Fernando Mosteiro, coordinador de trasplantes: «Algunas veces, detrás de una negativa a donar los órganos de un familiar, hay egoísmo»

Uxía Rodríguez Diez
Uxía Rodríguez LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

Afortunadamente cada vez menos familias se niegan a donar los órganos de su ser querido, pero cada «no» impide salvar varias vidas. Entramos en el Chuac, uno de los centros de referencia en trasplantes, para comprender la importancia de ese «sí»

04 jul 2023 . Actualizado a las 12:53 h.

Todo empieza con el sí generoso de una familia en su momento más duro. La decisión no puede esperar porque el tiempo no se detiene, corre en contra de la familia que está al otro lado de esta cadena humana que comienza con una muerte y termina con una vida. De donante a receptor. La cruz y la cara del paso por este mundo. En el Día Europeo de la Donación y el Trasplante de Órganos, hablamos con una de las personas que une esas dos realidades, un puente para que un final se convierta en varios principios. Fernando Mosteiro es el coordinador de trasplantes de uno de los hospitales de referencia en todo el país, el Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac). Él es el encargado de hablar con esas familias que acaban de perder a su ser querido, a su mujer, a su padre, a su hijo... Busca que su desgracia pueda ser la segunda oportunidad de otros. Si siguen leyendo descubrirán las historias detrás de una conversación que lo cambiará todo.

—224 trasplantes en este hospital el año pasado, más de 6.600 intervenciones desde el año 1981. Me gustaría que tratáramos de explicar cómo es el proceso, no de la operación, sino la cadena humana detrás de un trasplante.

—Obviamente, para poder realizar un trasplante, tiene que haber un donante. Entonces, esto comienza con una desgracia porque una persona fallece. Tras el fallecimiento de esa persona, lo que se hace es una entrevista preguntando a la familia si habría algún tipo de oposición expresa del donante. Hay que recordar que la ley española dice que todos somos donantes salvo que en vida hayamos expresado lo contrario. El hablar con la familia es un momento delicado. Estamos informando de que ha fallecido un familiar e, inmediatamente después porque no tenemos tiempo, hay que plantearles la posibilidad de que su ser querido sea donante de órganos. Si ellos están de acuerdo, si el fallecido estaría de acuerdo. Afortunadamente la gran mayoría de las familias dicen que sí. Una vez que ellos dicen que sí, se pone en marcha un proceso muy rápido en el que hay que enlazar pasos con mucha minuciosidad. 

 —¿Y cuál es el primer paso tras el sí?

—El primer paso es avisar a la Organización Nacional de Trasplantes en Madrid, es la que coordina todos los trasplantes que se hacen en España. Como bien has dicho, estamos entre los hospitales que más trasplantes hacen de todo el país, por esto, es muy probable que los órganos de los donantes que nosotros tengamos aquí se queden en Galicia, pero a veces hay situaciones que hacen que haya una urgencia en Madrid, en Barcelona, en Sevilla… Y es la ONT la que nos lo dice. En ese caso, es el equipo de Madrid el que se traslada hasta A Coruña para hacer la extracción del corazón, por ejemplo. Puede darse el caso de que haya también una urgencia pulmonar y otra hepática, de este modo tendrían que trasladarse tres equipos hasta aquí. 

Quirófano del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña
Quirófano del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña Senén Rouco

—¿Y en el caso de no haber ninguna urgencia fuera de Galicia?

—Si no hay urgencias, somos nosotros con nuestro equipo los que ponemos en marcha la extracción.

—El tiempo es lo primordial, en todo caso. 

—Por supuesto, el tiempo es lo primordial. Desde el fallecimiento de la persona hasta que se extraen los órganos, cuanto menos tiempo pase, menos se deterioran.  Entonces, una vez que sabemos que nadie de fuera tiene una urgencia que necesite más esos órganos, programamos la extracción. El proceso suele durar un par de horas. Una vez que termina cada equipo, los urólogos con el riñón, los cardíacos con el corazón, los cirujanos torácicos con el pulmón o los hepatólogos con el hígado, se van a sus quirófanos respectivos para hacer el trasplante, que también suele durar entre dos y tres horas. Una vez trasplantado, el enfermo pasa para la Unidad de Reanimación o Unidad de Cuidados Intensivos para hacer el posoperatorio igual que en otra cirugía cualquiera. 

