19 años y vinculado al crimen organizado, probablemente había conseguido ese objeto gracias a un dron. También «utilizaron sábanas» en su huida, apuntó el fiscal de esta ciudad del este de Francia, Olivier Caracotch, sin dar más detalles.
Esta fuga desde el interior de una cárcel tuvo lugar pocas semanas después de que otro recluso, de 37 años, huyera en Rennes durante una salida con otros cinco detenidos a un planetario de la capital de Bretaña. Pese a la presencia de tres vigilantes, se esfumó aprovechando un momento de despiste y camuflándose entre el resto de los visitantes. La Policía, sin embargo, lo arrestó de nuevo a finales del mes pasado. También logró capturar al otro huido en la capital de la Borgoña, de 32 años y al que habían encarcelado por amenazas y violencia contra su pareja. Solo el más peligroso de los tres, vinculado al mundo del narcotráfico, sigue en libertad.
Más allá de la peligrosidad de uno de esos presos, estas fugas han hecho correr ríos de tinta en Francia, «porque revelan la falta de seguridad de sus prisiones, así como la vetustez de las instalaciones», explica a este medio Wilfred Fonck, secretario nacional de UFAP UNSA Justicia, uno de los principales sindicatos entre los agentes penitenciarios. Construida en 1853, la cárcel de Dijon es antigua y necesita una renovación urgente. Resulta evidente su falta de adaptación a nuevas tendencias en el mundo del hampa, como las entregas a través de drones de objetos prohibidos.
Desde el aire
«Avisamos a la dirección de la prisión de Dijon y la dirección interregional varios meses antes de esas evasiones de las entregas incesantes con aparatos no tripulados, así como de la presencia de lamas de sierra y otros productos prohibidos (droga, teléfonos móviles…). Les pedimos más inspecciones, pero no nos hicieron caso», critica Ahmed Saih, delegado nacional de Force Ouvrière en la prisión de Dijon. Para frenar este fenómeno, hace falta «reformar los edificios e instalar nuevos dispositivos tecnológicos como bloqueadores de drones. Pero todo esto tiene un coste elevado», reconoce este sindicalista.
Este centro penitenciario es uno de los seleccionados por el Ministerio de Justicia para llevar a cabo una serie de reformas, cuyo objetivo consiste en combatir la presencia de móviles y las incursiones con drones. «Van a reforzar la seguridad en seis prisiones, pero en toda Francia hay 187. Hacen falta más recursos que los 29 millones de euros que tiene previsto invertir el Ejecutivo», recuerda Fonck, quien calcula que se necesitan hasta 1.200 millones para adaptar todos los centros a las nuevas amenazas.
Otro problema recurrente, y que se reproduce en el caso de Dijon ?donde hay 15 agentes menos de lo recomendado?, es la falta de personal. «Faltan unos 4.000 funcionarios penitenciarios en todo el país», advierte el secretario nacional de UFAP UNSA Justicia, quien teme que el actual programa estrella del Gobierno de crear prisiones de alta seguridad para los principales narcotraficantes reduzca los medios destinados al resto.
No obstante, la mayor dificultad que arrastran desde hace años las prisiones en Francia es la sobrepoblación carcelaria. En el caso del centro en Dijon, «hay actualmente hasta 311 detenidos para solo 180 plazas», expone Saih. En el conjunto del territorio galo, el número de encarcelados supera los 85.000 para unas prisiones que tienen capacidad para un total de 62.000 reclusos. El país vecino ocupa la tercera posición, solo por detrás de Chipre y Eslovenia, en la clasificación de los Estados europeos con un mayor hacinamiento en sus cárceles, según datos del Consejo de Europa.
«Cuando hay detenidos que duermen con un colchón en el suelo o celdas con tres o cuatro personas en su interior en lugar de dos, todo eso dificulta las inspecciones y el control de objetos prohibidos que logran introducir», admite el representante de Force Ouvrière sobre la manera en que esta superpoblación favorece situaciones propicias a las fugas. A pesar de ello, el número de huidas resulta ínfimo en comparación con el total de presidiarios (más de 85.000). Este año se han escapado 70, la mayoría de los cuales se esfumaron durante permisos de salida u otras actividades en el exterior. Existe el temor, sin embargo, de que estas cifras crezcan a causa de la precarización del sistema penitenciario galo.