La administración de uno u otro fármaco no depende tanto de los síntomas que se presenten, si no de los posibles efectos adversos de su ingesta
24 ene 2022 . Actualizado a las 17:32 h.El ibuprofeno es uno de los medicamentos más conocidos y consumidos para tratar dolores e inflamaciones. Sin embargo, el naproxeno se está convirtiendo en una alternativa cada vez más utilizada. Ambos pertenecen a la familia de los antiinflamatorios no esteroideos (AINE), por lo que comparten características y aplicaciones.
El naproxeno, más conocido por marcas comerciales como Antalgin o Naprosyn, es un miembro del grupo ácido arilacético. Puede ser sódico, o no, y la diferencia remite en una cuestión química: la formulación con sal sódica favorece una absorción más rápida del fármaco. «De cara al paciente, ibuprofeno y naproxeno son básicamente lo mismo, un antiinflamatorio con efecto analgésico y antipirético, también para la fiebre», explica Antonio Busto, miembro de la junta de gobierno del Colegio de Farmacéuticos de A Coruña y experto en toxicología forense. Así, los dos están indicados para el tratamiento del dolor de intensidad leve o moderado, de los síntomas de artritis reumatoide, artrosis, dolor menstrual o alivio en las crisis de migraña. Entonces, ¿cuáles son sus diferencias?
Existe una creencia popular de que el naproxeno es «más fuerte» que el ibuprofeno, pero es errónea. «Desde el punto de vista farmacéutico esa diferencia no es real. Si es 'fuerte' o no depende de la dosis y de para qué se tome», aclara Busto. «Por ejemplo, el perfil del naproxeno está probablemente más indicado a dolores que no remiten cuando se está tomando ibuprofeno, pero no porque sea más fuerte, si no porque muchas veces se da una tolerancia en el organismo al uso del ibuprofeno porque es el más común», añade. Su presencia es habitual en los botiquines, pero también su sobreabuso: «A veces ocurre que un paciente toma ibuprofeno para todo y requiere de un cambio de medicamento porque ha dejado de hacerle efecto, pero es el médico el que tiene que decidirlo».
¿Cómo y cuándo hay que tomar estos medicamentos?
Siempre debe utilizarse la dosis más baja durante el menor tiempo posible para aliviar los síntomas. En el caso del ibuprofeno, en adultos y adolescentes de 12 a 18 años, se suele prescribir un comprimido (400 mg) cada seis u ocho horas dependiendo de los síntomas. En algunos procesos pueden ser necesarias dosis superiores, pero en cualquier caso, se recomienda no sobrepasar los 2.400 mg diarios, 1.600 mg en adolescentes de 12 a 18 años.
Con respecto al naproxeno, la dosis diaria indicada en su prospecto oscila entre los 500 y los 1000 mg, dependiendo del tipo de molestia. Por ejemplo, en el caso de dolor menstrual o dismenorrea, se recomendaría una dosis inicial de un comprimido de 500 mg seguida de medio comprimido (250 mg), cada seis u ocho horas.
Los dos se deben ingerir con las comidas o justo después, «porque ambos tienen efectos gastrointestinales, aunque en el caso del ibuprofeno sea menor», expresa el farmacéutico.
Diferencias de administración según el paciente
Antonio Busto recalca que la administración de uno u otro fármaco no depende tanto de los síntomas que se presenten, ya que ambos cuentan con características similares. Entonces, ¿por qué el médico elige para el tratamiento de una inflamación o para un dolor el ibuprofeno y no el naproxeno? «Por su perfil de efectos secundarios y por la administración de las dosis totales que se pueden dar a lo largo del día», afirma. Teniendo en cuenta riesgos adversos, el naproxeno resulta «más lesivo para cuestiones gastrointestinales, mientras que el ibuprofeno lo es para temas cardiovasculares». Así, este último presenta un perfil de mayor seguridad para pacientes que sufren patologías de tipo digestivo y el naproxeno para los afectados por una enfermedad cardíaca o con tensión arterial alta.
