¿Fin al reinado del ibuprofeno?: «La nueva generación de analgésicos no tienen los efectos perjudiciales de los antiinflamatorios sobre el estómago»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

EL BOTIQUÍN

Imagen de archivo de una estantería con medicamentos.
Imagen de archivo de una estantería con medicamentos. iStock

Estados Unidos aprobó recientemente la suzetrigina, un fármaco para el dolor con un principio activo que no es antiinflamatorio ni opioide y que llega tras dos décadas y media de investigación

26 abr 2025 . Actualizado a las 11:46 h.

El tratamiento del dolor ha sido durante décadas uno de los mayores desafíos de la medicina. Aunque los analgésicos tradicionales, como los opioides y los antiinflamatorios, son fundamentales, su uso prolongado conlleva riesgos significativos. Desde efectos adversos graves, como lesiones en el tracto digestivo, hasta desarrollar adicción en algunos casos, pasando por la pérdida de eficacia que muchos pacientes experimentan, el panorama, sobre todo para quienes conviven con dolor crónico, es desalentador.

Desde el punto de vista farmacológico, las opciones son limitadas. De ahí que sea tan importante el rol de la investigación a la hora de desarrollar nuevos medicamentos eficaces y seguros que puedan usarse para tratar el dolor. Los esfuerzos de las últimas décadas están empezando a dar frutos en este sentido.

Con la aprobación de la suzetrigina por parte de la FDA, la agencia estadounidense que regula los medicamentos, se ha dado el primer paso en el camino hacia una nueva generación de fármacos más efectivos y seguros. Aunque su acción se basa en un principio ya conocido y aplicado desde hace años en la anestesia, el nuevo lanzamiento, que llega tras dos décadas y media de investigación, puede representar el inicio de un cambio prometedor en el abordaje del dolor crónico y agudo.

Cómo funciona la suzetrigina

Recetado bajo el nombre comercial Journavx y desarrollado por el laboratorio Vertex Pharmaceuticals, el nuevo fármaco para el dolor aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) está disponible en formato de pastillas de 50 miligramos que se pueden tomar cada 12 horas. Se trata de una medicación de venta bajo prescripción destinada, de momento, al dolor agudo, aunque no se descarta la posibilidad de que aparezcan nuevas indicaciones a futuro.

Su principio activo es un bloqueador de los canales de sodio, que son un mecanismo de activación celular. «En realidad, esto no es algo tan nuevo. Para hacerse una idea, los bloqueantes de canales de sodio son lo que utilizan los dentistas para anestesiar a los pacientes antes de hacer extracciones de muelas. También se los utiliza en las infiltraciones o en la anestesia epidural, por ejemplo», ilustra el doctor Carlos Goicoechea, catedrático de farmacología y vicepresidente de la Sociedad Española del Dolor (SED).

La diferencia, en este caso, es que la suzetrigina bloquea un tipo de canal de sodio en concreto, el 1.8. «La característica principal es que estos canales solamente se expresan en las vías que están relacionadas con el dolor. Cuando te anestesian la boca, por ejemplo, pierdes esa sensación, pero también pierdes el del tacto y se te cae la baba, porque te han bloqueado todo el nervio. Ahora, en vez de actuar de manera general, podemos bloquear solamente las fibras nerviosas relacionadas con el dolor», detalla Goicoechea.

Se trata de un principio activo mucho más selectivo que otros de su misma familia y es por eso que se puede disponer de una opción por vía oral, ya que el fármaco no compromete el funcionamiento de todo el sistema nervioso. Alfonso Vidal Marcos, director de la Unidad del Dolor en el Hospital Sur de Alcorcón y profesor en la Universidad Complutense de Madrid, explica que «los anestésicos locales efectivamente actúan sobre los nervios, pero también actúan sobre el corazón, sobre el músculo y sobre el cerebro».

