María Mimbrero, cardióloga: «El primer síntoma de la aterosclerosis puede ser la muerte»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

María Mimbrero es cardióloga en el Hospital Universitario de Bellvitge y autora del libro «Cuida tus hábitos».
María Mimbrero es cardióloga en el Hospital Universitario de Bellvitge y autora del libro «Cuida tus hábitos».

La experta, autora del libro «Cambia tus hábitos», dice que todo el mundo debería saber detectar una parada cardiorrespiratoria

07 feb 2023 . Actualizado a las 12:42 h.

La dieta siempre es mucho más importante de lo que se suele creer. De hecho, una alimentación adecuada y saludable puede evitar, o al menos retrasar, los principales factores de riesgo como son la obesidad, la diabetes, la hipertensión y el colesterol alto. Y en los que han tenido algún evento de salud relacionado con ello, más si cabe. Los cardiólogos están intentando, cada vez más, salir de las consultas centradas en el tratamiento y jugar un papel clave en la prevención. La doctora María Mimbrero, médica especialista en cardiología en el Hospital Universitario de Bellvitge, lo deja claro desde el principio de su libro: Cambia tus hábitos (Integral, 2022), en el que insiste en el poder de la alimentación. 

No es para menos. En España, muere más gente por enfermedades cardiovasculares que por cáncer. «Se calcula que más del 80 % de muertes súbitas ocurridas fuera de los hospitales están causadas por patologías de este tipo», cuenta la experta. 

—Comienza el libro con una anécdota personal, cuando en una ocasión, en una calle llena de restaurantes, tuvo que atender a un señor en parada cardiorrespiratoria. ¿Cómo se puede identificar esta situación? Cada minuto cuenta. 

—Exacto. Una parada cardiorrespiratoria es algo que todos deberíamos saber detectar, es como de primero de socorrismo. Cuando una persona pierde el conocimiento, nuestro deber como ciudadanos es acercarnos a ayudar. Lo primero que hay que hacer es comprobar si responde ante estímulos, ver si responde cuando le hablemos. Si nos habla, significa que está bien. Pero si no lo hace, tenemos que comprobar si respira. Si tampoco lo hace, estamos ante una parada cardiorrespiratoria y deberíamos empezar una reanimación, a la vez que avisar a una ambulancia lo antes posible. 

—Una parada cardiorrespiratoria que no es lo mismo que un infarto. Algunos pueden confundirlo. 

—Claro, son cosas diferentes. La parada cardiorrespiratoria puede deberse a diversas causas, pero sí que es cierto que de las que suceden fuera de los hospitales, se calcula que un 80 % se deben a infartos de miocardio. Lo más habitual es que la parada sea consecuencia de un infarto, que este nos provoque una arritmia, lo que hará que el corazón no bombee de manera eficiente y no nos llegue sangre a los órganos, ni al cerebro. Por eso perdemos el conocimiento. 

—¿De qué forma el colesterol puede provocar un infarto?

—Hay que entender que el proceso de enfermedad cardiovascular es muy complejo y no solo viene dado por el depósito de colesterol. Es decir, las placas que acaban causando una obstrucción de las arterias sí están formadas por colesterol, pero la aterosclerosis, que es la que nos lleva a estas obstrucciones, es un proceso más complejo e inflamatorio en el que tienen que ver muchos factores de riesgo como el tabaco, el colesterol, el sedentarismo, el estrés, la mala alimentación, la diabetes o la hipertensión. Es un cúmulo de malos hábitos lo que acaba conduciendo a esa obstrucción. Lo peor de todo es que no avisa. Es posible que no presentemos ningún síntoma y que el primero que aparezca sea una parada cardiorrespiratoria. Por eso es una enfermedad de la que creo que no se habla lo suficiente, porque es lo que más nos mata y puede que su primer síntoma sea la muerte. 

—En el libro hace una reflexión acerca de las enfermedades cardiovasculares en gente joven que suele aparecer bastante a nivel popular. Lo típico de: «Para qué me voy a cuidar». ¿A qué se suele deber el infarto que sucede en gente joven?

—Siempre hay una cierta predisposición genética. En los hombres, podemos encontrar infartos entre los 45 y los 60 años. Lo más habitual es que esas personas no tengan buenos hábitos. Pero esto es algo muy común en nuestra sociedad. La mayoría de nosotros conocerá a gente que fume, que sea sedentaria, que no se alimenta bien, que tiene estrés y que no va nunca al médico y, por lo tanto, tenga diabetes sin detectar. Nuestro estilo de vida, junto a nuestra predisposición genética, marcará que podamos tener un infarto. Por eso es tan importante que nos cuidemos desde jóvenes. 