—Hablamos de ese primer paso en todo trasplante, de ese donante. Eres tú mismo el que habla con las familias para plantearles la donación. Lo cierto es que cada vez hay menos negativas, aquí en A Coruña el año pasado fueron dos. Es una cifra buena, pero el objetivo sigue siendo cero. 

 —Sí. En todas las coordinaciones de trasplantes el objetivo es intentar obtener el mayor beneficio posible y, cuando hablamos de beneficio, es que un donante puede suponer salvar tres, cuatro o cinco vidas. Cada negativa, en el fondo, es un pequeño fracaso de las coordinaciones de trasplante. Obviamente, yo siempre digo lo mismo, yo no voy a convencer a nadie. Yo solamente voy a informar y creo que una familia bien informada, al final, toma la decisión correcta. Yo no estoy para juzgar, los coordinadores de trasplantes no somos jueces, solamente informamos e intentamos que la decisión que tome la familia sea la mejor porque es un momento muy delicado. 

A veces se toma una decisión precipitada que impide que se pueda salvar la vida de cuatro o cinco personas. Me ha sucedido a mí personalmente, familias que por ciertos motivos en un momento determinado dijeron «no» y que al cabo de meses o al cabo de años he vuelto a tener contacto con ellas y me reconocieron que había sido un error, que se habían arrepentido de aquello. Ese arrepentimiento no tiene solución, no hay vuelta atrás. Por eso, cuando una familia no lo tiene claro y se plantea ese «no», yo siempre les digo que recapaciten 10 o 15 minutos. Un porcentaje relativamente grande dice finalmente que sí. 

—¿Cómo ha cambiado ese porcentaje de negativas en los últimos años?

 —El año pasado fueron dos en A Coruña, este año llevamos las mismas. Son muy pocas porque el porcentaje está en torno a un 6 % de negativas familiares, la media gallega está en un 15 %, más o menos igual que la nacional.  Aquí tenemos que recordar que Galicia ha sido históricamente la comunidad con mayor número de negativas familiares. Nosotros estábamos en cifras de entre un 25 y 30 %. Es decir, de cada 100 entrevistas, 30 familias decían que no. La cosa ha cambiado mucho, pero solo estaré contento en el momento en el que las negativas sean cero. Por cierto, siempre lo digo, esto es un proceso cultural y el ejemplo está en lo que ocurrió en el País Vasco. Era una comunidad que tenía unas cifras de negativas familiares similares a las nuestras, muy elevadas. Lo que pasó fue que, tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco, el concejal del Partido Popular, la familia dio a conocer que se donaron sus órganos.¿Quieres creer que a partir de aquel momento el número de negativas familiares en el País Vasco ha caído drásticamente hasta el punto de que, a día de hoy,  es de las comunidades con menor porcentaje? Las familias comenzaron a pensar, si ellos en ese momento de dolor tan intenso, pudieron, ¿cómo nos vamos a negar nosotros?. 

 —¿Y qué ha pasado en Galicia para que también hayan bajado tanto las negativas?

—No hay una respuesta única. Es un cambio cultural y también de información. Los coordinadores de trasplantes de Galicia vamos desde hace unos años a dar charlas a colegios, a niños de entre 12 y 18 años, sobre donación y trasplante de órganos. Eso es primordial, esos niños luego lo cuentan en casa; y esos niños, con ese conocimiento, son también los adultos del mañana. También está la pérdida del tabú a la profanación del cuerpo después de la muerte, que esto era algo muy arraigado aquí en Galicia.

 —¿Cuáles son las razones que están detrás de esas negativas que todavía sigue habiendo? Sin contar la opción de que el propio fallecido hubiera manifestado en vida que no quería ser donante, claro. 

—Mira, algunas veces, es egoísmo. Hace un año y medio, es verdad que coincidió en plena pandemia y que esto nos sobrepasó a todos, me acuerdo de una entrevista que hice con una señora y sus hijos, había fallecido el marido. Los tres me dijeron que no. Les pedí que recapacitaran unos minutos, pero siguieron con el no. Lo que me dijeron es que él no querría, «hombre, si fuera para mis hijos seguro que sí, pero para otras personas no». Aquel paciente había estado ingresado en la UCI, muy malito.  Se planteó incluso una posibilidad de un trasplante cardíaco, que se descartó porque su situación era tan mala que no se iba a beneficiar del trasplante, pero estoy seguro de que esa familia claro que habría dicho que sí a un trasplante para él. ¿Quién se va a negar a que le den un corazón para seguir viviendo? Pero es que para poder recibir uno, tiene que haber un donante. Siempre hay que pensar que hoy estamos en una parte de la baraja, pero mañana podemos estar en la otra. 

