Buscando el centro

Moncho Núñez Centella

LA VOZ DE LA ESCUELA

«Hombre de Vitruvio» (c. 1490). Leonardo da Vinci. Galería de la Academia de Venecia
«Hombre de Vitruvio» (c. 1490). Leonardo da Vinci. Galería de la Academia de Venecia

Situarse en el centro no es adoptar una postura fetal ni canónica, es una actitud

15 may 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Marco Vitruvio fue un arquitecto que vivió en el siglo I antes de Cristo. A él debemos el canon de las proporciones del cuerpo humano que Leonardo inmortalizó en su paradigmático dibujo. Vitruvio estableció, por ejemplo, que en relación con la altura total del cuerpo, la del rostro había de ser una décima parte, si bien la cabeza completa llegaba a abarcar hasta una sexta parte. Tras concretar otras proporciones, precisa que el centro de la figura, encerrada en un círculo, está en el ombligo. El maestro de Da Vinci puntualiza otras medidas, y añade que el centro del cuadrado resultante al juntar los pies y extender los brazos en horizontal se encuentra en el pubis. Ese redescubrimiento de los cánones del cuerpo humano, el recuperar humanísticamente el centro tras una Edad Media donde los monjes recurrían siempre al referente divino, es uno de los grandes logros del Renacimiento.

Delfos, la ciudad sagrada de la Grecia antigua, albergaba el Onphalós, el ombligo del mundo, materializado en una piedra grande y redondeada. Estaba en el templo consagrado a Apolo, dios de la profecía, de la filosofía y de las artes, pero donde también se honraba a Dioniso, divinidad asociada al vino y las orgías. Resultaba así la conjunción de las fuerzas creativas racionales y de las festivas e irracionales. En aquel lugar había dos inscripciones que siguen siendo máximas de la filosofía universal: conócete a ti mismo y nada en demasía. Todo muy centrado y equilibrado. Pero sabemos que Delfos no era ningún centro. Muy lejos de Grecia, en el siglo XI, los incas fundaron en un valle andino la ciudad de Cuzco, topónimo que tiene su origen en Qosqo, palabra quechua que también significa ‘ombligo del mundo’. Los griegos y los incas creían saber dónde estaba el centro.

Muchos siglos después, en la España de nuestros días, existe alguna que otra persona en la política -quizás estaba descentrada- que parece mirarse el ombligo cuando oye hablar del centro. Además tiende a concentrarse en sí misma, en postura fetal, sin ser consciente de que así se aísla todavía más del mundo exterior. El centro soy yo, piensa. Seguro que alguien le ofrecerá una visión alternativa, un punto de referencia diferente, y le explicará que es muy larga nuestra historia cultural y que, además de descubrir individualmente otros centros (así encontramos al hermano, al compañero, al rival y al enemigo), como especie tuvimos que escarmentar aprendiendo que ni la Tierra ni el Sol son el centro del universo, y que la especie humana tampoco es el centro de la creación ni el destino de la evolución. Serenidad. Situarse en el centro no es adoptar una postura fetal ni canónica; es una actitud.

La referencia política nos puede llevar a pensar en otros centros, como los que se encuentran entre la derecha y la izquierda -de la sinuosa calzada, por ejemplo- por donde es más seguro circular, no sea que nos vayamos a la cuneta. El centro suele ser equilibrio, y da la seguridad de que uno puede desviarse algo hacia ambos lados sin salirse del camino. Son las ventajas de la equidistancia.

actividades

1 El título de esta página se refiere a un verso de las «Nanas de la cebolla» que Miguel Hernández escribió en 1939, encarcelado. Joan Manuel Serrat puso música a algunas estrofas que puedes escuchar aquí:

  • https://www.youtube.com/watch?v=Eed6g_9H6NQ

Al hacer poesía sobre los primeros dientes de su hijo de ocho meses Hernández escribió: «Frontera de los besos / serán mañana, / cuando en la dentadura / sientas un arma. / Sientas un fuego / correr dientes abajo/ hincando el centro». Parece que en el manuscrito original dudó entre «buscando el centro» e «hincando el centro». ¿Con qué expresión te quedas?

2 La posición del centro de gravedad de un cuerpo es clave para su equilibrio. Indica cuáles de las siguientes variables influyen en la posición del centro de gravedad:

  • La forma del cuerpo
  • La distribución de su masa
  • La temperatura del cuerpo
  • La temperatura exterior 

3 Julio Verne publicó su novela «Viaje al centro de la Tierra» en 1864. Indica, en función de tus conocimientos actuales de geología, por qué no sería posible aquella aventura.

4 Imagina que quieres determinar el centro geográfico de Galicia. ¿Qué criterios te parecen oportunos? ¿Cuántas medidas tendrías que realizar? ¿Cuál es tu ayuntamiento elegido?

5 Un triángulo como el ABC (en rojo) tiene distintos centros. El circuncentro (O) es el centro del círculo circunscrito (en azul), el incentro (I) es del círculo inscrito (en naranja), el ortocentro (H) es donde se cruzan las alturas (en verde) y el baricentro (G) es donde se encuentran las medianas. Sugiere qué aplicación crees que puede tener cada uno de esos centros para distintas tareas o profesiones.

Ipse dixit

El centro de la Tierra no es el centro del universo, sino solo de la gravedad y de la esfera lunar

Nicolás Copérnico (1473-1543)

Si se coloca el centro de gravedad de la vida en el más allá, se ha arrebatado el centro de gravedad de la vida en general

Friedrich Nietzsche (1844-1900)

El universo es una esfera infinita cuyo centro está en todas partes, y la circunferencia en ninguna

Blaise Pascal (1623-1662)

La oscuridad nos envuelve a todos, pero mientras el sabio tropieza en alguna pared, el ignorante permanece tranquilo en el centro de la estancia

Anatole France (1844-1924)

La biblioteca es una esfera cuyo centro cabal es cualquier hexágono, cuya circunferencia es inaccesible

Jorge Luis Borges (1899-1986)

El corazón es centro, porque es lo único de nuestro ser que da sonido

María Zambrano (1904-1991)

El que quiera ser el centro de una reunión, mejor que no acuda.

Audrey Hepburn (1929-1993)