Es esta precisión de la suzetrigina a la hora de actuar lo que la hace tan novedosa en cuanto a su perfil de seguridad y reacciones adversas. «No tiene esos efectos perjudiciales sobre el estómago, el riñón o el corazón que tienen otros analgésicos. Además, como no utiliza los canales convencionales de los analgésicos que usamos habitualmente, como los antiinflamatorios no esteroideos, que inhiben la ciclooxigenasa, no tiene el techo que tienen estos antiinflamatorios, que si tomas uno o tomas veinte, producen el mismo efecto analgésico», observa Vidal. Y, al no actuar sobre los receptores opioides, a diferencia de fármacos como la morfina, el fentanilo o el tramadol, desaparece el riesgo de dependencia, tolerancia, sedación y estreñimiento que supone recurrir a esa familia de medicamentos.

Indicación

De momento, Journavx está aprobado para su uso en dolor post operatorio. «La idea es que, si funciona bien en dolor agudo, se demuestre una eficacia en el uso generalizado a otros niveles. Si es así, su uso se generalizará como ha sucedido con otras herramientas terapéuticas», asegura Vidal.

«Lo normal es que este sea el proceso habitual en un analgésico, porque el dolor post operatorio es fácil de predecir», señala Goicoechea. En otras palabras, podemos calcular cuánto va a durar y dónde va a localizarse ese síntoma. Por esta razón se ha indicado inicialmente el fármaco para este uso. «Sin embargo, el efecto secundario que más preocupa cuando hablamos de dolor es el de la adicción, que ha sido el gran problema que ha habido con los opioides. En este caso, podemos prácticamente descartar que este mecanismo de acción provoque adicción y, en ese sentido, podría ser una buena alternativa para personas con dolor crónico, aunque no es para lo que está aprobado ahora mismo», señala el experto de la SED.

Aprobación en España

Tras diferentes fases de estudios clínicos en tejidos, en animales de experimentación y en humanos, la suzetrigina ha sido aprobada por el organismo norteamericano para su comercialización. Pero ¿cuándo llegaremos a disponer de este fármaco en España? Vidal estima que, si todo va bien, será cuestión de unos meses para que la autoridad europea y, después, la española, autoricen su uso. «Cuando las sustancias demuestran eficacia para ciertos tratamientos, se acaban imponiendo y el siguiente paso es que el sistema nacional de salud asuma su coste y lo acabe financiando», detalla Vidal.

El futuro del tratamiento para el dolor

El gran problema a la hora de tratar el dolor a nivel médico está en el hecho de que es un problema intrínsecamente subjetivo. A pesar de los intentos por cuantificarlo con medidores como la EVA (escala visual analógica) u otros sistemas que buscan ubicar el dolor en un nivel entre el uno y el diez, esta subjetividad es una característica inherente al dolor que hace que la misma patología pueda resultar incapacitante para una persona o apenas molesta para otra. Esto ya supone una dificultad para la investigación en este campo.

A este obstáculo hay que sumar el hecho de que el dolor es una respuesta mediada por los nervios, que también son los encargados de realizar otras funciones. «Hace casi 20 años que se descubrieron estos canales del sodio y ya se había visto la importancia que tenían en el dolor. A partir de ahí, se ha desarrollado todo un proceso hasta poder encontrar el fármaco selectivo del canal 1.8, porque si se bloquea más de un tipo de canal, entonces, los efectos secundarios aumentan», señala en este sentido Goicoechea.

«En las últimas dos décadas hemos aprendido mucho sobre el dolor, sobre todo el crónico, y los cambios fisiológicos que se producen cuando un estímulo doloroso se mantiene en el tiempo. Con este aprendizaje hemos detectado muchas dianas para el tratamiento y esta es una de ellas, pero hay muchos más productos en investigación», explica el experto de la Sociedad Española del Dolor.

Más allá del aspecto sensorial del dolor al que normalmente van dirigidos los medicamentos, el dolor tiene un componente emocional que adquiere más peso a medida que el problema se prolonga en el tiempo. «El dolor crónico es muy complejo, hay muchos factores que interfieren. Cuando una persona tiene dolor desde hace mucho tiempo, a día de hoy, curarlo solamente con medicación es un abordaje casi condenado al fracaso. Siempre abogamos por un abordaje multidisciplinar, donde además de los fármacos tengamos en cuenta un abordaje psicológico, fisioterapéutico si hace falta, o utilizando la ayuda de la terapia ocupacional. Hay muchos profesionales sanitarios que pueden ayudar a mejorar la calidad de vida de un paciente con dolor», asegura Goicoechea.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.