Como cualquier otro medicamento, no son inocuos, por lo que siempre se deben tomar bajo prescripción de un profesional sanitario
27 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.La gripe se nos ha adelantado este año. Quizás lo puedas confirmar porque tú mismo o alguien de tu entorno la está pasando. Podría decirse que es un sálvese quien pueda en toda regla, ya que los expertos ya adelantaron en su día que aunque todavía no podemos saber si será más grave, en esta temporada de gripe sí que se contagiará más gente. Entre los más perjudicados, los niños. Llevábamos dos años prácticamente sin ella, por lo que ahora las probabilidades de coger el virus y enfermar, son mayores.
Hace unos días ya te explicamos en La Voz de la Salud qué es la gripe, cuáles son síntomas, cómo podemos prevenir su contagio o en qué se diferencian los síntomas de la gripe los del covid-19 o de un resfriado. Ahora nos centramos en uno de los apartados de ese decálogo: ¿funcionan los antigripales?
Lo primero que se debe de tener en cuenta es que el responsable de la gripe es un virus. En su cuadro más severo cursa con fiebre, dolor de cabeza y muscular, malestar general y escalofríos. Por lo tanto, no podemos hablar de medicamentos que la curen como tal aunque sí existen fármacos antivíricos que se utilizan en algunos casos concretos y siempre recetados por un médico. Pero, tal como recalca el Ministerio de Sanidad en este informe, los antigripales que se empiezan a anunciar en estas épocas del año no curan ni previenen la gripe.
¿Entonces cuál es su función? Se preguntarán algunos. «Los antigripales son fármacos que el propio Ministerio denomina como especialidades farmacéuticas publicitarias, es decir, están indicados para la gripe o el resfriado, son de venta sin receta y pueden publicitarse», avanza Montse Lage, farmacéutica comunitaria en A Coruña y miembro del Grupo de Respiratorio de la Sociedad Española de Farmacia Clínica, Familiar y Comunitaria (SEFAC).
Aunque no podemos hablar de medicamentos que curen la gripe, sí que existen principios activos que nos ayudan a aliviar sus diferentes síntomas. «Los antigripales llevan en su composición más de un principio activo y la finalidad es paliar un poco esos síntomas como pueden ser el dolor de cabeza, muscular, fiebre un poco alta... En vez de dar un medicamento para cada caso, se da uno para todo», cuenta la farmacéutica.
Entre los principios activos que suelen formar parte de un antigripal nos encontramos con «un analgésico y un antitérmico para paliar el dolor o la fiebre, y a veces un antihistamínico que palía un poco los síntomas que se relacionan un poco más con la alergia», señala Lage.
- Analgésico. Los más conocidos son el paracetamol y el ibuprofeno, que ayudan a bajar la fiebre y que también están dirigidos contra el dolor muscular y esa sensación de malestar general.
- Antihistamínico. Aunque son conocidos para tratar las alergias, también son útiles para la gripe (o el resfriado). Alivian la rinorrea, ese goteo nasal que suele ser más típico del resfriado y el más utilizado suele ser la clorfenamina, si bien existen otros.
- Antitusivos. Ayudan a inhibir la tos. Si esta es seca, el más utilizado es el dextrometorfano, pero no se recomienda tomarlo en caso de existir flemas o mucosidad en las vías respiratorias ya que nos impedirá la expectoración, es decir, no podremos expulsar las flemas.
«Son bastante variados, la mayoría llevan principios activos que ayudan con los síntomas relacionados con la nariz y un analgésico. Aunque también puede incluir un descongestivo para cuando existe taponamiento en las fosas nasales o dificultades para respirar; un analgésico y un mucolítico o expectorante... Depende mucho», subraya la farmacéutica.
Los descongestionantes alivian la congestión nasal pero no son aconsejables en todos los casos. Tal como apuntan desde la OCU, están contraindicados en pacientes con hipertensión o que sufren problemas del corazón como taquicardia, angina de pecho, enfermedad coronaria, etc. Además, interaccionan con muchos otros fármacos.