Entrevista a Fernando Mosteiro
Entrevista a Fernando Mosteiro Senén Rouco

Puedes ver la entrevista completa en vídeo en este enlace.

—¿Los familiares de un donante saben a cuántas personas ha ayudado su ser querido?

—Los familiares de un donante sí pueden saber cuántos órganos se han extraído y a cuántas personas han salvado. Les enviamos una carta de agradecimiento al cabo de un mes o mes y medio informándoles de cuántos órganos se han extraído y cuántas personas se han beneficiado. Muchas veces esos familiares vienen a darme las gracias porque es una carta de consuelo, porque saben que, al menos, esa muerte no fue en vano.

—Ese es uno de los casos que más le ha impactado de forma negativa, ¿y al revés? Familias que hayan sorprendido por su generosidad. 

 —Hubo el fallecimiento de una niña pequeña, una muerte accidental muy trágica de una niña con una vitalidad terrible. Yo ya no tuve que ir a hablar con los padres, sino que los propios padres cuando se les fue a informar de que su hija iba a fallecer, ellos mismos dijeron que querían donar sus órganos. Esto sucede muy frecuentemente con los niños.

 —¿Cuántos trasplantes infantiles se hacen aquí?

—Nosotros tenemos dos programas de trasplante infantil activos, el programa de trasplante cardíaco infantil, y el pulmonar infantil. Solemos hacer uno o dos trasplantes al año. El resto se suelen hacer en el Hospital La Paz de Madrid.

 —Vamos ahora al final de esta cadena humana. Ese instante en el que una persona está esperando la llamada y, de repente, suena el teléfono. Hay un corazón o un riñón para ti. ¿Cómo es ese momento?

—Imagínate, te pones en la tesitura de que dependes de que un día te llamen por teléfono para ir al hospital a hacerte un trasplante. Imagínate el momento en que, por fin, te llaman para que vayas; es una segunda oportunidad. Todos los trasplantados dicen que tienen dos fechas de nacimiento precisamente por eso. 

Es verdad que, con la dichosa pandemia, hemos tenido alertas y luego al final esas alertas se han caído. Entonces, se avisa al receptor de que venga para el hospital y luego aparece un covid en el donante que nos limita el trasplante y el receptor se tiene que ir para su casa con toda la desilusión del mundo. Pero claro, volviendo a la llamada, veo pacientes que necesitan un trasplante pulmonar, van con una botella de oxígeno a todos lados, de repente tras el trasplante recuperan su vida. 

 —¿Cómo es la vida tras el trasplante?

 —Un objetivo del trasplante es recuperar a la gente para la vida ordinaria. Hombre, si no corrías una maratón o no escalabas el Everest no te pongas a hacerlo, pero lo que hacías antes prácticamente lo vas a poder recuperar. La calidad de vida es espectacular.

 —El perfil del donante ha cambiado mucho a lo largo de los últimos años, cada vez la edad es más avanzada. 

 —Efectivamente, hace veinte y treinta años el perfil de donante era varón joven, por debajo de los 40 años, que tenía un accidente de tráfico. Ahora ya no, el perfil es el de un varón de entre 60 o 70 años que fallece por un accidente cerebrovascular o isquémico. Claro, de tener un donante de 40 o de 30 a tener un donante de 70, los órganos no son iguales, claro que no, pero España es el primer país del mundo en cifras de donación y de trasplante de órganos y eso tiene una peculiaridad muy buena porque tenemos una experiencia tremenda. Hace dos años se hizo un trasplante hepático de un varón de 93 años. Un señor con 93 años falleció, el hígado se implantó y el receptor ha evolucionado bien.