—¿Por qué una cardióloga escribe un libro sobre la importancia de los hábitos? Parece que su papel siempre se queda dentro de la consulta y en el tratamiento. 

—Exacto, incluso en el libro digo que la medicina me aburre. A mi me gustaría que el paciente que llegara no me hubiera llegado. Cuando me di cuenta de que la mayoría de personas a las que trato están en mi consulta por malos hábitos, surge mi pasión por intentar prevenir las enfermedades que trato en el día a día. Si nos alimentamos bien, si hacemos ejercicio, evitamos los tóxicos, cuidamos nuestra salud mental y nuestro sueño, podremos prevenir todas estas enfermedades tan graves. Es más, si una persona ya ha tenido un infarto y sobrevive tiene la oportunidad de evitar que se produzca un segundo, porque puede que ahí no lo cuente. 

—Según la Sociedad Española de Cardiología, se estima que la mitad de la población en nuestro país tiene el colesterol alto. ¿Qué recomendaciones podría dar para rebajarlo?

—Lo primero que hay que hacer es revisar los hábitos de esa persona y ver cómo está de alto, porque de eso también dependerá si empezamos con medicación. En cualquier caso, habría que priorizar una alimentación saludable basada en la dieta mediterránea, con abundante aporte de vegetales, de la que quitaríamos todos los ultraprocesados y en la que la mitad de todos nuestros platos tendrían que ser verduras. Habría que priorizar legumbres, frutos secos, aceite de oliva y pescado, a la vez que reducir el consumo de carne y eliminar la procesada como los embutidos. El abordaje tiene que ser integral. El sujeto también tendría que hacer ejercicio para reducir la grasa abdominal y aumentar el porcentaje de músculo. 

—La hipertensión es otro de los grandes males. Cada año, provoca 7,5 millones de muertes en el mundo según la Organización Mundial de la Salud. ¿Qué consejos le daría a los que la padecen? 

—Prácticamente lo mismo de antes. El cuerpo de cada persona nos avisa de una forma u otra de que algo no estamos haciendo bien. En la hipertensión, por ejemplo, se ha demostrado el efecto que tienen el ejercicio y la gestión de las emociones o del estrés a la hora de rebajarla. Es muy importante que la controlemos, porque no da síntomas, pero es el factor de riesgo que más se ha relacionado con la muerte. Hay que abordarla desde todas las perspectivas. 

—Como cardióloga, ¿qué alimentos nunca pueden faltar en nuestra despensa?

—Creo que las legumbres son un superalimento que no estamos teniendo suficiente en cuenta. Tenemos que volver a consumir estas legumbres, tres o cuatro veces por semana. Han demostrado disminuir la mortalidad cardiovascular. También los frutos secos y el aceite de oliva. Hay que perder el miedo a las grasas saludables. Siempre se ha dicho que tienen muchas calorías, pero cuando son nutrientes de calidad nos convienen y las necesitamos. 

—¿Qué papel juegan los conocidos Omega en nuestro corazón?

—El omega 3 es antiinflamatorio. Pero lo que importa es que la proporción entre Omega 3 y Omega 6 sea la adecuada. En nuestra dieta actual hay un predominio del Omega 6, y esto hace que tengamos un patrón proinflamatorio y por lo tanto se favorece la aterosclerosis.  Así que hay que bajar ese ratio y que los omega pasen a predominar. En nuestra alimentación se puede obtener de los pescados azules, comiendo tres nueces al día o del lino y chía molidos.

—En el libro explica que la medicina se divide en especialidades y que esto no debe confundir a la población, porque los diferentes sistemas no van por libre. ¿De qué forma afecta un fallo en el corazón a otras partes?

—Con eso me refiero a que la enfermedad cardiovascular es un todo. Estamos hablando de un sistema que está formando por el corazón, que es una bomba, y unas tuberías que son las arterias, las cuales llevan sangre a todos los órganos. Cuando dañamos el sistema cardiovascular,  perjudicamos también a las arterias de todos los órganos. Entre ellos, los más afectados son el corazón, el cerebro, los riñones y las extremidades. Es decir, muchas veces los pacientes tendrán un infarto, pero puede que también presenten un ictus, una enfermedad renal y pierdan el riñón, o que tengan que sufrir amputaciones de las piernas. 

—¿Piensa que erramos más por lo que comemos o por lo que no comemos? Me explico ¿erramos más por el chocolate que comemos o por las verduras que dejamos de comer?