Aunque ambos tienen efectividad ante el dolor menstrual, en los últimos tiempos se suele optar por el naproxeno. ¿Por qué? «Porque si una mujer joven que presenta este tipo de molestia, tiene un riesgo cardiovascular elevado por tomar otro medicamento como puede ser la píldora anticonceptiva, cuyo uso es cada vez más frecuente a edades más tempranas y durante tiempos prolongados, tengo que orientar a la paciente hacia una mayor comodidad tanto por duración de tratamiento, como de efectos secundarios», asegura. «Sin embargo, si tengo que tratar un proceso inflamatorio y esa persona también se encuentra tomando antibiótico, como este puede afectar a la flora intestinal, optaré por ibuprofeno para tratar su dolor de cabeza porque resulta más cómodo al poder asociar las tomas y a la vez minimizo el posible daño gastrointestinal», añade.
¿Se pueden adquirir sin receta?
El farmacéutico confirma que «tanto el naproxeno como el ibuprofeno necesitan la presentación de la receta médica». Aclara que existen presentaciones que admiten la venta sin prescripción, pero desmontando una falsa creencia popular, «no es tanto por la dosis como por el número de comprimidos o sobres que tiene la caja». Y pone ejemplos: «Existe ibuprofeno de 400 mg, en presentaciones de treinta comprimidos que no se pueden dar sin receta, porque eso permitiría que el paciente tuviese acceso a una cantidad de dosis que no se aconseja para el tratamiento agudo de determinadas patologías. Sin embargo, sí existen presentaciones de 400 mg, que son de veinte unidades que se pueden dar sin receta».
Posibles efectos adversos
Al igual que todos los medicamentos, estos dos fármacos también tienen efectos adversos. Tal como se apuntaba anteriormente, en general ambos provocan riesgos de tipo digestivo como náuseas, vómitos, diarrea, estreñimiento, dolor abdominal o sangre en heces. En casos graves, incluso úlceras o hemorragias. Además, en términos generales los antiinflamatorios o analgésicos se pueden asociar con un pequeño aumento del riesgo de sufrir un ataque al corazón o ictus, sobre todo en dosis altas. Por eso no debe superarse la dosis recomendada ni la duración del tratamiento. También están contraindicados para personas alérgicas a cualquiera de sus componentes, que padezcan problemas gastrointestinales, hepáticos o de insuficiencia renal grave.
Tampoco se recomienda su administración en embarazadas, ya que su uso se ha asociado con un aumento del riesgo de sufrir anomalías congénitas o aborto. En el primer y segundo trimestre, se administrará solo si es estrictamente necesario y con la dosis mínima posible. Y en el tercero, su uso está totalmente contraindicado.
Para las pacientes en edad fértil, tanto el naproxeno como el ibuprofeno se han asociado con una disminución de la capacidad para concebir. «Los farmacéuticos en el caso de los medicamentos siempre hablamos de porcentaje de aparición de efectos adversos. Los asociados a cuestiones de fertilidad son mínimos, se relacionan con cualquiera de los AINE, y normalmente están sujetos también a cuestiones interindividuales de la paciente, como por ejemplo, la toma de otros medicamentos como los anticonceptivos por vía oral o el hecho de sufrir una enfermedad grave y dolorosa como es la endometriosis, que la mayor parte de las veces no está diagnosticada. Entonces, muchas veces los problemas vienen derivados de otras patologías asociadas, y no tanto del riesgo que supone la toma de estos medicamentos», precisa Busto.
El experto en toxicología recalca la clave para tener controlados ese tipo de riesgos: la presentación de receta médica. «Se debe incidir en la necesidad de que se siga respetando que el farmacéutico la pida para la administración de un medicamento, porque detrás de esa decisión hay un montón de situaciones que el paciente no valora», asegura. De hecho, sostiene que muchos de los efectos adversos asociados a estos fármacos se corresponden a un uso indebido: «Todos tenemos ibuprofeno en nuestros botiquines, y como se toma para todo, ese es el error principal, porque muchas de estas reacciones están asociadas al consumo que estuvo haciendo el paciente durante años, porque tenía que haber tomado siempre el medicamento con prescripción médica o farmacéutica y no lo hizo».