Nosotros tenemos la donante cardíaca más añosa del mundo. Fue una señora que ingresó en la unidad de cuidados intensivos aquí. Yo hice la entrevista con el hijo y cuando la señora ingresa en el hospital consta que tiene 69 años. No tenía ningún antecedente conocido de hipertensión, no era diabética, no tomaba ningún fármaco, nunca había estado en el hospital. Pero un día tuvo la desgracia de tener una hemorragia cerebral brusca por la que ingresó en el hospital y acabó falleciendo al cabo de 48 horas. Bueno, hice la entrevista con el hijo y dijo que su madre quería ser donante. Valoramos el corazón porque era añoso, con 69 años, pero todas las pruebas salieron perfectas y teníamos un receptor que estaba muy apurado. Así que dijimos, venga, vamos a hacerlo. De repente, cuando su hijo trae el DNI para hacer todos los papeles, vemos que la señora no tenía 69 años, tenía 79. Fui corriendo a preguntarle a su hijo y me dijo, «claro, es que era muy presumida, siempre se sacaba años».  Me fui corriendo a contárselo al coordinador de por aquel entonces, en el quirófano ya estaban trabajando así que irrumpimos allí. Pero el aspecto del corazón era espectacular, así que se siguió con el proceso. Con esto quiero decir que vamos evolucionando y aprendiendo. Hay donantes que antes se descartaban, que a día de hoy se pueden hacer los trasplantes y que evolucionan bien.

«Hemos trasplantado con éxito el corazón de una mujer que tenía 79 años»

 —Otro de los aspectos en los que el Chuac es referencia en España es en los trasplantes de donante vivo. De los 100 trasplantes renales el año pasado, 21 fueron de donante vivo. ¿Qué importancia tiene tratar de fomentar este tipo de donación?

 —Todos tenemos dos riñones, una persona completamente sana sin ninguna patología, si le extraen un riñón, puede tener una vida exactamente igual y normal. Es más, se han visto en los últimos estudios, que incluso tienen una mayor esperanza de vida esos donantes. ¿Por qué? Hay varios factores de sesgo por el medio, el primero es que para poder donar un riñón, tienes que ser una persona sana. Además, hay que hacer una serie de controles, que se recomiendan a todo el mundo, pero que no todo el mundo cumple: controlar el colesterol, el azúcar… Esas personas, además, se suelen cuidar más tras donar el riñón. Ahí están las claves. 

Además, se ha visto que los resultados son mejores si el trasplante renal es de donante vivo. En primer lugar, porque suelen ser más jóvenes. Claro, no todos las personas tienen un donante vivo para recibir ese trasplante. ¿Quién puede lograrlo? Pues cualquier persona que esté en necesidad de recibir un trasplante y que alguien en su entorno socio familiar le ceda un riñón. Hay técnicas de desensibilización que pueden permitir que yo reciba un órgano de una persona que no sea totalmente compatible conmigo. Incluso existe el trasplante renal de parejas cruzadas, si mi mujer no es compatible conmigo, y en Madrid hay otra pareja con el mismo caso, podríamos hacer un “intercambio de donantes”. Nosotros estamos entre los dos o tres hospitales que más trasplantes renales de donante vivo hacemos en toda España. 

 —Detrás de cada cifra hay una vida, una historia. Detrás de cada médico, también hay está esa persona que llega a su casa, con su propia familia... ¿Cuál es el caso que más le ha marcado personalmente?

 —Hace unos años, hice una entrevista a un varón de mi edad, tenía dos hijos de casi los mismos años que los míos y su mujer acababa de fallecer en un accidente de tráfico. Cuando hice la entrevista, yo me veía en el otro lado, en el suyo. Hasta me emociono al recordarlo. Lo cierto es que la manera en la que reaccionó ese hombre, todas las facilidades que nos puso, me impactó. Llegué a mi casa y le dije a mi mujer, «hoy me he visto ahí, en una situación que ojalá no tenga que vivir nunca». Aquel hombre vino por aquí varias veces, nos dio las gracias después de enviarle la carta en la que le contábamos que su mujer había podido salvar la vida de cinco personas. Después, he vivido varios casos de niños, esos casos te rompen el corazón.

Uxía Rodríguez Diez
Uxía Rodríguez Diez
Uxía Rodríguez Diez

A Rúa, Ourense (1986). Coordinadora de La Voz de la Salud con una misión, que todos nos cuidemos más y mejor. La pandemia de covid-19 no solo la viví, también la conté en La Voz de Galicia. Mucho antes de todo esto trabajé en Vtelevisión durante casi una década como redactora, reportera y presentadora. Allí dirigí y presenté el programa Sana sana, sobre sanidad, bienestar y nutrición.

A Rúa, Ourense (1986). Coordinadora de La Voz de la Salud con una misión, que todos nos cuidemos más y mejor. La pandemia de covid-19 no solo la viví, también la conté en La Voz de Galicia. Mucho antes de todo esto trabajé en Vtelevisión durante casi una década como redactora, reportera y presentadora. Allí dirigí y presenté el programa Sana sana, sobre sanidad, bienestar y nutrición.