—Cada día debemos decidir qué nutrientes vamos a poner en nuestro cuerpo. Si nos decantamos por una alimentación con productos de la tierra, cocinados por nosotros, de origen vegetal y que no sean ultraprocesados, le estaremos quitando espacio a los que no nos favorecen. Nuestro problema es que hoy en día, el 30 % de lo que comemos son productos ultraprocesados, por eso hay que poner el foco en educar a la población para que los detecte y pueda eliminarlos de su dieta. Hay que comer como lo hacían nuestros abuelos. Pero el márketing ha hecho mucho daño, como ocurre con los productos light o 0 %, dificultando la diferencia entre qué es bueno y qué es dañino.

—En uno de los capítulos habla del impacto que tendría en nuestra salud cambiar los 365 bocadillos que una persona se pueda comer en todos los desayunos de un año, por 365 platos de gachas de avena. Es una reflexión muy atrevida con el cariño que le tenemos al pan en España, ¿por qué la hace?

—(Se ríe). Así es. Los bocadillos que en España tanto se comen no son un buen combo. Lo que normalmente elegimos es pan de mala calidad, hecho con harinas refinadas y de fermentaciones cortas, y embutidos, que es carne ultraprocesada sobre la cual la OMS se pronunció diciendo que era cancerígena. Esto significa que no nos alimentamos bien. En nuestro país hay una cultura de consumir mucho bocadillo y esto nos hace mucho daño. En cambio, si empezásemos cada día alimentándonos con fruta, frutos secos, lácteos de calidad o con unas gachas de avena, estaría mucho mejor. La avena es un cereal integral que contiene proteína, minerales, cuyo índice glucémico es bastante bajo por lo que no produce un pico de insulina muy alto. Todo esto genera un impacto bastante alto en nuestra salud. De hecho, la gente no sabe que el pan de harinas refinadas produce un pico glucémico muy similar a comerte un pastel o un sobre de azúcar. 

—Pero entiendo que un bocadillo puede ser saludable con buenos ingredientes, ¿no?

—Claro. Además, tampoco tiene que ser un todo o nada. Es decir, podemos comernos un bocadillo de vez en cuando. El problema es que lo asumas como una cosa del día a día y que no entiendas que no es saludable. 

—Usted sostiene que «nuestros genes están hechos para moverse». ¿Qué ocurre cuando no lo hacemos? Según el Instituto Nacional de Estadística, en el 2020, un 36,4 % de personas de más de 15 años reconoció que era sedentaria en su tiempo libre. 

—El problema de ser sedentarios es que perdemos la masa muscular. En los últimos años, se ha descubierto que el músculo, además de permitir que nos movamos, es un órgano que produce una serie de sustancias, de hormonas, de neurotransmisores que se comunican con el resto del organismo y hacen que funcione mejor. Se ha demostrado que el ejercicio puede prevenir el alzhéimer, que lo necesitamos para tener una microbiota más sana, para tener más energía y lograr un envejecimiento saludable. Entonces, estar todo el día sin moverse causa millones de muertes anuales en todo el mundo. De hecho, el sedentarismo es, junto al tabaquismo, a la obesidad y a la mala alimentación, uno de los grandes problemas de salud. 

—A la hora de tratar a dos pacientes, ¿en qué se diferencia el corazón de uno que hace ejercicio al de otro que no lo practica?

—Los corazones que hacen ejercicio generan adaptaciones a ese movimiento, son más resistentes y el sistema cardiovascular también es más eficiente. Tenemos un mejor consumo del oxígeno, no solo del corazón, sino a nivel global. Desde el músculo hasta las mitocondrias se vuelven más eficientes. Además, la recuperación de la persona que se mueva será mucho mejor. De hecho, después de un infarto, la recomendación es que los pacientes hagan ejercicio.

—Para evitarlo, ¿cómo podemos estar más activos?

—La Organización Mundial de la Salud lanzó un vídeo en el 2020, llamado Every move counts, que lo ilustra muy bien. Sale gente bailando, limpiando o cualquier tipo de actividad. Pienso que tendría que dejar de estar visto como algo raro que una persona se levantase en la oficina y empezase a hacer sentadillas, que vaya a caminar un poco o que haga nos estiramientos. Se debería implementar en las empresas de forma progresiva. De hecho, tendrían que tener espacios porque a los empleados no solo les vendría bien a nivel físico, sino también mental. Hay que meterse en la cabeza que cada movimiento cuenta, cualquier cosita, aunque sea subir las escaleras, hacer unas sentadillas o dar un paseo antes o después de la cena. 

Lucía Cancela
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Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.