Los encontramos en multitud de antigripales junto a analgésicos y antihistamínicos, por eso es conveniente preguntar al farmacéutico o leer siempre el prospecto antes de tomarlos. En caso de que se trate de un espray para la nariz, su uso debe limitarse a unos pocos días porque pueden generar congestión por efecto rebote.
¿Cómo se elegiría entre uno u otro?
Contrariamente a lo que se suele pensar, quien debe elegir entre uno u otro no somos nosotros como consumidores, si no un profesional. «Son medicamentos de indicación farmacéutica y realmente esta tiene como objetivo responder a la típica pregunta de: '¿Qué me das para...?'. Cuando un paciente nos demanda algún remedio para resolver algún síntoma, tenemos que tener claros los criterios de derivación. Al igual que siempre tenemos que hacer una actuación farmacéutica encaminada a obtener información».
Lage comenta que muchas veces «la gente viene y pide el más popular. El Frenadol y la Couldina, por ejemplo, suelen ser los más conocidos. Pero nosotros, aún así, siempre tenemos que preguntar antes de dispensar. Muchas veces consideramos que no es el adecuado por su tipo de síntomas y le indicamos otros».
¿Cuáles serían las preguntas que llevará a cabo el farmacéutico para prescribir (o no) algún antigripal? Lage enumera las siguientes:
- Para quién va dirigido. «Muchas veces llega una mamá a comprar algún remedio para su hijo o se viene a pedir por una persona mayor o para la pareja. Hay que tener en cuenta la edad y las condiciones de ese paciente», considera.
- Cuáles son los síntomas. «La gente suele decir 'tengo gripe' o 'tengo un catarro', pero hay que escarbar un poco más. Se le puede llamar catarro a todo y a veces simplemente hay malestar. Es muy importante definir los síntomas».
- El tiempo de duración de los síntomas. Si es una cosa que lleva tiempo, más de cinco o siete días, lo normal es que vayamos al médico porque entonces el cuadro se puede agravar.
- Las acciones llevadas a cabo por el paciente para mejorar el síntoma. «Es decir, si ya se ha tratado de alguna forma o ya se está tomando alguna cosa para esto que le ocurre. Poder evaluar si lo que se está tomando es eficiente o no, y poder dar otra que pueda ir mejor».
- Las enfermedades que padezca el paciente.
- Los medicamentos que el paciente toma en el caso de existir otros problemas de salud. «Por eso es importante tener en cuenta la indicación farmacéutica y que la gente no se automedique. No todo el mundo puede tomarse un antigripal. A veces sufres otra patología y tomas otros medicamentos para los que estaría contraindicado porque existe alguna alteración», remarca Lage.
- Posibles alergias.
Aunque en este caso estamos hablado de antigripales, lo cierto es que este tipo de preguntas siempre son útiles a la hora de comprar cualquier otro fármaco para los que no se necesita receta médica. A partir de aquí, Lage explica que «en función de la información que obtengamos, indicaremos bien un tratamiento farmacológico o no, y haremos educación sanitaria. Es decir, yo puedo considerar que el paciente necesita un antigripal con X composición o puedo considerar que solo necesita un analgésico».
Cuando así se considere, también se debe derivar al médico. Entre los casos susceptibles se encuentran los personas mayores de 65 años, pacientes que sufran otras patologías o cardiopatías, una fiebre más alta de 38, dolor de oídos, una enfermedad respiratoria de base (como EPOC o asma), situaciones especiales como embarazo o lactancia, pacientes inmunodeprimidos y niños pequeños.
¿Puede un niño tomar un antigripal?
Las preguntas con ellos van a ser las mismas que las mencionadas anteriores. Eso sí, por protocolo, los pequeños menores de dos años siempre deben derivarse «porque son pacientes más sensibles».
Aunque existen prescripciones comerciales de antigripales para niños, lo cierto es que en estos casos se suele optar por medicamentos para paliar cada síntoma. «Hay que individualizar cada actuación, valorar el estado de cada paciente, pero normalmente, en su caso se suele tratar cada síntoma por separado», concluye Lage.